Cap.XXXII / (28ªbEt.=21,2Km) BENAVENTE –ÁLIJA DEL
INFANTADO (13 Mayo, Jueves)
Lo primero que hago al levantarme, es pinchar la ampollita que se me
ha formado en el talón derecho. Después de lavarlo bien, me aplico
un poco de crema de jabón y me pongo doble calcetín. La ampolla está
un poco profunda bajo la piel, pero abulta lo suficiente como para
molestar si no se extrae el humor. Al poco rato de ponerme en marcha
apenas la notaba. A las 7 despierto a F, mientras termino de
afeitarme. Veo que se incorpora a medias, pero cuando me dispongo a
bajar se ha dado media vuelta y parece descabezar el último sueño.
Al pasar junto a su habitación también aviso a JL, que ya esta
levantado, para que vuelva a dar un toque a Francesc pasado
un rato…
El Hostal Paraíso, donde nos alojamos, tiene abajo bar
propio. Allí tomo mi desayuno; café con leche y tres magdalenas (por
unos módicos 0,75€). Es una delicia desayunar normalmente después de
3 días sin poder hacerlo. Cuando llegan F y JL yo he acabado ya...
Con la venia de los colegas, me salgo entonces a dar una vuelta
rápida por el centro de Benavente, para sacar algunas
fotografías.
<
foto 1: (Benavente) La
Plaza del Mercado, en el inicio de las tareas propias de esa
actividad (8.20h)>
Hay en esta ciudad dos magníficas iglesias románicas:
Sta. Mª del Azogue y San Juan del Mercado.
Junto a la placita donde se ubica esta última, y conectada a ella
por un breve callejón se abre la Plaza Mayor, llamada
comúnmente por los lugareños Plaza del Mercado. Es
precisamente eso lo que veo al asomarme a ella a hora tan temprana
(8.20h): la instalación del mercadillo semanal. Resulta pues muy
claro el origen popular de su nombre. Esta notable plaza, encajada
en el corazón del núcleo histórico de Benavente, debió
albergar e antaño el mercado de la ciudad. Confluyen en ella nada
menos que 4 calles y dos callejones, siendo por sus dimensiones
bastante grande en relación con el resto de plazuelas del viejo
reciento medieval. Era sin duda el único espacio intramuros de la
antigua ciudadela capacitado para albergar un mercado. Vista con
ahora, con los claroscuros de esta temprana hora, la encuentro
realmente preciosa. La plaza fue estructurada en su día
aprovechando un hueco disponible en el corazón de la ciudadela,
copiando fielmente las características del terreno: en ligera
pendiente y con formato cuadrangular de lados irregulares. Los
soportales corridos en 3 de su 4 caras le dan un encanto especial.
Tanto las dos iglesias citadas, como la Plaza del Mercado
y alguna imagen más del centro histórico, quedaron plasmadas en la
cámara digital de JL, y encajo algunas de ellas en el
presente reportaje. Las fotos de Santa María del Azogue he
preferido incluirlas como cierre de la etapa precedente, ya que
vimos la iglesia al pasar en busca de nuestro alojamiento; y además
también lo considero apropiado para ilustrar de alguna manera
nuestra llegada a Benavente. Ambas las he sacado de
Internet, ya que no podíamos entretenernos a tomar buenas
imágenes en aquellos momentos, y además la iluminación no era la
adecuada. Esta misma mañana he vuelto a ir a la iglesia de Santa
María, para obtener varias fotos cuya calidad no permite su
reproducción en pequeño formato; por eso he optado finalmente por
recurrir a la red para suplirlas.
<
foto 2: (Benavente) iglesia de
San Juan del Mercado, portada sur
(s.XII/XIII), (ver detalles)>
En
cuanto al reportaje de San Juán del Mercado, he
logrado buenas imágenes de las tres fachadas de la Iglesia; aunque
por razones de espacio solo edito una en esta memoria,
destacando como se merece la excepcional portada meridional
del templo. Me he quedado alucinado ante la imaginería tallada en
capiteles y arquivoltas. Las imágenes de detalle del tímpano,
un capitel y una de las dos ménsulas las he conseguido
en Internet, y me ha llevado su tiempo encajarlas con mi
aceptable foto de la portada (ver
imagen 28ª2).
Como otras veces durante el recorrido por la meseta norte, mi pasión
por el románico se ha desbordado en esta ocasión. Aunque
intento frenarme, procurando encajar en el relato fotos de los
temas más variados, tendréis que disculparme si alguna vez me excedo
con algunos detalles.
Durante mi breve paseo matinal, pude también apreciar que
Benavente tiene un comercio relativamente moderno, y bastante
activo; cosa fácilmente perceptible pese a lo temprano de la hora.
Evidentemente se trata de una ciudad importante en la región
leonesa. El paseíto por la urbe también me sirvió para comprobar que
lo del dolor de la rodilla derecha iba para largo. No acababa de
marchar del todo, evidenciando alguna pequeña lesión.
Afortunadamente la etapa iba a ser corta (como las siguientes) y
esperaba poder sobrellevarlo.
Paso por la cafetería a reunirme con mis colegas y los encuentro
felices y contentos, bien acomodados en la barra y sonrientes. Tras
las penalidades de las dos jornadas anteriores, esperábamos hoy una
etapa plácida, como el tiempo que al parecer será espléndido durante
toda la jornada. Como excepción a nuestra habitual austeridad (que
controla un servidor, como ‘responsable’ del fondo monetario común)
brindaremos con una copita de licor para que se olviden las pequeñas
molestias que nos afectan y tengamos ‘buen fario‘ en las tres
jornadas que restan.
Antes de salir estuvimos unos minutos examinando la hoja de ruta
de la presente etapa. Según las notas caminaremos sin problemas
durante 4 km. Un poco antes habremos dejado atrás el área de
servicios “Camino de Santiago”, donde hay una gasolinera y
creo recordar que bar. Algo menos de 1km después, pasaremos bajo las
vías de tren de una línea de mercancías obsoleta; que no es otra
sino la continuación de la descrita en la etapa de ayer, que al
parecer tampoco han desmontado por aquí. Pasadas esa vía férrea,
hemos de continuar por la carretera de Alcubilla como
1,5 km; y a partir de ahí se recalca que es preciso estar muy
atentos a unas flechas amarillas, que nos deben desviar por una
pista a la derecha. Por esa pista nos internaremos en una colina,
donde se asegura que estuvo ubicada la antigua “mansio” romana
de Brigeco... Finalmente, tras su descenso habría que
caminar por pista durante 1,5km más, hasta llegar al pueblecito de
Villabrázaro, etc. etc. Llegados a ese punto, mis
compañeros se empezaban a poner las mochilas, impacientes por
iniciar la marcha, y no tuve más remedio que envainar los papeles.
Quedamos en ir revisando el programa sobre la marcha…
Sin prisas en principio, porque la presente jornada sería
relativamente corta, salíamos de Benavente a las 9,15h,
tomando la dirección de la Carretera de Alcubilla (ó de
Manganeses). Una carreterita local que arranca precisamente
junto al Hostal Paraíso, para encaminarnos hacia el norte por
la avenida Cañada de la Vizana.
<
foto 3: (Benavente-Villabrázaro)
por carretera de Alcubilla , área de servicio “Camino de
Santiago” (km3,0-9.10h)>
Las previsiones del plan de etapa se van cumpliendo sin problemas;
caminando un par de km por la antaño “carretera de Alcubilla”,
que actualmente toma el nombre de varias calles de Benavente,
porque ha sido absorbida por la expansión de la ciudad. Ya en campo
abierto, vamos juntos hasta el área de servicios “Camino
de Santiago”, donde nos sacamos un par de fotos
(img 28ª3).
Mientras enfundo la cámara, que suelo llevar más rato yo que mi
cuñado, F y JL se me adelantan unos 200 metros. Trato en vano de
alcanzarles, pero ellos van más ligeros que yo, y se distancian como
300 m... En ese momento recuerdo que nos acercábamos al punto
crítico del desvío anunciado, y decido llamarlos a voces, haciendo
ademanes de que deberíamos ir más despacio vigilando la aparición de
flechas por la derecha… Pero la pareja, que por algún comentario
parecía no fiarse demasiado del desvío aconsejado, continúa
imperturbable avanzando a un ritmo endiablado por la carretera… En
consecuencia, cuando empiezo a observar alguna flecha amarilla
sobre los agrietados troncos de unas grandes encinas, JL y
F ya me llevan casi ½ km de ventaja y no pueden oír mis voces...
Luego, tras unos momentos de indecisión al no sentirme, veo que
miran hacia atrás y les señalo que me aparto ya a la derecha,
iniciando la ascensión de la colina...
Una vez más, las señales son muy deficientes. La vieja corteza
agrietada de las encinas no permite distinguir las flechas a más de
15mt de distancia… Para ponérmelo más difícil, en la colina que voy
ascendiendo se abren como 5 pistas, que se van entrecruzando... Es
un terreno muy erosionado, pero por intuición voy siguiendo la línea
de máxima pendiente, que inexorablemente me llevará a la cima en el
menor tiempo posible. Pronto la alcanzo, por tratarse de una loma de
no más que 30 m de desnivel. En la cúspide no se ven trazas claras
de las ruinas de “Brigeco”, aunque si había un rótulo con
este nombre, pero sin señalar ningún resto identificable concreto.
Miro para atrás, pero dado lo intrincado del lugar, densamente
poblado de encinas, no alcanzo a ver a JL y F…
No puedo hacer otra cosa que seguir adelante, de manera que no
pierdo el tiempo esperando aquí, porque podrían pasarme a 30 metros
sin vernos. Decido pues iniciar el descenso de la colina por la cara
opuesta, siguiendo un claro sendero que debería llevarme a
Villabrázaro. Cuando termino la bajada, el terreno se ha
despejado completamente de árboles y, volviendo la vista atrás, se
divisa una buena perspectiva de la colina, en la que de momento no
veo venir a nadie. Me siento pues a esperar las ovejas descarriadas,
y no tardo ni 3 minutos en verles bajar en animada conversación: -¡tutto
bene-...
<
foto 4: (Villabrázaro) esperando apertura del “Bar
Real ,43” (km9,0-10.40h)>
Una corta caminata de 1 km nos lleva a la entrada de Villabrázaro.
El pueblo me llama la atención por la gran amplitud de sus calles.
Está situado en una extensa planicie, muy cerca de un cruce de
carreteras locales, una de las cuales conduce a la A-VI. Así a ojo
de buen cubero, no se ven más de 50 o 60 casas, perfectamente
alineadas en varias calles que se cortan perpendicularmente. La
anchura de ellas es como mínimo de 25mt; al menos son así las que
puedo distinguir desde donde nos encontramos, en el arranque de la
población. Nos hemos sentado en un oportuno banco muy cerca del
único bar visible, que aún permanece cerrado (“Bar Real 43”).
Son las 10,40 y un vecino que pasaba con el tractor nos dice que
abrirán a las 11,00h. En pocos minutos vemos transitar otros dos
grandes tractores con remolque y un camión, luego en media hora no
pasará nadie…. Ahora entendemos el porqué de las calles anchas: aquí
todo el mundo circula directamente en tractor, o en camión, que
deben aparcar delante de casa. Se nota que hay dinero, porque el
material rodante es de 1ª clase, nuevo y de buenas marcas. Por lo
visto los latifundios leoneses rinden mucho...
Mientras esperamos sentados en el banco, bajo un frondoso tilo, un
par de ruiseñores amenizan con sus trinos la espera. Menos mal que
estábamos tan ricamente instalados, y con exquisita música de fondo,
porque esa espera se alargó hasta las 11,20h.
Vemos en ese momento como una chica joven penetra en el bar, y
procede a levantar las persianas. A los 5 minutos estamos dentro,
pidiendo café con leche y unos bocadillos. Las indicaciones de la
Hoja de Ruta aseguraban que aquí se podría almorzar, por
lo que nos hemos ahorrado la preparación del almuerzo. Nos comemos
nuestro buen bocata de salchichón con una botella de vino, que cae
enterita… Incluyendo el café, nos sale la cosa por 13€; lo que
confirma definitivamente que en Villabrázaro están a nivel
europeo.
<
foto 5:
(Maire de Castroponce) Francesc y Antonio
ante las típicas bodegas leonesas
(km17,5-12.43h)>
A las 11,40hh volvemos a la ruta. Caminamos por una carreterita
local muy tranquila pero aburrida, sin grandes alicientes para la
vista. Vamos con un buen ritmo, y en hora y media nos plantamos en
Maire de Castroponce. Poco antes de penetrar en el
pueblo, encontramos junto a la carretera una pequeña colina
abarrotada con una veintena de las típicas “bodegas leonesas”:
unas cuevas excavadas en montículos del terreno, que normalmente
están situadas en las afueras de las poblaciones. Cada bodega
tiene un pequeño porche, cerrado con puerta de madera; desde la que
arranca una escalera que desciende más de 3 metros bajo tierra. De
las cimas de esas cuevas sobresalen los respiraderos, o chimeneas,
imprescindibles para la crianza y conservación de vinos de calidad
(ver imágenes 5 y 9).
<
foto 6:
(Maire de Castroponce) el “Zangarrón”
sigue enganchado en la verga desde el mes de Mayo
(km18,0-12.50h)>
Mientras atravesamos Maire nos encontramos por vez
primera con “El Zangarrón”; personaje también típico de las
comarcas zamoranas y leonesas, que encontraríamos en diferentes
versiones. El que vemos en este lugar, es un muñeco de
trapo con atuendo campesino; el cual fue colgado del extremo de una
pértiga de 10-12 metros de altura en las fiestas de Mayo. El muñeco
figura un hombretón de tamaño natural vestido de labrador, incluida
la clásica boina. Se supone que el linchamiento y empalado del “Zangarrón”
debe ser uno de los episodios más típicos de las fiestas del lugar
(ver img.6 arriba y Nota18 al final
capítulo).
Volvimos a observar muñecos similares en otros pueblos y aldeas; y
me viene a la memoria haber visto este tipo de festejo por TV en
alguna ocasión: suele darse que un mozo del pueblo, probablemente el
“campeón” anual de las fiestas (o como le llamen) trepa por la vara
arrastrando al muñeco, hasta conseguir sujetarlo en su extremo. Pero
como veremos en la citada
Nota 18,
la versión del festejo es totalmente diferente en este lugar.
A partir de Maire de Castroponce nos deleitaremos caminando
por la famosa cañada real de La Vizana, de la que
venimos hablando desde Extremadura. El terreno es bueno, de arcilla
dura que a intervalos deviene en pequeños humedales, donde
proliferan los juncos y extensiones irregulares de buen pasto. Para
las ovejas debe ser una delicia pasar por aquí, algo que se
confirmaría un poco más adelante. Como sabemos, las cañadas
reales deberían tener una amplitud mínima de 90 varas
castellanas (aprox. 72metros); como está establecido desde
1.273 sin haberse derogado, pero que casi nunca se cumple en la
actualidad… En los márgenes de estas vías podemos distinguir
claramente, durante largos tramos, los antiguos pretiles de piedra
que marcaban sus lindes.
<
foto 7:
(Maire de C.-Álija del Infantado) cruce del río
Órbigo por el Puente de “La Vizana” (km20,5-13.29h)>
En las proximidades de Álija del Infantado ( á 3,2km)
nos encontraremos con el Puente de “la Vizana”;
por el que desde tiempos inmemoriales cruza el río Òrbigo la
calzada real que nos ha conducido hasta aquí, que toma su
popular denominación de esta obra capital de la ingeniería romana.
Es un monumento cargado de historia y muy bien conservado en la
actualidad
(ver
fotos
7 y 13 y Notas 16 abajo y 19 al finalizar capítulo).
Nota 16--
El Puente de la Vizana, descripción y
reseña histórico-cultural- Se trata de un puente romano
de 4 arcos de más que medio punto, construido en el siglo II
d.C. Tuvo una gran importancia en la antigüedad por ser un
punto estratégico de la vía imperial romana XXIV
(posteriormente denominada “de la Plata”). El puente tomó su
nombre de la población “La Vizana” situada junto al mismo
en la época fundacional; un lugar desaparecido en el
siglo XIX.
El enclave de La Vizana ya era
estratégico antes de la romanización, y prosiguió siéndolo hasta
hace muy pocos años, por confluir en él las principales
cañadas ganaderas del Noroeste Peninsular. Las que venían de
Castilla y las que subían desde Extremadura y la Mancha se
juntaban justo aquí, para cruzar el río Órbigo por este
puente, camino de los pastos de León. Precisamente, el límite
provincial entre León y Zamora pasa por el mismísimo puente.
El paso obligado por el mismo de los
innumerables rebaños que transitaban anualmente, de ida y
vuelta, por la cañadas originó el establecimiento de un
canon de paso. De ese tributo, cabe suponer que
una parte iría a parar a las arcas del recaudador de impuestos
estatales, y el resto al señor de la comarca. Dicho señorío
recayó durante mucho tiempo en los duques de Pimentel,
con residencia en el vecino pueblo de Àlija del Infantado).
La obra original romana fue muy dañada por
los ingleses en 1809, para impedir el paso al ejército francés
durante la Guerra de Independencia, permaneciendo en
ruinas durante algo más de 100 años. En 1917 fue reconstruida la
estructura calcando el formato original, aunque utilizando
fundamentalmente mampostería y pizarra como materiales. Aún se
conserva de la fábrica original romana una parte importante del
basamento de arcos y estribos. (más datos en Nota 18,
al final del capítulo)
Hicimos
varias fotos de este famoso Puente, e incluso tuvimos la
oportunidad de ver y fotografiar un rebaño de ovejas, pastando
tranquilamente en un prado cercano.
Son las 13.35hh cuando nos sentamos a comer en el
Hostal-Restaurante “Puente de la Vizana”,
situado a la derecha de nuestro Camino justamente tras cruzar
el río. El establecimiento ocupa una antigua Casa de Postas
recientemente restaurada, cuya fundación se remonta al año1770. Un
lugar perfecto sin duda, porque aquí disfrutaríamos con el mejor
ágape de todo el viaje: por calidad, ambiente, entorno y precio. Lo
recomendamos a cualquiera que se acerque por este lugar:
Menú elegido:
1er plato: Alcachofas pochas con jamón (JL-A), Alubias a la
“bañezana” (F)
2º plato: Bistec de Ternera (JL-F),
Trucha autóctona (A)
Vino con gaseosa y cafés
(precio, todo incluido): 23€ , por los tres menús)
<
foto 8:
(Álija del Infantado) posando ente un
Surtidor Colomer en plena calle Real
(km23,7-15.39h)>
El remate de la jornada consistió en un paseo de 30 minutos hasta
Álija del Infantado, que dista de La Vizana
2,6 km. Entrábamos en el pueblo a las 15.30, y poco después nos
topamos con el primer monumento: un precioso surtidor de hierro
fundido modelo “Colomer”, que dice mucho
y bien de la categoría del Lugar...; ¡que conste para
los anales de la ruta!.. Como es natural, Francesc se pone la
mar de contento y procedemos a realizar las fotos preceptivas, para
inmortalizar el hallazgo
(foto 8 arriba).
Llegados
al centro de Álija,
alguien nos encamina a la casa de la Sra. Maruca; una
mujer superactiva, a pesar de tener no menos de 70 añitos. Ella se
cuida del Albergue Municipal, y también del Asilo
de Ancianos, la asociación Amigos del Camino de Santiago...,
y no sé cuántas cosas más. La simpática Maruca estuvo muy
amable con nosotros; así que prometimos mandarle alguna foto, o un
CD con el reportaje fotográfico de su pueblo.
<
foto 9:
(Álija del Infantado) grupo de bodegas
en el barrio alto, muy cerca del
albergue Municipal>
Nuestro refugio está ubicado en la parte alta del
pueblo, lindando con la zona donde se concentran la mayoría de
bodegas. Las que encontramos aquí son parecidas a las vistas en
Maire de Castroponce, aunque en apariencia de mayores
proporciones y mejor construidas…
(ver img 9).
Cuando entramos en la que será hoy nuestra casa, ¡sorpresa!: la
pareja italo-brasileira se nos ha adelantado; Bárbara y
Fernando Antonio han llegado a tiempo para comer en el propio
Álija , y por lo tanto se han instalado hace un par de horas
al menos.
Las dependencias del albergue están en el piso alto de una
antigua casona, cuya planta baja se utiliza como escuela-taller de
confección. En la planta superior, donde estamos ubicados nosotros,
hay dos volúmenes de aprox. 4x3 m, separados por pared medianera. En
el primero, junto a la puerta de entrada, un saloncito recibidor
ocupa la mitad izquierda según se entra, que da al exterior… La otra
mitad de este ala está habilitada como ducha-aseo-excusado.
En el pequeño recibidor tenemos una mesa, adosada a la pared
exterior donde hay una ventana. El mobiliario se completa con una
sola silla. El segundo volumen lo ocupa obviamente el dormitorio,
situado al fondo de la planta; donde tenemos cuatro literas (8
plazas), alineadas junto a ambas paredes laterales.
Tenemos pues un Albergue muy pequeño, aunque suficiente para
convivir desahogadamente los 5 ocupantes que estamos hoy. Cuando se
complete con 8 personas la cosa será más complicada...
Afortunadamente, también disponemos de agua caliente en ducha y
lavabo; esto no nos ha fallado en ninguno de los refugios
durante todo el viaje. Nos lo habían puesto peor en las guías
consultadas antes de emprender la marcha; la cosa va mejorando pues.
Como estábamos bastante descansados, tras una etapa cortita,
prescindimos de la siesta para irnos directamente a hacer turismo
por el pueblo. Es una localidad muy interesante, cargada de
historia y con especial sabor en sus originales fiestas… Tanto es
así, que no podré reproducir todo lo que tengo en borrador, aunque
me esmeraré en lo importante. Se nota que Álija fue
durante muchos años la capital de una subcomarca autónoma;
disponiendo en esa época de abundantes recursos económicos. Su
titulación por entonces era de señorío, aunque el título
recayó sucesivamente en personajes de mayor rango.
Sin lugar a dudas la ‘joya de la corona’ de su demarcación era y es
el Puente de la Vizana, por los ingresos que suponía la
percepción del obligado “canon de paso”
(véase más arriba la Nota 16).
Abundando en lo expuesto en dicha nota marginal, cabría añadir
también los ingresos derivados del alojamiento y manutención de
numerosos transeúntes, los cuales habían de pasar también por el
propio pueblo; algo que aspiran a recobrar los lugareños, aportando
este albergue público…
Hablando con algún que otro vecino, cuando al callejear por la plaza
nos informábamos sobre las fiestas, se nota su orgullo por sentirse
diferentes; e incluso más importantes que los naturales de otras
comunidades vecinas. Sin querer ser exhaustivo, voy a resumir
seguidamente lo más destacable que pudimos ver en el Lugar,
en cuanto a la arquitectura y mobiliario urbano monumental.
Empezamos visitando la parte alta de la villa, sobre la falda de la
montaña; donde encontramos cantidad de bodegas tipo ‘troglodita’
(como las descritas en Maire de Castroponce), algunas de
ellas con ostentosas fachadas. También en esa zona alta se encuentra
una antigua fuente romana que, con gran esfuerzo de la comunidad, ha
sido restaurada recientemente: construyendo escaleras para facilitar
el acceso, ajardinando el entorno y consolidando la pared mediante
un gran muro de piedra que incluye la primitiva obra romana. De la
fuente original solo resta visible un pequeño frontis triangular,
apenas perceptible en el muro.
La mayor parte de la estructura urbana del pueblo está ubicada
en el llano, en las inmediaciones del castillo. Este antiguo
castillo-palacio del s.XV, perteneciente al linaje del
Infantado, ha sido también reconstruido recientemente y ofrece
ahora un aspecto imponente, al menos desde fuera. En su día llegó a
contar con 13 torres
(véase vista parcial en img 11).
<
foto 10:
(Álija del Infantado) iglesia de San
Esteban, que conserva un valioso artesonado mudéjar (s.XIII/XVI)>
Son muy antiguas e interesantes las iglesias (de S. Esteban
y el Verísimo), con evidente mezcla de estilos
arquitectónicos, debido a diversas restauraciones y añadidos. Solo
pudimos verlas por fuera, pero nos consta que la primera de ellas
contiene dos elementos de gran valor: un pequeño pero magnífico
retablo barroco y el extraordinario artesonado mudéjar
de la cubierta, recientemente restaurado. Tiene el
pueblo también un antiguo rollo de piedra, donde se
ajusticiaban los reos condenados a muerte. Solo este detalle ya nos
pone sobre aviso de la importancia que tuvo la villa de Álija
en la antigüedad, porque la administración de justicia no se
transfiere a cualquier ciudad y mucho menos a los pueblos.
<
foto 11:
(Álija del Infantado) “El Antruejo”,
festejos de carnaval sin parangón / castillo
del Infantado al fondo>
Pese a su abundante patrimonio arquitectónico, lo más interesante
que hemos encontrado en Álija lo dejaba para el final.
Me estoy refiriendo a sus originalísimas fiestas de Carnaval,
conocidas localmente como “El Antruejo”, muy famosas
en la comunidad castellano-leonesa. Tendríamos noticia de estos
originales festejos cuando desembocamos a la plaza Mayor.
Ocupando casi media plaza y lindante con los muros del castillo,
hay un recinto rectangular de unos 30x40 metros, vallado con rústica
empalizada de troncos. Protege esta un singular poblado que parece
haber sido trasladado aquí desde el África profunda; compuesto por
media docena de chozas circulares forradas de ramaje
(véase arriba img.11 ).
Según nos explican los vecinos, la fiesta es de orígenes ancestrales
(anterior a la romanización). Tras varios agitados días, finalizan
los festejos con una gran orgía de hogueras, que se prolonga hasta
altas horas de la noche… Las imágenes de este singular escenario,
iluminado por el resplandor de las hogueras y de las innumerables
antorchas de los protagonistas, deben ser ciertamente
espeluznantes...
Aunque los alijeños tienen otros festejos como la
Fiesta del Cristo (Mayo) y la Sacramental (15
Julio), las fiestas carnavalescas de “El Antruejo”
son sin duda las más importantes, su Fiesta Mayor en
definitiva. Unos festejos que, cosa rara en este país, no pueden ser
llamados “patronales”; más bien tendrían que denominarse “fiestas
paganas”. Valdría la pena acercarse por aquí para vivirlas en
directo
(descripción detallada en
Nota 17 al final del capítulo).
Finalizado el tour turístico por el pueblo, hicimos nuestra cena
habitual en el Refugio. Luego bajamos a un bar cercano a
tomar café. Allí volví a ganar al “dominó” a los colegas (cosa que
no entiendo, nunca se me ha dado demasiado bien)
A las 22,30 ya estamos contando corderitos en nuestro primer
sueño...
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<
foto 12:
(Álija del Infantado) “El Antruejo”,
batalla entre “jurrus” y “birrias” en el último día
del carnaval>
Nota 17--
“El Antruejo”, Fiestas de Carnaval en Álija del
Infantado.- (véanse
imágenes 11 y 12)
Las Máscaras y Atuendos
: Representan la sustancia fundamental de esta fiesta;
concretamente se domina “antruejo” a la
confección de esas máscaras y vestimenta, operaciones que se
ejecutan a la manera tradicional, sin utilizar ningún tipo de
maquinaria moderna...
Tanto los “jurrus”, rústicos
diablos que representan el mal, y sus oponentes “birrias”
que representantes del bien, llevan una máscara construida de
forma artesanal con navajas. Son caretas muy grotescas (ver
reportaje). Por apuntar alguna diferencia, los primeros
tienen una “faz atroz y deforme” y los segundos sensiblemente
“humanoide” (img 28ª15).
En cuanto al resto del atuendo, destacaría
de los “jurrus” que visten leotardos blancos bajo
pellejos de animales, y portan cencerros o badajos colgados de
un cinturón; mientras sus oponentes “birrias” llevan una
especie de falda de saco, también blanca, bajo parecidos
pellejos… Ambos personajes cubren su cabeza con enmarañados
pelajes, entre los que destacan unos cuernos: de vaca ó
carnero en los primeros, mientras sus oponentes lucen
cornamenta de ciervos , cabras y similares . El
armamento para la batalla es lo más
característico de “jurrus” y “birrias” ; los
primeros usan tenazas de madera de variado formato, y
también estacas, con las que “jurran” a
todo el que se mueve sin disfraz en los días anteriores a la
lucha… Los “birrias” se arman con varas de mimbre
principalmente (img 28ª14).
El “campamento “jurru”
: Está cercado por una empalizada de madera, en cuyo interior
podemos contar media docena de chozas cónicas, hechas con varas
de chopo y paja. La empalizada tiene varias puertas de acceso.
De las jambas de estas y los dinteles de las chozas cuelgan
infinidad de osamentas de animales (vacas, ciervos, jabalíes,
etc…), junto a máscaras de brujería estilo “afro”. Durante
nuestra estancia, transcurridos 3 meses desde los festejos, aún
estaba en pié buena parte de la infraestructura de este poblado
ó campamento, montado en la plaza Mayor de Álija,
cuyas medidas a ojo de buen cubero rondarán los 30x40 metros
(ver imagen 28ª13).
Los acontecimientos:
En los primeros días del Carnaval “El gran Jurru”
(una especie de diablo emplumado) y sus huestes (que simbolizan
el mal) persiguen y apalean a todo aquel que circule por la
calle sin llevar disfraz. Numerosos grupos de “jurrus”
alternan sus salidas y desmanes con ostensibles celebraciones
dentro del campamento, donde vociferan para amedrentar a los
“atemorizados ciudadanos”. En el último día de las fiestas de
Carnaval, tras varias jornadas de desmadre “jurru”
por las calles más céntricas, Doña Cuaresma
(léase también “Jefa Birria”) lanza un pregón
desde el balcón del Ayuntamiento, y sus lacayos los “birrias”
atacan a la banda de los “jurrus”. Las huestes “birrias”,
que simbolizan el bien (mostrando una cruz en la frente) acaban
derrotando a sus enemigos hasta expulsarlos del pueblo… La
algarabía de garrotazos y fuego, en la que se enzarzan ambos
bandos por las cuatro esquinas de la plaza y alrededores,
termina cuando el enemigo “jurru” abandona el escenario de la
lucha…(para sacarse sus disfraces en las afueras). Finalmente,
en una pira preparada en el centro de la plaza se quema un
muñeco vestido con los atributos del derrotado
“Gran Jurru” (img 28ª15) .
Tras la derrota de las “hordas malignas”, llega
la reconciliación de los contendientes y el resto de vecinos
durante una generosa cena que
brinda el Ayuntamiento, con derroche de platos
compuestos por las variadas especialidades gastronómicas de la
comarca y vino a raudales
Me aseguran que todo aquel que visite
Álija en esa jornada postrera de festejos está invitado
al ágape.
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Nota 18.-
Maire de Castroponce:
el “Zangarrón”
y otras costumbres y fiestas locales
He rastreado en Internet noticias
relativas al “Zangarrón” de este pueblo, sin
obtener resultado, aunque sí he visto otras curiosidades
relativas al Lugar, que describo en el párrafo siguiente.
En cuanto al propio “Zangarrón” , de cuyas hazañas
no hablaremos aquí y ahora. Aunque he logrado averiguar que se
trata de un grotesco personaje; que podría encarnarse en algún
vecino o bien como simple muñeco, siendo un clásico en las
fiestas de Carnaval de muchos municipios zamoranos, leoneses
y en general de la comarca de Tierra de Campos. Como
lugares más populares en relación con dicho personaje
aparecen en la Red los festejos carnavalescos de
Montamarta y Sanzoles (prov. De
Zamora).
En cuanto a otro costumbrismo local de
Maire de Castroponce podemos destacar (por originalidad y
ejemplaridad) la Yera, que también se cumple
anualmente durante los festejos de Carnaval.
Consiste en el altruista ofrecimiento de un grupo de
vecinos al Sr. Alcalde; los cuales se ponen a disposición
del Ayuntamiento para colaborar en trabajos de mejora o
mantenimiento del pueblo, allá donde les manden. Esta tradición
es de origen medieval; remontándose a los duros tiempos en que
los campesinos estaban obligados a realizar esos trabajos
comunales para el señor medieval, sin compensación
preestablecida, quedando sujetos únicamente a la ‘magnanimidad’
del patrón de la localidad. Actualmente no solo se compensa a
los participantes en la Yera, sino que en su honor
también se invita al resto de vecindario durante la jornada de
tarde; acudiendo a la zona de las bodegas (img 28ª17), en
donde comen escabeche y beben los mejores vinos
de la comarca (cabe suponer que todo el gasto a cargo del
consistorio).
Otras fiestas
representativas del municipio son las celebradas el día 15 de
Mayo en honor a San Isidro y el 8 de
septiembre en honor a Nuestra Señora de la Natividad,
patrona del lugar. Finalmente, la gastronomía típica
de este pueblo nos ofrece como platos representativos: las
ancas de rana, el bacalao a la tranca
o las deliciosas setas de cardo con
jamón.
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foto 13:
(Maire de C.-Álija del Infantado) Puente de “La
Vizana”, construido en época imperial romana (s.II)
-Nota
19-
Historia del
Puente de “La Vizana”.- Junto a
este puente hubo hace tiempo un pueblo; desaparecido en
el siglo XIX y al que llamaban “La Vizana”.
Se sabe de él que en un principio fue propiedad del
Monasterio de Santa Marina, y más tarde de la
Colegiata de san Isidoro de León. Luego
terminaría siendo propiedad de distintas familias nobles que
vivieron en la zona. Hay pruebas documentales de que en este
Lugar existió un Hospital de
Peregrinos, que junto con el que hubo en el cerro El Teso,
figuraban entre los más importantes de la comarca.
Situado a 2km de Álija, este
lugar fue siempre punto estratégico como encrucijada de
caminos. En tiempos del Imperio Romano se hallaba aquí
una de las mansio más relevantes de la Vía XXIV,
en la Edad Media enclave obligado de paso para el
camino mozárabe de peregrinos, y posteriormente
se estableció una “casa de postas”.
En el año 1809, durante la Guerra de
Independencia, un ejército inglés bombardeó el puente
e incendió Álija y su Castillo. El puente
permanecería inutilizado y semiderruido hasta 1918, lo que
provocó el despoblamiento de La Vizana y
subsiguiente decadencia de su entorno, ya que el Camino
Real fue desviado 6km a la derecha, apartándose de este
lugar y de Álija, para cruzar el río Órbigo 15km
más arriba. (ver el trazado que siguen tanto la carretera.
nacional N-630 como la autovía A-VI).
Actualmente, el puente está perfectamente
reconstruido, llamando la atención el empedrado de su piso. El
lugar se ha convertido en zona popular de recreo durante el
tiempo veraniego. También es muy concurrido por los aficionados
a la pesca, consiguiéndose buenas capturas de trucha y
lucio… Junto al puente se conserva la antigua casa de
postas (fechada 1770), ahora convertida en hostal
restaurante.