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NOTAS DE PRENSA : BODEGAS - VINOS - AGROALIMENTARIA - LIBROS DE Cocina - Vinos

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Turismo temático : Gastronomia

 

 

Bretaña 2007, año internacional de la gastronomía y el turismo

 

Concale, Dinan, Josselin, Saint-Malo, Quiberon, y san Pedro Quiberon, emblemas de un destino que se hace querer  

 

 

 

En el Puerto de Concale, la Escuela de Vela de la región, situada en la misma playa del puerto, organiza habitualmente un paseo gastronómico y de placer por la bahia de Concale con un velero de dos mástiles y recorriendo a lo largo de unas 3 horas este bello y singular lugar de la Bretaña francesa.

La salida se realiza a media mañana, y el capitán Philippe Loisel se encarga de manejar las cuerdas y las velas para seguir el rumbo prestablecido, siempre buscando el aire favorable que empuje la pequeña embarcación por popa en sentido giratorio por la bahia y buscando bellos parajes que se asoman al mar, divisando a lo lejos las playas de Normandía.

La calma de la nevegación se deja sentir en un paseo que transcurre placidamente por las aguas serenas y tranquilas del Atlántico. Durante la travesía se descubre Port-Briac, Port Picain, la Grève aux Filles, el Rocher Parlant, la isla de Rimarins y el fuerte Vanban. Estampas que quedan grabadas para mucho tiempo en la memoria del crucerista circustancial, y del ávido navegante en los quehaceres del turismo.

Con una desgustación a bordo de ostras de Concale, pan untando con mantequilla, caballa ahumada, dulces y vino de la tierra, se va haciendo camino en esta llamada por los organizadores  balada gastronómica por la bahía de Concale con la romántica barca de velas (www.nautismebretagne.fr).

Justo hemos dejado anclado el bote en las cercanías de la playa bretona, en la misma villa de Concale se ubica la Ferme Marine (Granja Marina) en la que se exponen más de 1.500 especies de moluscos.

Ésta es, al mismo tiempo, una industria de la ostricultura, produciendo ostras en el mar y, siempre, aprovechando la fluctuación de las aguas marinas para entrar los productores hasta el punto seco que deja el mar durante unas horas al día, con el fin de realizar las labores pertinentes.

Las ostras de Concale tienen mucha fama entre el sector restaurador nacional y entre los de fuera de Francia, exportándose a varios países del mundo.


 

 

 

 

Dinan, una ciudad mimada por la historia

Dinan forma un impresionante cinturón de casi 3 kilómetros que abre sus grandes puertas como una invitación a un viaje a través de los siglos. Es una ciudad mimada por la historia. Sus piedras tienen alma. Solamente hace falta pasear y descubrir la Basílica de Saint-Sauveur, la Torre del Reloj del convento de la iglesia Saint-Malo, las casas de madera de la calle del Jarzual, y los muelles del viejo puerto, para darse cuenta del mundo cálido, viviente y fuera de tiempo de Dinan.

Esta riqueza arquitectónica se extendió más allá del recinto medieval, como lo prueban la Abadia de Léchon, los castillos de la Garaye y de Tréveron, la Casa Solariega de la Grand-Cour en taden y los puentes y molinos, como el Molino del Prat, diseminados a lo largo del río Rance.

Sus riberas ofrecen mil paseos cautivantes, tanto para quienes aprecian la mano del hombre como para los aficionados a la naturaleza sin artificios: fortificación medioambiental, reserva ornitológica, esclusas llenas de encanto o bosques donde resuenan las leyendas.

El bosque de Coëtquen, el llano de Taden, los caminos de Sirga, la fauna y la flora en abundancia dan color y animan esa generosa comarca, entre tierra y mar.

En esta tierra el hombre ha sabido preservar y hacer fructificar el patrimonio natural. En Pleudihen, la manzana es uno de sus mejores tesoros en la mesa. Así en este lugar se elabora una sidra de mucha calidad, que acompaña perfectamente a una galette de harina negra o una crepe de trigo Candeal.

Cada dos años, Dinan celebra la “Fête des Remparts”, una de las fiestas más importantes de Europa, que lo hace en sus fortificaciones maravillosamente preservadas.

También, torneos de caballería, espectáculos con halcones, feria medieval, saltibanquis y malabaristas.

 

 

Josselin, pequeño y pintoresco pueblo

 

Josselin es un pequeño y pintoresco pueblo de la Bretaña con carácter. Destaca la espectacularidad de su castillo, la capilla de Ntra. Señora del Zarzal y el pequeño pueblo colorista, situado al otro lado del río, con casas sacadas de los cuentos de los gnomos.

La fachada del castillo de Josselin es un verdadero encaje de granito. Esta fortaleza de los duques de la Bretaña, actuales propietarios, ofrece en cada una de las galerías que se extienden entre ventanales, motivos diferentes. En el centro, la divisa de los Rohan. A la izquierda, una reja hecha de pequeños rombos, emblema de los Rohan. A la derecha, armiños, emblema de la Bretaña.

La embergadura del techo y la altura de los tragaluces, con dos pisos de ventanas, que contrastan con la horizontalidad de las galerías, aportan una gran armonía a este conjunto.


El comedor del castillo se terminó de construír en 1520 por el hijo de Alain IX, Jean II, fue completamente remodelado y decorado hacia 1880, al efectuarse la restauración interior del castillo. Sobre el bufette del comedor están dispuestos platos y jarros de loza italiana del siglo XV, así como diversas piezas de plata pertenecientes a la familia.

La antecámara destaca por algunos retratos de familia, entre ellos un hermoso retrato de cuerpo entero de Henri de Rohan, general en jefe de los Calvinistas. También, otro de Leonor Chabot, conde de Charny. El gran salón, de las mismas dimensiones que el comedor (16 metros de largo por 9 de ancho) está dominado por una magnífica chimenea monumental de principios del siglo XVI. Sobre esta chimena de granito, pintada en el siglo XIX, se encuentra la divisa de los Rohan.

La biblioteca consta de unos 3.000 volúmenes, que abrazan desde el siglo XVII hasta principios del siglo XX. A la derecha de la ventana se encuentra un retrato de Jacques Chabot, marqués de Mirebeau, quien se encontraba en la carroza del rey Enrique IV cuando éste fue asesinado en 1610.

 

 

Saint-Malo, la isla convertida en peninsula

 

Antes del siglo XVIII para llegar a Saint-Malo solamente se podía hacer a través del mar, ya que era una isla, y la gente que quería venir hasta este punto lo hacia mediante una duna de arena de unos dos kilómetros de largo que unía la ciudad amurallada con el continente, aunque con la marea se cubría dos veces al día por el mar. 

Asi la ciudad de Saint-Malo era una isla a alta mar y una peninsula a bajamar. El puerto actual se construyó entre los siglos XVIII y el XIX con unos dickens, y por lo tanto es un puerto artificial donde no existe la baja y la alta mar, justamente lo contrario que ocurre en el otro lado de la ciudad. Los barcos para pasar de un lugar a otro tienen que hacerlo por una esclusa.



La puerta principal de acceso a Saint-Malo es la de san Vicente. Es una de las últimas construcciones de su vieja ciudad, perteneciente al siglo XVIII. El nombre de esta ciudad viene de un monge que llegó a esta ciudad en el siglo VII procedente del país galo, para evangelizar esta zona. Cuando murió, la isla tomó su nombre.

La belleza de Saint-Malo se hace patente en cualquier rincón de sus calles. El escritor romántico nacido en la villa, Chateaubriant da nombre a una de sus plazas más bonitas. Frente a ésta se levanta el castillo que hizo construír Ana de Bretaña con el fín de no controlar y protegerse de los que llegaban de otros lares, si no de los propios habitantes de la ciudad amurallada, ya que éstos tenían un carácter eminentemente independiente y muy fuerte, por lo que no querían someterse al dominio de los duques de la Bretaña. 

En el castillo presiden en lo alto las banderas de Francia y de la Bretaña, aunque la bretona está situada en un punto más alto que la francesa, debido a un exclusivo privilegio que disfrutan los bretones desde finales del siglo XVI. Durante cuatro años fue, Saint-Malo, una ciudad independiente.

En la bahía de Saint-Malo se divisan diferentes pequeñas islas y fortalezas que se levantaron para proteger a la ciudad de los enemigos ingleses y holandeses. No se debe pasar por alto que ésta era una zona muy rica debido a la pesca, especialmente del bacalao.

También se divisa la isla de la Gran Tumba, donde se encuentra enterrado, por expresa voluntad suya, el escritor Chateaubriant, para continuar, según él, el diálogo con el mar.Este personaje, no obstante, desde los 8 años de edad que es cuando se marchó de su ciudad natal nunca más vivió aquí, sino que lo hizo muy cerca de París, donde murió. A un tiro de piedra de la isla de Chateaubrint, están otros islotes dotados con unas playas privilegiadas, de arena fina y aguas limpias, y totalmente descontaminadas, siendo a su vez reconocidas en toda Francia.

Una de las piezas arquitectónicas que reclama y justifica una visita es la catedral, empezada levantarse en el siglo XII, de estilo gótico, aunque en su configuración actual se suman otros estilos, ya que fue bombardeada y destruída, por lo que se levanto en gran parte en el transcurso de los siglos posteriores. Tiene una particularidad y es que está estructurada en tres niveles, cosa inedita en el mundo.

 

 

Quiberon, la costa salvaje de Francia

 

 

La península de Quiberon tiene dos ciudades: Quiberon y san Pedro Quiberon. La primera tiene censados 5.000 habitantes, y la segunda, 2.000. La singularidad del lugar es la zona salvaje. La gente viene a respirar y disfrutar de la naturaleza. La costa salvaje se extiende a lo largo de 15 kilómetros. En ésta se puede realizar senderismo y practicar el surf, la vela, además de disfrutar de diminutas playas, y de excursiones guiadas para conocer la flora y la fauna.

Hay censados 15 campings y 20 hoteles, y unos 40 restaurantes que proponen sugerencias a base de mariscos y pescados extraídos de las aguas del Atlántico.

Quiberon presta una gran atención a los niños. Para ello tienen cada día, en verano, actos especialmente destinados a éllos, con escenificación de cuentos y conciertos musicales, escuelas, bricolajes…



La cultura de la pesca es algo muy importante en Quiberon, por ello se organizan rutas turísticas-didácticas para mostrar una parte de lo que ha sido y aún continúa siendo la pesca para los quiberonenses.

Los bizcochos tienen una merecida fama. Es, casi, obligado comprarlos, ya que su sabor nada tiene que ver con los clásicos pasteles que podemos encontrar en cualquier rincón del mundo: son, sencillamente, diferentes.

A pesar de Carnac es el lugar por excelencia de las piedras megalíticas, Quiberon cuenta con un censo importante de estas trabajadas formaciones de la época neolítica. Todos los pueblos que están situados en la costa salvaje tienen su origen en esta época histórica. En total, 22 pueblos se sostienen en el lugar, que con el paso del tiempo se han vuelto pescadores. San Pedro Quiberon es donde se recogen las piedras más valiosas del Neolítico bretón, con 27 unidades.

La costa Salvaje es una costa de piedra, donde tan sólo hay tres playas: la playa de Puerto Bara; Puerto de los Panes; y Puerto Blanco, con la casa de los aduaneros; y otra que es el Puerto Rhu. En la bahía de Quiberon solamente hay playas, pero de una excelente calidad de arena.

Desde el puerto María, salen diariamente los pequeños barcos que emprenden rumbo hasta los islotes “Pato” y “Patito”, nombres traducidos al español del francés. La zona cuenta con 365 islas deshabitadas, a excepción de la isla de los Monges.

Una de las maravillas de Quiberon es su castillo de Turpault, construído en 1904 por un industrial de la seda de Cholet. Durante la Segunda Guerra Mundial fue ocupado por los alemanes. Actualmente es propiedad de un ex-militar francés, de nombre Reichard. Entre las anécdotas que brinda éste, cabe destacar el que sido un escenario natural para la filmación de películas del cine internacional.

 

 

Sabor bretón en sus restaurantes

 

La Table d’Eugénie, de Rennes, es un pequeño restaurante situado en 2, rue des Dames. Es un punto donde encontrarse con la cocina de la tierra y al mismo tiempo con platos de la tradicional.

Abre solamente por la noche, y su chef y propietario Erwan Hergué prepara sabores autóctonos de la gastronomía bretona. Su especialidad más reconocida es una especie de olla de carnes y verduras perfumadas con hierbas y especies de la región. La sirve en una pequeña marmita. Es exquisita.

Erwan Hergué también cuenta con otro establecimiento de restauración en Cesson-Sévigné, la Table d’Hippolyte, nombres que obedecen a sus dos hijos. El primero tiene una capacidad para 24 comensales y el segundo para 70, más 50 en la terraza.

 

La Table d’Eugénie

2,rue des Dames

Tel. 00 33 2 99 30 78 18

Fax: 00 33 2 23 30 06 25

35000 Rennes

(Bretaña)

E.mail: latabledeugenie@latabledeugenie.com

 

 

Crêperia Le Gallo, crepes salados y dulces

Una de las simbologías de la cocina rural y actual de la Bretaña son las creperías. La historia de éstas se pierde en la noche de los tiempos, sin saber con exactitud en que tiempo tuvieron el principio de su historia. Se sabe con certeza que los crepes han sido alimentación de recurso en la Bretaña, de cuando los alimentos en la región eran escasos. Las zonas rurales con la harina negra, de no mucha entidad gastronómica, prepararaban comida, algo para saciar el apetito. Venía a ser, casi siempre, esta masa hecha al fuego en una crepera en la que ilustraban con algún alimento que tenían a su abasto. Tanto podían ser, verduras, algún trozo de pescado que conseguían de la pesca, como huevos, o en la vertiente dulces, mermeladas caseras.

Los bretones, consultados sobre este tema, aseguran que los crepes no son la gastronomía autóctona de la zona, aunque la verdad sea dicha, por toda la zona se vislumbran carteles con el nombre de crêperie.

En Saint-Malo, surge una de éstas, muy sencilla, pero llevando a cabo unos crepes variados tanto en salados como en dulces, y regados como es preceptivo con la sidra de la Bretaña. 

 

La Fleur de Sel, la flor de la cocina

Cabe calificar de muy buena la cocina del restaurante de la Fleur de Sel, de Dinan. Está regentado por un equipo de cuatro jóvenes profesionales de la restauración muy cultivado en las labores de la gastronomía. Merece y justifica una visita. Los precios no son abusivos, si no todo lo contrario, mantienen una excelente relación calidad-precio-servicio. Una invitación a descubrir colores, olores y sabores bretones.

La simfonía de verduras, pescado y especies que ofrece su chef es un canto armonioso destinado a abrir la sensibilidad de las papilas gustativas. Los platos de pescado son auténticos, frescos, de calidad y sin trampa ni cartón: son, simpelemte, frescos y de excelente calidad.

 

 

Crêperie Le Gallo

21, rue de Dinan

35400 Saint-Malo 

E.mail: yannck.pinsard@wanadoo.fr
La Fleur de Sel

7, rue Sainte Claire

Tel. 00 33 2 96 85 16 66

22100 Dinan

 

Le Saint-Marc, “santo cielo…”

 

La Bretaña , este año 2007, está de moda, más que nunca, su cocina. Los mejores manteles, las mejores mesas y los mejores vinos bretones están de actualidad. Es, éste, el año de la gastronomía de la Bretaña.

Saint-Marc, “santo cielo…” exclamé al final del ágape. Que recital de buenas proposiciones presentadas en la mesa, que se alejaban hasta el infinito de los aburridos crepes que ofrece la zona. Al final del ágape, cabía la posibilidad de levantarse a aplaudir la gran interpretación culinaria hecha por sus chefs, como se hace al final de un concierto musical de Mozart, o de cualquier estrella de la música clásica. “Chapeau”.

 

 

L’Azimut, mesas y sabores de Bretaña

 

El listón se situa en lo más alto. El podium lo corona L’Azimut, de la Trinité-sur -Mer. Sublime y antológica fue su cena. Para marchar de la región pensando que el año gastronómico estaba más que justificado, ya que si a la merecida fama que goza la región del noroeste de Francia, se le obsequia con el valor añadido que sus restaurantes están poniendo en la mesa con este motivo, la Bretaña justifica un viaje por si sólo, por la cocina, y por su puesto, por la belleza sin igual del entorno, con pueblos y pueblecitos vestidos con flores, y más flores…un espectáculo único y garantizado.

Los platos de pescado, con ostras de Concale, mejillones, ahumados y frutos del mar de la región de gran sabor, que nada tienen que ver con estas mismas especies de otros lares del Atlántico, ponen una nota alta a su gastronomía.

 

 

 

Le Saint-Marc

Place Saint-Marc

Tel. 00 33 2 97 74 00 49

Fax: 00 33 2 97 74 07 36

56800 Ploërmel


L’Azimut

1, rue du Men-Du

Tel. 00 33 2 97 55 71 88

Fax: 00 33 2 97 55 80 15

56470 Trinité-sur-Mer

E.mail: azimut@charme-gastronomie.com

www.charme-gastronomie.com

 

Turismo de la Bretaña

Información: Teléfono: 900 963 380

www.vacaciones-bretana.com (informaciones)

www.viajes-bretana.com (reservas)

 

 

Enric Ribera Gabandé

E.mail: riberaenric@telefonica.net

www.rutasviajeras.com

 

 

BEBIDAS - COCTELES - ZUMOS Y JUGOS DE FRUTAS

 

 

 

LIBROS DE Cocina - Vinos  RECETAS DE COCINA INTERNACIONAL - RECETAS SEMANA SANTA  

 

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