Cap.XLVII / (38ªEt.=25,0Km) OURENSE -CEA
(29 Septiembre, Miércoles)
A las 7 de la mañana coincido con varios
peregrinos en la gran mesa del comedor-cocina. Son
extranjeros y nos limitamos a intercambiar saludos por
señas porque aún duerme la mayoría; procuramos no hacer
mucho ruido. Cuando destapo mi lata de sardinillas se
esparce inevitablemente su intenso aroma y me limito a
sonreír por mi ‘ocurrencia’… Consumo las sardinas con
media barra de pan, mientras voy preparando entre bocado
y bocado el almuerzo de F: unas lonchas de
jamón sobre la media barra restante, bien regada con un
chorreón de aceite. Termino mi pan, y aún quedan en el
envase 3 o 4 suculentas sardinitas...; la lata, comprada
en nuestro paseo de la víspera, ha resultado algo más
grande de las que suelo utilizar diariamente para mi
desayuno. Miro entonces a la concurrencia, y ofrezco las
sardinas restantes a los compañeros de mesa con gestos
convincentes, haciéndoles ver que no se trata de un mero
formulismo… Junto a mí se sientan dos ingleses que
declinan rápidamente la oferta, pero un desenvuelto
francés situado enfrente no duda un segundo en aceptar
la oferta y me alarga medio bollo, que le relleno con el
resto del envase. Me esmero y se las preparo como suelo
yo comerlas: abriéndolas con mi navajita, sacando la
espina y esparciendo el aceite sobrante sobre todo el
pan… El francés devoró con notoria satisfacción su
imprevisto desayuno, haciendo aspavientos a los
británicos por lo rico que estaba.
Antes de levantarme de la mesa decido aprovechar los dos
extremos de la barra de pan y unos restos del jamón, con
los que me preparo un par de tapas para poder acompañar
a F a la hora de su almuerzo.
Se incorpora Francesc a las 7,30h, y
salimos del Refugio rumbo al primer
establecimiento donde podamos tomar café. Es noche
cerrada y nos dirigimos hacia los aledaños de la
catedral… Me encantan las salidas nocturnas cuando
estamos en ciudades o pueblos importantes. A estas horas
la visión del entramado urbano de Ourense es
mucho más sugerente que la percibida en la tarde
anterior; surgiendo ante nosotros algunas imágenes que
valdría la pena conservar en nuestra cámara digital.
Aunque amaneceres y atardeceres solo favorecen las fotos
en campo abierto, y no en el interior de poblaciones con
edificios altos donde predominan como es nuestro caso
los muros de oscura piedra, logro algunas fotos
interesantes. Nos ha favorecido tener un día muy claro,
que permite obtener buenas imágenes sin flash. Un par de
ellas en la estrecha calle don Juan de Austria,
donde hemos desayunado; cuyo enlosado y viejos muros
brillan ahora bajo la luz amarillenta de las farolas. La
calle desemboca en el paseo principal de Ourense,
justamente ante el espectacular frontis de la iglesia de
Santa Eufemia (barroco s. XVIII), cuya
torre se perfila en el centro de la instantánea que se
adjunta (img
nº1).
< img 1:
(Ourense) buscando un Café en la
rúa D. Juan de Austria (7.34h) // enfilando el
puente romano (k1.2-7.59h)) >
Cruzamos el puente romano a las 8 de la mañana,
aún de noche
(img nº1der).
Tras él parte una pista que nos aleja de los suburbios
de la ciudad, y pronto iniciamos una fuerte pendiente
que no decrecerá hasta pasado Cudeiro, tras una
hora de marcha. Poco antes de alcanzar ese pueblo nos
adelanta haciendo alardes un peregrino cuya cara me es
conocida. Miro hacia atrás y veo venir otros tres, que
reconozco como el grupo francés que había desayunado
conmigo en el refugio; estos llevan una marcha normal.
Francisco y yo intercambiamos una sonrisa cuando
al pasar “correcaminos” nos saluda todo orgulloso,
acelerando notablemente el paso a grandes zancadas… Ya
conocemos este ‘perfil de peregrino’, es de los que
gusta picarse con los demás para encontrar una
motivación extra de carácter deportivo…
--
Cuando vea que no ‘entramos al trapo’ no tardará mucho
en desinflarse… -- le comento a F, que
asiente poniendo en duda que llegue a terminar el viaje.
Como antes apuntaba, estamos habituados a ver este tipo
de “paveros”, que suelen acabar tirados en cualquier
albergue o cogiendo el autobús poco después… Acostumbra
a ser gente joven, pero en este caso nos ha sorprendido
por tratarse de un tipo que aparenta estar ya cerca de
los 70…
A las puertas de Cudeiro alcanzamos el Pazo de
Soutelo, bajo una incipiente luz diurna que se
filtra entre la liviana barrera de nubes del horizonte
oriental. No tenía ninguna nota en mis apuntes
concerniente al mismo, pero el escenario me sorprende
gratamente. Aunque es pronto, le sugiero a Francesc
que siga adelante para no perder ritmo, y me tomo unos
minutos para examinar el entorno y saca algunas
imágenes. Luego, cuando finalizando la jornada en Cea
pasaba el borrador de incidencias de la etapa, decidiría
incluir la descripción del lugar en una nota
aparte; porque el armonioso conjunto de espacios y
edificaciones de este solar gallego lo merece (Véase
img nº14 y Nota 11 al final del capítulo).
< img 2:
(Cudeiro) iglesia de San Pedro
(k4.3-8.42h) // duro ascenso del Camiño Real
hacia Sartédigos (k4.7-8.47h) >
El paso por Cudeiro es muy breve por tratarse
de un pueblo pequeño; solo conservo memoria gráfica de
la sencilla iglesia y un pequeño crucero frente a ella
(img
nº2izq).
Atravesamos el centro urbano, y continúa aún el duro
ascenso del puerto por el Camiño Real de Cudeiro;
una pista con el clásico embaldosado gallego, por la que
subiremos hasta alcanzar las inmediaciones de
Sartédigos
(img nº2der).
Discurre a partir de ahí nuestro Camino por una
planicie muy agradable, en la que durante un rato
disfrutamos de buen sol y excelente entorno natural.
Junto a la pista hay algunas casas aisladas de moderna
construcción, aparentemente utilizadas como vivienda de
fines de semana y vacaciones. Pero lo que predomina en
la zona son los campos de cultivo y parcelas sin
edificar, perfectamente valladas en su mayoría. En una
de ellas encontramos junto al Camino un par de
arbolitos que llaman la atención, cargados con racimos
de fruto color anaranjado. Pruebo uno de ellos y le
encuentro un sabor agridulce que no me acaba de
convencer, aunque por su textura parece estar maduro. Me
pica la curiosidad por conocer su nombre y tiro de
cámara digital para estudiarlo después
(abajo img
nº3izq);
luego averiguaríamos en casa que se trata del
níspero de invierno…
(Nota 12 al
final del capítulo). Poco después
nos topamos con un exuberante roble de mediana altura,
que por su perfecta copa semiesférica evidencia ser
relativamente joven. Está cargado de brillantes bellotas
de un tamaño muy superior al que suele verse
habitualmente. Le hago hincapié a Francesc de
este detalle y se queda literalmente fascinado cuando
colocándose bajo el árbol logra acariciar los sedosos
aquenios. Como F. tiene mucho terreno en su
finca del Baix Empordá
(prov.Girona)
se pone a recoger bellotas para echarlas al bolsillo;
piensa plantarlas allí en cuanto regresemos. Tras
sacarle unas fotos en este trance
(img nº3der)
le
ayudo en la recolección, mientras especulamos ante la
posibilidad de pasear algún día bajo el nuevo bosque,
sin tenernos que agachar demasiado…; aunque todos
sabemos que el roble es un árbol de crecimiento muy
lento.
< img 3:
(cercanías de Sartédigos) níspero
de invierno (6,4-9.13h) // exuberante
roble ’carballo’ (k7,2-9.22h) >
A las 10,15
estamos en el Concello de Amoeiro, según vemos en
el cartel situado junto a una carreterita local. Por
esta zona las pistas se cruzan frecuentemente con
carreteras y hay que seguir muy atentos las marcas para
no desviarse del eje del Camino. Junto al citado
cartel nos encaminan las señales por una buena pista
asfaltada, que se adentra entre bosquecillos de jóvenes
pinos. En la dirección opuesta aparecen indicadas las
poblaciones de Vendanova y Madrosende,
lugares que no figuran en ninguna de nuestras
anotaciones y mapas..; algo que ya no me sorprende,
porque por esta zona de la geografía orensana son tantos
los topónimos y pequeñas aldeas que no tienen cabida en
ningún mapa de escala manejable…
Como decía
anteriormente, hoy es importantísimo ir muy atento a las
marcas amarillas; porque tenemos fijado en Cea
nuestra meta de la jornada, y no conocemos otras
alternativas apropiadas. Por otro lado, también hemos
decidido ir siempre que sea posible por pistas y
caminos, ya que el terreno es favorable para ello. Según
los apuntes tendríamos que pasar por un pueblo llamado
Tamellancos, pero no vemos ni un solo
cartel que nos indique próximos destinos, de manera que
solo nos queda seguir atentos con las marcas…
Sobre las 10,30
(ya en el concello de Villamarín) el
camino asfaltado se convierte en buena pista de tierra
al adentrarse por un precioso bosque de castaños y
robles, siendo espectaculares los primeros. Es la hora
del almuerzo de F, y decidimos parar un
rato; pero a mí me sugestiona el bello entorno, y solo
tardo 2 minutos en salir cámara en ristre, en busca de
buenas imágenes por los senderos que lo cruzan… (ver
abajo img nº4 y Nota 10 que sigue)
< img 4:
(concello de Villamarín) una corredoira
encantada… (k12,3-10.40h)>
-Nota10-
Una
mágica “corredoira”.-
Estamos en una zona muy llana, y a derecha e
izquierda me extasío ante una vieja corredoira,
mucho más estrecha que el camino principal; invadida
por el musgo, la hiedra y los helechos, posiblemente
por estar hoy prácticamente en desuso.
Afortunadamente, la cobertura de los grandes
castaños no ha permitido que el sotobosque impida
la serpenteante perspectiva de este ancestral camino
rural. Veo perfectamente conservados los muretes de
toscas piedras que lo delimitan, con su alzada
habitual de en torno a 1 metro. La profunda visión
de la corredoira, encajada entres esas viejas
rocas, embutidas en su verdeante y plateada librea
de musgos y líquenes, supondrá una imagen impagable
para el recuerdo de este viaje; la imagen de un
trozo de naturaleza aparentemente congelado,
impasible al paso del tiempo… Nos encontramos hoy en
un escenario ideal para el rodaje de clásicos
infantiles, como “La Bella durmiente” o
“La Casita de Chocolate”; pero deberemos
conformarnos con darle una y otra vez al disparador
de la cámara, porque el Camino sigue, y ya no
somos niños…
Estoy cámara
en ristre, inmerso en la magia que me rodea, cuando me
viene a la memoria que guardé un par de tapas de jamón
en la mochila… En ese momento se rompe el encanto, la
magia se transforma en hambre y decido ‘matar’ a esa
incómoda compañera… Miro por tanto a través de la
enramada, que me impide un fácil acceso al camino
principal, para comprobar que Francisco sigue en
el mismo sitio donde lo dejé... Sin perderle de vista
luego, me dirijo recto hacia él sorteando barreras
vegetales, para sentarme en una gran piedra junto a la
pista; donde tras descargar mi lastre en el suelo, me
pongo a saborear a gusto ese par de bocados que tenía
preparados.
A las 10,50
reanudamos nuestra ruta y pronto alcanzaremos
Bouzas. Esta población, que puede rondar en la
actualidad los 500 habitantes, es de las mayores que
encontraremos por estos contornos. Pasamos primero por
una zona relativamente moderna donde, cosa rara, vemos
un par de vecinos atareados en el patio de su casa. Pero
resulta aún más extraño, dada la escasa afluencia de
peregrinos por esta ruta, el ‘sorprendente’ encuentro
que tuvimos en el lugar con una peregrina
solitaria, que deambulaba tranquilamente a la entrada
del mismo. Cuando la adelantábamos, vimos que se detenía
curiosa (como yo) a observar cada rincón del pueblo;
entre ellos una formidable vivienda fortificada, y su
impecable hórreo
(img nº5izq).
< img 5:
(Bouzas -c. Villamarín-) vivienda
fortificada (k13,2-11.10h) // vista parcial era
medieval 50m diámetro (k14,3-11.25h)>
Y como va de
sorpresas una tercera; al cruzar el centro del lugar
encontramos en el jardín de una casa uno de esos
detalles amables que nos hacen más grato el Camino:
los propietarios han instalado junto a la valla un
grotesco grupo de muñecos, que saludan con su cartel de
bienvenida a los peregrinos que pasan... Finalmente,
saliendo de esta interesante población pasamos junto al
conjunto de edificaciones en ruinas que evidencian la
localización del Bouzas histórico, y en este
lugar hallaremos la mayor sorpresa de todas: coronando
la breve colina donde se asienta la localidad topamos
con lo que sin duda fue la gran era comunal del
pueblo viejo, actualmente en desuso. El progreso, que
han traído al sector cerealista las grandes máquinas
cosechadoras, acabó hace tiempo con las actividades
tradicionales de la trilla y sus derivadas
(img nº 5
der. y Nota 13 al final del capítulo).
Alrededor de la
era localizamos hasta 6 hórreos en estado
ruinoso, pero por el gran diámetro del contorno de la
instalación seguramente debieron existir en su tiempo
algunos más. Este auténtico monumento etnográfico
llama poderosamente la atención por presentar además
otras peculiaridades: 1ª) fue asentada sobre un
afloramiento muy plano de piedra natural, en apariencia
con escasos retoques, 2ª) sus dimensiones exceden con
mucho de las habituales (le calculo unos 50 metros de
diámetro). Nos chocaron bastante las notables
dimensiones de la tradicional instalación agrícola,
junto a un lugar tan pequeño como Bouzas; pero en
ese momento no sabíamos de la importancia que tuvo el
sector cerealista de la comarca en el pasado; lo
sabremos cumplidamente al llegar a Cea, su
capital.
< img 6:
(límite concellos Villamarín-Cea) ponte Sobreira
sobre río Barbantiño, -origen medieval,
reconstruido 1755- (k16-12.05h)>
Alcanzamos a las 12,05 el Ponte Sobreira,
cercano al pueblo del mismo nombre que no vemos. Es una
obra muy bien conservada del siglo XVIII, que permite el
paso sobre el río Barbantiño. Al cruzarla se
puede leer en una de las piedras del pretil la fecha
1755, grabada por los canteros. Es sin lugar a dudas
el año de su última restauración, confirmando datos que
figuran en los archivos históricos. En su conjunto, se
trata de un lugar muy pintoresco, al que el puente
imprime un aire romántico incuestionable; no en vano fue
reconstruido en el siglo del romanticismo por
excelencia. Aunque de poca alzada y longitud: unos 6m
sobre el lecho del río en su punto álgido y 30 de
amplitud, impresiona por sus bellas proporciones. Tiene
ambos estribos sólidamente asentados sobre los márgenes,
y un tramo central apuntado que se apoya sobre el único
arco (de medio punto) que salva el cauce. Quizás lo más
característico de este puente sean las amplias
embocaduras de entrada y salida, delimitadas por
sillares de granito bellamente moldurados que facilitan
el acceso desde ambas orillas. Vemos el río remansado
por esta zona, encajonado en un tupido bosque galería
formado por avellanos, alisos y otros
árboles de ribera
(img nº6).
Tras
el Ponte Sobreira entramos ya en el municipio de
Cea, en el que atravesaremos aún varias aldeas
pintorescas antes de finalizar la etapa. En primer
lugar, a escasos metros del puente cruzamos
Faramontaos; un pueblin en ruinas donde nos
encontraremos un hórreo de 4 tramos, de los mayores que
hemos llegado a ver por aquí. Un km después alcanzamos
Biduedo, coronando una colina donde abundan las
mimbreras y pequeños huertos. En ese lugar
capturo con mi cámara un pintoresco rincón que me
apetece conservar. Se trata de una pequeña vivienda
‘semitroglodita’ con hórreo adosado, que fue construida
en perfecto maridaje con un dolo granítico, de tal
manera que es difícil establecer donde empieza la roca y
termina la casa…
(img nº 7izq).
< img 7:
(Biduedo) hórreo y vivienda
semitroglodita (k18-12.21h) // (Casas Novas)
fuente de agua potable (21-12.45h)>
Finalmente alcanzamos As Casas Novas,
último lugar antes de llegar a nuestra meta,
precedido por un camino empedrado entre viñas emparradas
de uva tinta y blanca. Saliendo de Casas Novas
vemos a la derecha una fuente antigua con agua potable,
y paramos a echar un trago con el que afrontaremos el
considerable tramo que resta
(img nº7der).
Son las 12,45 y aún nos queda una horita para llegar al
destino de la jornada.
Pasado este último pueblo hacemos un poco de provisión
de castañas, que ya empiezan a caer de forma
generalizada. En lo sucesivo y hasta llegar a Santiago,
no nos faltará este energético complemento alimentario.
Por fortuna las de aquí son fáciles de pelar, pues su
piel salta sin dificultad sin necesidad de usar la
navaja.
< img 8:
(Cea) rúa Matadoiro, entrando en
el pueblo (k25-13.45h) // “Casa das Netas” -albergue
público-, porche acceso lado sur (13.46h)>
El
tramo de unos 4 km. que nos falta lo haremos ya por una
carretera local asfaltada (OU-901), y arribamos a Cea
a las 13,43. Afortunadamente tenemos muy buena
señalización, que en pocos minutos nos conduce a su
excelente refugio público
(img
nº8).
Se trata de una de las mejores casas antiguas de esta
villa, conocida como “Casa das Netas”, lugar de
residencia durante mucho tiempo de una de las familias
más acomodadas de la localidad. Su restauración y
adecuación como albergue ha sido un acierto y
vamos a estar en él muy bien instalados.
Al
penetrar en la vivienda nos encontramos con que no está
presente el hospitalero, cosa normal por la hora que es.
Pero eso no supone un problema; como peregrinos
veteranos no dudamos en buscar alguna litera por nuestra
cuenta. La gran sala dormitorio ocupa completamente el
piso alto de la casa. Al subir al él vemos que está
escasamente ocupado por el momento, y elegimos
colchoneta inferior en dos literas contiguas, muy bien
situadas ambas junto a una de sus escasas ventanas.
Resuelto el problema, y siendo ya un poco tarde,
decidimos postergar por el momento la ducha,
limitándonos a un escueto aseo para salir rápidamente en
busca de algún sitio donde comer.
< img 9:
(San Cristovo de Cea) dormitorio
del albergue (40plazas) // nuestro rincón junto a
una ventana (fondo izquierda)>
Cuando
bajo al recibidor acaba de llegar una pareja de
peregrinos, procedentes de Lucena (Córdoba), que
salta a la vista son novatos. Es su primer día y no
saben a qué atenerse, de manera que les aconsejo lo que
conviene hacer, es decir lo mismo que hemos hecho
nosotros: elegir cuanto antes una litera. Nos
presentamos y tomo nota de ambos nombres (Araceli
y Paco) porque veo enseguida que haríamos buenas
migas con ellos, parecen de buena pasta. Me dicen que no
tienen credencial, pero les tranquilizo con que no deben
preocuparse de eso por el momento, solo tienen que
reservar su litera y luego ya se arreglará lo demás.
Mientras F acaba de asearse, decido
regresar entonces al dormitorio acompañando a los
cordobeses, que escogen sus colchonetas muy cerca de
nosotros. Quiero aprovechar esos minutos para realizar
varias fotos de la gran sala dormitorio. Me gusta sobre
todo la solución de la cubierta, sostenida por una
estructura de madera
(img
nº9 arriba).
A
las 14h salimos a buscar algún mesón o restaurante, pero
las noticias que vamos recibiendo no son nada
alentadoras. En el panel de anuncios de recepción no
habíamos visto ninguna sugerencia sobre este importante
asunto. Vimos varias notas en él, pero ninguna alusiva
al tema alimentario. Como información, solo había en
lugar destacado una nota comunicando que el hospitalero
titular del albergue había sido operado
recientemente; habiéndose designado un sustituto al que
luego veremos.
< img 10:
(San Cristovo de Cea) plaza Mayor y
su famosa Torre del Reloj // panadería “Pintarolo”,
solo en ella ofrecían comida de cuchara >
Damos de entrada un par de vueltas por en el centro del
pueblo, que gira en torno a su espléndida plaza mayor,
y en la que destaca poderosamente la Torre del Reloj
(img
nº10).
Salta a la vista que Cea es una población
muy interesante, pero nuestro objetivo es
ahora la búsqueda del mesón o restaurante; y por
desgracia todo lo que encontramos se reduce a un par de
bares, donde no ofrecen otra cosa que bebidas y alguna
tapas que no servirían para el caso. La poca información
que logramos arrancar de los viandantes la conseguimos
armándonos de mucha paciencia, porque lamentablemente
vemos muy poco interés en este pueblo por ayudar al
peregrino… Pasados 20 minutos entre idas y venidas,
encontramos alguien que nos da la pista de una panadería
donde suelen preparar platos caseros; con suerte
podríamos llegar tiempo si nos damos prisa. Tras otro
par de bandazos, por la dificultad de encontrar quién
nos precise el lugar exacto de la panadería de marras,
llegamos por fin al establecimiento
(ver
arriba img nº10der).
Habíamos pasado anteriormente ante la casa; pero su
pequeño letrero, poco visible desde lejos, nos impidió
distinguir la ubicación; parece como si sus propietarios
quisieran disimular su nueva actividad, evitando los
celos de otros negocios del lugar….Al llegar
frente al local vemos ese discreto cartel con el título:
“Pintarolo”, y sobre el mismo la imagen de
una hogaza de pan. En el cristal del escaparate hay
además varias pegatinas multicolores, una de las cuales
da otras pistas: “se preparan bocadillos”. Pese a
lo expuesto, habrá tomar buena nota del establecimiento,
el único del pueblo donde sirven por ahora comida de
cuchara; me atrevo a pronosticar que dentro de 3 años
han transformado el negocio en un mesón-restaurante.
Cuando aterrizamos están finalizando su comida tres
ingleses... Alucinamos por lo que llega a correr una
información tan sutil como esta, incluso en el
extranjero; los de fuera están más ‘al loro’ de estas
cosas que nosotros… Es por demás un claro ejemplo de la
utilidad que tiene Internet. En la sala que
encontramos hay el clásico mostrador de una tienda de
pueblo, donde despachan el pan y otras cosas de llevar y
frente a él, junto al gran ventanal -escaparate del
negocio, un par de mesas de cuatro plazas con sus
sillas. Finalmente, junto a la puerta de acceso al local
hay otra mesa pequeña. Nos sentamos en la mesa que dejan
libres los británicos, aunque tendremos que esperar 45
minutos para que nos hagan el cocido por el que
suspiramos. La jefa nos ofrece alguna alternativa más
rápida en plan bocatas, huevos fritos, y cosas por el
estilo pero nos negamos a eso. Ya hemos reiterado otras
veces que el peregrino busca normalmente comida de
cuchara, por lo menos en la colación principal del
día… Levanto la vista, y distingo a la pareja cordobesa
en la mesa situada junto a la puerta. No los habíamos
detectado al entrar, y nos están saludando ahora alzando
la mano muy sonrientes...; estos también se han
espabilado pronto para ventear el caldero antes que
nosotros…
Como la cosa va para largo empezamos por pedirnos un par
de cervezas con unas aceitunitas para amenizar la
espera… En esas estamos cuando ingresa en la panadería
una chica delgada, vistiendo pantalón corto y con toda
la pinta de peregrina despistada… Como tenemos
suficiente sitio la invitamos a sentarse con nosotros,
pero ella rehúsa porque está a punto de quedar libre la
tercera mesa que hay por allí y encuentra más cómoda
esta opción.
Llegan por fin nuestros platos, y nos comemos muy a
gusto el cocido, con un buen trozo de empanada
y el habitual vino con gaseosa. Luego se acercan
los lucentinos, con los que entablaremos conversación
mientras esperamos que nos sirvan a todos el café. En
plena charla pronto saldrá a relucir el tema del “oruxo
carballado”, y Francesc sale disparado
hacia el refugio a por la petaca. Cuando tenemos
compañía nos encanta compartir estas cosas, es la sal
del Camino, aunque lo de cargar con esa petaca
supone un peso extra de 400 gr… Yo ya he aconsejado más
de una vez a mi colega que la deje en casa, pero es muy
duro de pelar, y está demasiado bien acostumbrado a
bautizar su café con un chorrete de este exquisito
oruxo de producción propia. Claro que, cuando tras
el café remojamos la lengua todos con el brebaje,
y llega luego algún elogio: se le ilumina a F
el semblante de satisfacción, sintiéndose doblemente
compensado.
Hicimos una tranquila sobremesa con nuestros nuevos
amigos, y llegamos un poco tarde ya al Refugio:
sobre las 17h. Tocaba ahora pasar por la ducha, antes de
descansar un poco en la litera; pero nos encontramos con
la desagradable sorpresa de unos ‘servicios’
literalmente empantanados... Es el único problema
importante que hemos encontrado en este albergue:
los servicios son muy escasos para la
capacidad de la casa. A la hora en que nos
disponíamos a usarlos nosotros, ha debido pasar ya por
ellos el resto de peregrinos (éramos 22 en total).
Además, y para nuestra desgracia, los últimos no han
sido nada solidarios, dejando impracticable el acceso a
las duchas: tuvimos que recoger toda el agua del suelo
antes de entrar.
<
img 11: en antigua “Casa das Netas”
(rúa Santo Cristo
s/nº)
Albergue da Xunta
S. Cristovo de Cea //
atrio y acceso tendedero>
A las
18,30 decidimos salir a dar una vuelta por el pueblo,
para observar con más calma su arquitectura urbana, que
hallaremos muy bien conservada. Tenemos una tarde
bastante fresca, porque mientras descansábamos ha
descargado un chaparrón y el agua rezuma por todas
partes. Para empezar, mientras F se
incorpora obtengo algunas fotos exteriores del
albergue, con interesantes rincones como el
atrio de entrada y la escalera de acceso al
tendedero y al hórreo
contiguo
(doble
img nº11).
No
más salir luego, nos tropezamos en la calle con la chica
que habíamos visto en casa ‘Pintarolo’. Sigue más
que ligerita de ropa pese al mal tiempo; con calzón
deportivo corto y el chubasquero por encima, mostrando a
las claras ir aterida de frío… Nos saluda
apresuradamente y sigue su camino, opuesto al nuestro.
Luego la conoceríamos en el albergue: se llama
Isabel, viene de Valencia y es su primera salida al
Camino de Santiago. Coincidiremos con ella a
menudo en las siguientes etapas.
El
centro histórico de Cea se articula en
torno a la gran plaza Mayor, donde ya habíamos visto su
construcción más notoria: la esbelta torre del
reloj; cuadrangular, con cuatro esferas
orientadas a los puntos cardinales y su correspondiente
carillón de campanas para el toque de las horas. La
torre, de unos 30m de altura, tiene dos cuerpos
levantados íntegramente con sillares de granito y un
airoso remate reticulado de hierro roblonado. En su base
porticada hay sendas fuentes con pilón en las cuatro
esquinas. Nunca encontré algo parecido en mis correrías
por el Camino
(más
arriba img nº10).
< img 12:
(Cea) hórreo restaurado y
antiguo “forno da Eira, en el cruce rúas
Matadoiro y Fondo do Lugar // el
famoso pan de Cea >
Pero
la villa de Cea tiene renombre desde antiguo por
otro motivo: su excelente pan, cuya
producción se repartía en la época dorada del pueblo por
media Galicia; conservando todavía la única
denominación de origen del oficio a nivel nacional
(img
nº12der).
Durante nuestro recorrido nos paramos a mirar desde
fuera el emplazamiento de algunos de los más famosos ‘fornos’
históricos del pueblo, leyendo en los expositores que
hay para información pública los detalles de su
funcionamiento y otras referencias de su pasado
esplendor. El centro neurálgico de esta importante
actividad estaba en las parte baja del pueblo, en la
intersección de las rúas Matadoiro, Fondo do
Lugar y Forno da Pena, donde hay una pequeña
plaza actualmente. En su entorno se pueden ver aún tres
de esos fornos históricos y un
hórreo; elementos que por supuesto no están
actualmente en servicio
(img
nº12).
No obstante la localidad sigue produciendo hoy día una
importante cantidad de pan en los 16 modernos obradores
de que dispone, según nos informa uno de los carteles
que vemos en la citada plaza.
Durante el recorrido por el centro histórico hemos
logrado encontrar un pequeño colmado, donde nos
aprovisionamos de todo lo que necesitamos. Mientras lo
buscábamos, hemos ido indagando también sobre el
paradero de la iglesia, cuya torre no veíamos por parte
alguna… Porque queríamos asistir luego a misa, como
solemos hacer siempre que podemos cuando estamos en el
Camino. Nos han dicho que aquí se celebra todos
los días a las 20h; pero volvemos a vernos con problemas
informativos: no logramos localizar la iglesia
parroquial; cosa rara porque suele ser un edificio que
destaca netamente del resto, sobre todo en pequeños
pueblos como este, con casas de una o dos plantas a lo
sumo. Tampoco logramos ver señales relativas a la misma
en el centro urbano; hasta que siendo ya las 19.50h nos
vemos obligados a preguntar en una tienda. Con gran
sorpresa, nos informan que la Iglesia parroquial está en
las afueras del pueblo, como a 2km. del centro…
Nos quedamos literalmente patidifusos; siendo Cea
una población de indiscutible categoría, por su historia
y actual estatus, y capital del concello
homónimo, nos sorprende que no tenga su iglesia
parroquial en sitio céntrico y lugar destacado... A todo
correr, y siguiendo indicaciones del vecindario nos
dirigimos a un lugar apartado de la población, en campo
abierto; y allí localizamos siendo ya las 20.05h, casi
anochecido y sin iluminación pública en el entorno, la
austera aunque armoniosa iglesia de S. Facundo,
de nave única y ábside rectangular
(img
nº13).
< img 13:
(Cea) iglesia parroquial de San
Facundo (de fundación románica s.XIII- muy
transformada) situada a 2km del pueblo>
El
templo es de fundación románica (s. XIII), aunque
con notorias modificaciones posteriores. Se veneraron en
él hasta el s. XVI las reliquias de los santos
Facundo y Primitivo, depositadas hoy en la
catedral de Ourense. Somos pocos en la misa., 14
personas con nosotros, pero eso no resta emoción al
momento: hacemos nuestra reflexión sobre la jornada y
una vez más agradecemos al Creador el haber
llegado hasta aquí satisfactoriamente, rogando luego por
nuestros parientes y amigos cercanos, así como por el
éxito de las próximas etapas…
Ya en la Refugio a las 21h, nos sentamos en una de las
dos mesas de madera del comedor para cenar nuestra
fruta. Previamente hemos charlado con la valenciana
Isabel, a quien mostramos nuestra extrañeza por lo
ligerita de ropa que va, teniendo hoy un tiempo tan
fresco y húmedo. Nos dice que decidió hacer el Camino
de un día para otro, sin apenas tiempo para los
preparativos… Yo le ofrezco a valenciana una de mis
camisas limpias de franela; temo que coja un resfriado
al salir al día siguiente de madrugada, porque las
previsiones no son favorables…; pero me asegura ella que
no la necesitará, que no tiene frío… Charlamos luego con
Paco y Araceli; al parecer tuvieron algún
problema para conseguir la credencial, aunque
según dicen ya tienen encarrilado el asunto. Quedamos
todos en vernos al día siguiente para salir prontito,
porque la etapa será larga.
Como de costumbre, antes de irme a dormir dedico
unos minutos a pasar los apuntes de la jornada.
Previamente he vuelto al charco-lavabo para limpiarme
los dientes, y como era previsible compruebo que no hay
ni rastro de papel higiénico
(Ver Nota
14 al final del capítulo).
Normal, ¿a quién se le ocurre poner solo dos WC y otros
tantos lavabos y duchas para cubrir las necesidades de
un albergue de 40 plazas?... Las señoras lo tienen aquí
algo mejor que nosotros, porque suelen venir en menor
número que los varones, pero supongo que tampoco irán
sobradas en el refugio de Cea... Ellas disponen
de otro módulo idéntico al nuestro; de forma que, si
están alojadas 6 o 7 también pueden tener apreturas en
algunos momentos. Empiezo a imaginarme los problemitas
que vamos a tener a la hora de salir mañana: el atasco
en los lavabos va a ser monumental… El resto del
Refugio está bastante bien, con una cocina
perfectamente equipada, integrada en el salón comedor;
siendo este amplio y bien amueblado. El único dormitorio
del que disponemos, sito en el piso alto, es muy
funcional y mejora lo que suele darse en otros
albergues; siendo ancho su pasillo central en casi
todas las zonas. Tiene 20 literas, repartidas en dos
hiladas paralelas de 10 unidades cada una: total 40
plazas
(doble
img nº9).
Me gustan mucho los acabados, combinando madera, cristal
y acero con los viejos muros de esta casona medieval…
-¡A ver si arreglan lo de los lavabos!.., tendríamos
aquí un albergue de 1ª clase!-…
Me retiro al dormitorio poco antes de las 22h. Ya tenía
montado el catre con el juego de fundas de un solo
uso que nos han dejado sobre las literas. Disponemos
de una manta no muy gruesa y decido coger otra de una de
las literas superiores, casi todas vacías, de manera que
evitaré de nuevo el engorro de desplegar el saco de
dormir. Tras meterme en el cubil las luces deberían
continuar encendidas un ratito todavía, hasta dar justo
las 10, siendo controladas por un autómata cuyo cuadro
de mando no sé dónde demonios está... Es una medida muy
extendida por esta ruta orensana, que evita discusiones,
pero debería respetarse siempre la hora habitual de
apagado. Aunque en esta ocasión alguien ha alterado ese
horario, y se mantienen encendidas casi 20 minutos…; me
lo dijeron al día siguiente porque yo me dormí en
seguida, sobre las 22,05h.
img 14:
el Pazo de Soutelo, a las afueras de
Ourense (km4-8.37h)
-Nota 11.-
El Pazo de Soutelo: Al
desembocar en él me llevo una gratísima sorpresa. Es
el primer pazo galego clásico que contemplo
de cerca; constituido por una serie de edificaciones
que armonizan muy bien pese a sus distintas
utilidades, todas ellas situadas alrededor de una
amplia plaza perfectamente embaldosada, que
cohesiona el conjunto. La magnífica ejecución del
suelo me recuerda la calidad que vimos en Allariz,
pero aquí son mayores las losas graníticas.
El edificio principal destaca sobremanera del resto
por sus altos y austeros muros; es de planta
rectangular y su fachada principal linda con la
plaza. En el centro de la misma vemos la rectilínea
puerta de carruajes, cuyo único adorno es un notable
escudo de armas encastado sobre el dintel, el cual
se conserva aparentemente intacto, sin
restauraciones. En la esquina izquierda de la casa
se eleva una gallarda chimenea, rematada con 5
agujas. El resto de la fachada es de gran sobriedad,
incluidas las pequeñas ventanas, abiertas a
considerable altura. La notable alzada y grosor de
los muros, y la amplitud del edificio explican que
el conjunto de este pazo no tenga (ni
probablemente haya tenido nunca) recinto amurallado
exterior. Cabe pensar que ante cualquier peligro
externo todos sus habitantes se podrían concentrar
en el gran edificio blasonado, que cumpliría
seguramente la función de bastión. Me hubiera
gustado ver este edificio por dentro.
(arriba img nº 14)
-Nota12-
El “Níspero de Invierno”
(ver más arriba img nº3izq),
otro árbol que
identificamos en el Camino:
Es una especie muy decorativa, con hojas ovaladas de
color brillante en el haz y algodonosas en el envés.
Luce en estas fechas unos frutos con el mismo
color anaranjado del níspero común, aunque algo
más pequeños; apareciendo agrupados en racimos de 6
a 10 bayas, casi esféricas y de unos 3 cm de
diámetro. Cuando los pruebo los encuentro ácidos;
aunque según me informaría tiempo después no
madurarán del todo hasta bien entrado el invierno,
cuando el fruto empiece a tener un color canela.
Por su aspecto parece un arbolillo más apropiado
para la decoración de jardines que para la
explotación agrícola. Tanto esta especie como su
pariente mayor, tan corriente en nuestro país, son
de procedencia oriental, pues el níspero común es
originario de la China, aunque se le conoce como
Níspero de Japón.
Merece
destacarse la gran variedad de especies vegetales
exóticas que surgen por doquier en toda Galicia,
claro exponente de que los gallegos han sido y son
gente muy viajera, que emigra y se afinca en
cualquier lugar del planeta… Por lo visto, cuando
algunos de ellos regresan a casa se traen muestras
de la flora de esos países. No es de extrañar que la
mayoría de estas especies foráneas encuentren buen
arraigo en esta privilegiada tierra, porque aquí se
dan los más diferentes climas: desde el mediterráneo
al alpino y desde el tropical al oceánico.
img 15:
La tradicional labor del Trillado en eras;
utilizando el “trillo”, utensilio
agrícola que se remonta al Neolítico (5000a.C.)
-Nota13-
la Era, las tareas
de “trilla” y la “Tahona”,
con otros recuerdos imborrables de mi
infancia :
En 1950,
cuando tenía yo 7 años, pasé un verano con mi
familia materna en Villanueva de la Concepción,
un pueblo de la provincia de Málaga muy cercano a
Antequera, mi ciudad natal. En aquella
época Villanueva no debía superar los 500
habitantes, dedicados a actividades básicamente
rurales, donde predominaban el cultivo del trigo,
almendros y olivar. Mis padres me
enviaron allí ese verano para curar unas afecciones
alérgicas en la piel. Conservo muchos recuerdos de
aquellos tres meses, algunos de los cuales me
resultan entrañables con el paso del tiempo.
Relataré todo lo relacionado con el procesamiento
del trigo, enmarcado con otras actividades propias
de un pequeño pueblo serrano andaluz de la época.
Cada
lunes acompañaba a mi tía Rosario al
amasado del pan en la única tahona del
pueblo, una actividad que requería levantarse a las
6 de la mañana. Mi tía portaba sobre su cabeza un
enorme lebrillo de cerámica, donde acarreaba la
harina y utensilios necesarios para hacer el pan.
Terminada la tarea retornábamos a casa para
desayunar, quedando las piezas amasadas a
disposición del hornero. Luego regresábamos a la
tahona sobre las diez de la mañana, para retirar
los panes aún calientes; entrando ahora por la
puerta delantera, donde tenían el despacho ordinario
para el público en general. Pero la mayoría de
vecinas se hacía su propio pan. Cada una de ellas
marcaba sus piezas tras el amasado con su particular
sello distintivo, y jamás presencié ningún problema
en su identificación. Mi tía hacía siempre siete
grandes panes, redondos de a kilo, uno para cada día
de la semana; suficientes para los 4 miembros de la
familia que convivíamos en casa. Pues bien,
nunca he vuelto a comer (ni a oler) un pan tan bueno
como aquel…, cuya calidad y textura se
mantenían a lo largo de la semana; de manera que el
ejemplar que comíamos el Domingo (6º día tras
su cocción) seguía manteniéndose perfectamente
masticable y bueno al paladar. Recuerdo muy bien
todas las operaciones que mi tía Rosario y
otras vecinas realizaban en la tahona…, pero
pasemos ya a otro asunto. Si entrañable es el
recuerdo del obrador de pan aún lo es más el
de las operaciones de “trilla”…
Coincidió mi
estancia en el pueblo con las labores de siega
y subsiguientes, en pleno mes de Agosto. Durante
dos días viví en directo con unos parientes las
tareas de la trilla, que en la España
de 1950 se realizaban todavía con los tradicionales
aperos de labranza, al menos en Andalucía.
Mis primos, un par de mozos que rondarían entonces
los 18 o 20 años, se ocuparon de que no me perdiera
detalle, porque eran conscientes de que estas faenas
tradicionales iban a desaparecer pronto… Nunca les
agradeceré bastante que aceptaran hacerse cargo de
mí en esas jornadas. Me subía con uno de ellos al
trillo: un tablero de madera arrastrado
por dos mulos con elementos cortantes debajo, y
girábamos vertiginosamente durante media hora al son
de las colleras (véase img.nº15
representativa, montada con fotos
recientes bajadas de Internet).
Amenizaban
mis primos este duro trabajo entonando los populares
“cantos de trilla”, unas canciones
preciosas que años después llegaría a escuchar en
discos, interpretadas por célebres cantantes
flamencos. Una de ellas decía: “esa potra lunanca
tiene un potrito..., con una patita blanca y un
lucerito... etc. etc. “. Aún podría
recitar de memoria dos o tres de aquellas coplas
populares, catalogadas en el repertorio flamenco
como un “palo” que se acompaña únicamente con
el típico ‘son’ de las colleras (ver abajo
Nota adicional). Según he oído,
dichas coplas se han transmitido oralmente durante
generaciones; perteneciendo sus letras al acervo
popular, ya que no se conocen los autores. Tras la
trilla,
pude ver en la tarde del 2º día siguiente cómo
aprovechaban mis pariente el viento favorable pare
iniciar la tarea del aventado,
amontonando la parva a un lado de la era y
lanzando con las horcas grandes paletadas de
mies trinchada al aire…
Finalizada la diaria tarea, salían mis
parientes a tapear con los amigos, recorriendo sin
omitir ninguno los escasos bares del pueblo. Más
tarde recogían a la novia para pasear con ella por
las curvas de la carretera, que se empina
considerablemente en dirección a la montaña
de El Torcal. En el crepúsculo solían
sentarse las parejas en alguno de los malecones
protectores de las curvas, desde cuya altura
contemplaban las tenues luces del pueblo; lejos de
donde pudieran ser observados. Este era uno de los
lugares favoritos para arrimarse y meterse mano…
Pero los chavalines de mi edad también deambulábamos
por allí para observar con curiosidad estas escenas,
sin perdernos detalle, eran parte del aprendizaje… A
finales de Agosto llegaban las fiestas del pueblo, y
la alegría se desbordaba a raudales por todas
partes. La Plaza Mayor y calles colindantes
se aderezaban para la ocasión con sencillos adornos,
amén de un considerable refuerzo en la iluminación
pública. Recuerdo que la gente se vestía con lo
mejorcito, y alternaba paseando calle arriba y calle
abajo para terminar sentándose en alguna de las
atiborradas terrazas de la Plaza; donde compartían
unas cervezas con familia y amigos, durante largas y
ruidosas conversaciones. Todo era bastante simple;
las fiestas consistían en eso: el alterne y la
prodigalidad de unos con los otros...
Las imágenes que conservo de la elaboración del
pan, las tareas en campo abierto y la alegre
convivencia de las fiestas, las veo con la
perspectiva de 60 años como un perfecto equilibrio
entre los quehaceres domésticos, el trabajo del
campo y la diversión. Eran otros tiempos, que no
me atrevo a calificar como mejores ni peores que
los actuales... En cualquier caso, son experiencias
que recuerdo con gran satisfacción. Me considero un
privilegiado por haber vivido todo eso y poder
contarlo.
Nota
adicional sobre el término “collera”.-
Identifica: a) collar relleno de borra para
protección de los animales de tiro, b) un collar de
adorno para desfiles, c) una pareja de animales de
tiro. En las colleras, tanto de faena como
de adorno, se acostumbran a insertar cascabeles,
produciendo al trote un característico tintineo.
-Nota14-
El “primer mandamiento” del peregrino:
Aprovisionarse a tiempo de papel higiénico para
cubrir emergencias
Siempre que coincido con peregrinos novatos suelo
recordarles subrayándola esta norma; que nos enseñó
hace tiempo el diario ajetreo del Camino,
mientras deambulamos de uno a otro albergue.
El papel higiénico es el mejor acompañante del
peregrino, y conviene ir siempre bien provistos
de él porque: a) Sirve para secarse las manos, el
sudor de la frente, el sudor del cuello... etc.,
etc., etc., (lo demás os lo podéis imaginar
fácilmente). b) Es el elemento más liviano de
nuestra mochila, ya que un rollo de 50 metros pesará
como mucho 100 gr., pero es que con llevar dos o
tres metros en un bolsillo del pantalón por ejemplo
es más que suficiente. c) En los albergues no
hay garantías de encontrarlo siempre a
nuestra disposición, porque puede haber
sobresaturación de personal, negligencia de los
hospitaleros, etc. etc.
Con esos antecedentes: ¡lleva siempre encima
esos 3 metros de papel higiénico!. Cógelos
cuando vayas al lavabo en algún bar del Camino,
en el mesón o restaurante donde pares a comer, en
cualquier otro establecimiento que tenga servicios…
Por supuesto, tampoco es mala idea comprarlo al
pasar por algún super, y repartir luego
generosamente ese rollo con varios colegas. Como
último recurso si vas desabastecido, coge ese trozo
de papel de reserva en cuanto llegues a un
refugio, siempre que veas suficiente cantidad en
los lavabos claro... Pero en este caso no lo
dejes para el último momento, porque si no te
provees a tiempo tú lo harán otros más precavidos.
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