Robert
Parker, ¡mitos fuera!
Enric Ribera Gabandé
A
mí que no me vengan con historias del “gurú” Robert
Parker. Yo quiero ser yo mismo, no que me diriga un experto que
sabe mucho del vino, pero nada más. Nadie discute que tiene sus
particulares criteros, sus valoraciones orgonolépticas y de
cata de los vinos, y que ofrece prefijados criterios en función
de sus preferencias vínicolas o de negocio.
Con
ello, no pretendo desmitificar a Parker, ni poner en duda sus
amplios conocimientos en esta materia, pero si sostenerme en su
descabalgamiento como “dios” del vino. No hay “dioses”
vivientes, hay profesionales que tienen su criterio, su teoría,
su ángulo de valoración de los caldos. Aunque frente a estos,
deben prevalecer los propios, los que uno sabe sacar de cada uno
de los vinos que se le presentan en la mesa.
Es
sabido que contra gustos no hay nada escrito, aunque se han
escrito opiniones personales muy interesantes en vinicultura que
uno puede estar de acuerdo con ellas o no. A mí, por ejemplo,
me gusta un vino tinto (jóven) que a pesar de que haya
permanecido un tiempo en barrica manifieste las excelencias de
la fruta, sin olvidarme de los tanínos. Por el contrario,
Parker, según deduzco de sus conclusiones, enaltece los que
manifiestan una excelsa estructura a pesar de ser jóvenes. No
comulgo con esta opinión, y no por ello no quiero decir que a
lo mejor no tenga razón. Pero ¿Qué razón?, si al fondo del
tema cada uno tiene su razón, su opinión y su verdad.
En
Fenavin, según recoge www.vinealis.com
, voces muy autorizadas de la temática del vino a nivel
internacional han hecho una apología desmitificadora en la línea
de los “vinos tintos “parkeritas” de mucha concentración
que no dejan ver el fondo de la copa, impulsando una tendencia
hacia la creación de vinos imbebibles”, según puso de
manifiesto en su intervención el prestigioso periodista
norteamericano Gerry Dawes, uno de los participantes en la mesa
redona “Presente y futuro de los vinos españoles en los
mercados tradicionales”.
Todos
somos en cierta manera responsables de la idiolatricación
internacional de Parker, aunque yo, a fuerza de ser sincero, no
tanto, por que no es que pretenda ser pedante con ello, ni mucho
menos, si no que pienso que tengo critero propio (como todos lo
teenen), y por encima de todo, unos perfíles de sabor personal
que no los dejo manipular a nadie.
Pienso
que detrás de Parker, funciona un esquema de negocio, de hacer
dinero fácil y “jugar” con el sentimiento y el trabajo
cotidiano de muchos bodegeros, empresarios, vinaterios e
industriales del mundo del vino que se someten a su critero para
alzarse hasta los altares o esperar pisando la tierra una nueva
oportunidad dictada por el “mago” norteamericano.
¡Mitos
fuera!