Nos
levantamos a las 6.15 con el grupo de los más madrugadores, a
quienes no logro ver salir porque me lío un poco con el ir y
venir en busca de las botas, y en la preparación de mi desayuno
(norma básica que jamás perdono antes de empezar
la etapa). Al redactar el borrador de esta Memoria olvidé
anotar cómo o dónde nos habíamos aprovisionado con algo de
embutido...; pero si recuerdo bien que me guardé unos trozos del
pan que nos sirvieron durante la cena en el comedor de la
Residencia.
De manera
que, sentado a estas tempranas horas de la mañana en uno de los
sillones del salón, doy buena cuenta de mi bocata ante un
sorprendido colega francés que se aprestaba para salir…
Francisco, nervioso porque la hospitalera apremiaba para
cerrar la puerta, se bajó primero, no sin ‘apretarme’ un poco
para que acelerase mi salida… He de terminar pues
precipitadamente mi desayuno y bajo las escaleras un poco
atribulado, mirando bien de no pisarme los cordones de las botas
a medio atar. Finalmente sería el último en abandonar la casa
en el turno de 6.30h, ante una Margarita que se
moría de risa con mis apuros. Pese al martirio a que nos sometió
con el dichoso rigor del horario, aún tuve tiempo y ganas de
darle un beso de despedida a la hospitalera; no podíamos
quejarnos de la acogida y buen trato dispensados en la Casa
de Beneficencia.
En el amplio
jardín del patio delantero de la Casa me encuentro con un
Francesc muy sonriente; está contento porque hoy se
siente también en excelente forma física, como en los días
precedentes… Miro el reloj y dan en este momento las 6,37 de la
mañana, siendo aún noche cerrada. Pero cuando termino de atar
mis botas y nos disponíamos a partir, nota Francisco que
ha olvidado su sombrero en el Albergue; y ya me veo
esperando al próximo turno de salida… Sale F disparado y
por suerte logra entrar y recuperarlo…; menos mal, hubiéramos
perdido tontamente media hora…
<
foto 1:
(Alcuéscar- Valdesalor), llanura adehesada y
Calzada XXIV (7.44h)
>
Por fin a las
6.45 empezamos nuestra 3ª etapa. Nos enfrentamos hoy a un
trayecto plano, en ligero descenso, cubierto prácticamente en su
totalidad por dehesas bien explotadas por la ganadería, como
evidencia la carencia de herbazales y matorral. Arrancamos
todavía de noche, aunque veríamos pronto despuntar el alba sobre
la adehesada planicie que se extiende a nuestra derecha hacia el
infinito. Caminamos por muy buena pista, sin parar y sin cruzar
palabra, sumidos en nuestros pensamientos y en la contemplación
del entorno…
El sol asoma
sobre las copas de las encinas exactamente a las 7.44. En ese
momento ya podemos distinguir el bucólico pastar de las vacas
madres, cada una de ellas con su correspondiente ternerillo
enganchado a las ubres. Las veo de color blanquinoso, crema y
marrones en diversos tonos y no me canso de sacar fotos...
<
foto 2:
(Alcuéscar- Valdesalor), bucólica estampa
(7.56h) >
A las 8.22
alcanzamos Casas de D. Antonio, un pequeño pueblo
encaramado en su colina, que no tenemos que atravesar
necesariamente. Justo a la entrada cruzamos por un pequeño
puente romano y nos desviamos hacia la izquierda. En los
siguientes kilómetros encontraremos varios miliarios y
alguna información sobre los restos de la calzada. La
Comunidad Europea ha allegado fondos para efectuar trabajos
de exploración y desescombro de la Vía de la Plata en la
región esxtremeña, y en los carteles que vamos encontrando se
detalla la información sobre los resultados obtenidos. El marco
de estos trabajos ha sido denominado Proyecto Alba Plata,
y sus signos más evidentes son los cubos identificativos de
granito pulido que ya veníamos encontrando desde Mérida (véase
capítulo XII: Prólogo tramo I2, punto 2).
Gracias a estos trabajos, no solo se han puesto al descubierto
algunos tramos de la vía romana y miliarios, sino
que ha podido despejarse y roturarse el Camino en esta
comunidad autónoma, facilitando el tránsito de los
peregrinos.
En algunos
puntos del recorrido se han clavado grandes prismas de granito
para vadear arroyos y zonas inundables, muy abundantes por la
comarca que transitamos hoy. Sin estas actuaciones hubiéramos
tenido dificultades para atravesar estos lugares (ver
Nota
7 al final
del capítulo).
A las 9.10
pide tiempo F. para su almuerzo y nos apartamos un poco
de la pista para hacerlo en un lugar adecuado, aprovechando el
abrigo de un grupo de grandes domos graníticos. Reanudada la
marcha tras 20 minutos de descanso, atravesamos una vasta zona
de espesos pastizales inundables, que se extienden a lo largo de
los 4 km siguientes hasta Aldea del Cano.
<
foto 3:
(Casas de D. Antonio- Aldea del Cano), vado en
zona inundable (10.11h)
>
En ese
intervalo hemos dado alcance al trío de alemanes (bautizados por
el italiano Renato como “los prusianos”). Están
sentados tranquilamente en el pretil de un muy bien conservado
pontón romano, que cruza un canal. Los teutones ya están
con la primea cerveza de la jornada; los saludamos al pasar
pero no nos detenemos... Este puente es algo más pequeño que el
de Casas de D. Antonio, pero conserva adosados a su
embocadura sendos tramos de unos 30 metros de la calzada
original romana. Da la impresión de que el canal que salva tiene
como función el drenaje de esta zona, que como decíamos es
bastante extensa, y por las evidencias parece que ya fue
desecada en tiempos del Imperio…
<
foto 4:
(Casas de D. Antonio- Aldea del Cano), pontón romano
(9.55h) >
En las
proximidades de Aldea del Cano, observo desde lejos una
leve nube de polvo que se levanta al paso de una pareja de
animales tirando del arado, como en los viejos tiempos. Me
detengo un momento y agudizando la vista distingo perfectamente
que se trata de un par de asnos, algo inusual en esta época, al
menos por lo que tengo visto en los últimos 20 años… Echo mano
de la cámara y con ayuda del ‘zoom’ logro captar la imagen. Una
vez más el Camino me proporciona material para mi archivo
fotográfico. Y hablando de ese archivo debo citar una
omnipresente “oruga rojinegra”, que surge a nuestros pies
en esta etapa entre las hierbas de la pista; debemos ir atentos
para no pisarlas… Vienen a medir unos 4.5 cm, con una pequeña
cabeza redonda a la que sigue el poderoso tórax y un prolongado
abdomen. Es toda ella negra pero con varias pinceladas rojas,
muy llamativas; concretamente: un bien delineado triángulo en el
centro del tórax y cuatro franjas sobre el abdomen. Nunca antes
me había percatado de la existencia de este ‘bichejo’, hasta
emprender el presente viaje Son particularmente abundantes en la
presente etapa, plagada de humedales, por lo que la
asociaremos a este ecosistema…
<
foto 5: (Aldea
del Cano), yunta de burros y omnipresentes
orugas negras (10.27h)
>
Está visto que
esta etapa parece una exploración por la etnografía y fauna de
la comarca cacereña de Los Llanos, y no me
abstendré de ilustrar mis “hallazgos”; algunos tan sorprendentes
como esa yunta de burros, y las abundantísimas orugas descritas,
vecinos ambos en las inmediaciones de Aldea del Cano…
Hemos decidido
eludir este último pueblo, ya que supondría un pequeño desvío
para luego regresar al mismo itinerario que llevamos. Desde
aquí abordaríamos el último tramo de la etapa por el arcén de la
carretera N-630; porque la pista discurre muy cerca de esta y no
hay nada particularmente interesante en ella salvo otro
puente romano de similares características a los ya vistos,
que cruzará el río Salor muy cerca del pueblo homónimo,
nuestro destino de hoy. Transcurre este tramo asfaltado entre
dispersos encinares adehesados, que se suceden a ambos lados de
la misma.
A unos 3Km de
Aldea del Cano divisamos a la derecha la imponente ruina
del Castillo del Mayoralgo, cuyas maltrechas torres y
almenas se recortan aún orgullosas contra el horizonte. Sobre
ellas vemos innumerables cigüeñas erguidas en sus nidos;
emblemáticas aves que también han anidado este año en algunas
encinas centenarias, que emergen entre las dehesas del lado
izquierdo. Ya habíamos apuntado en etapas anteriores que en el
presente año la población de cigüeñas se ha incrementado
notoriamente por la bonanza del clima….
<
foto 6:
(Aldea del Cano- Valdesalor), castillo del Mayoralgo
(11.32h) >
A las 11.53
estamos a 6.5 km de Valdesalor, y podemos contemplar a la
derecha otra interesante estampa de este variopinto itinerario.
En la falda de una colina alfombrada de jugosa hierba, y
salpicada de encinas y roquedos graníticos, pasta y descansa un
rebaño de ovejas. Unas triscando entre las encinas y otras
tumbadas; algunas luciendo sus recién trasquiladas panzas bajo
el sol del mediodía y otras sentadas bajo los árboles; aunque
vemos a la mayoría de ellas atiborrándose con el jugoso pasto en
el ancho prado cercano a la carretera. Saco la fotos que merece
la escena y sigo mi camino, esforzándome para alcanzar de nuevo
a F. que no se ha percatado del tema en esta ocasión.
Diez
minutos después, cuando acabo de guardar la cámara digital tengo
que volver a desenfundarla: hay más animales a babor…; se trata
ahora de un nutrido rebaño de vacas y terneros. La situación de
esta punta de ganado es similar a la anterior con las ovejas;
pero en esta ocasión el terreno es más agreste, y entre el
áspero encinar surgen muchos afloramientos de granito. Una
franja de terreno de unos 30 metros, poblada de altas hierbas y
la imprescindible cerca de alambre, nos separa del ganado… La
estampa resulta aún más llamativa que la anterior, por lo que de
nuevo siento el impulso de fotógrafo impenitente que llevo
dentro, para obtener varias imágenes del conjunto y luego,
utilizando el ‘zoom’, conseguir primeros planos en los puntos de
mayor vistosidad de esa panorámica. Estamos ante una explotación
vacuna intensiva, destinada por lo que parece para su consumo
como carne de 1ª calidad. Entre los terneros los hay de las dos
generaciones: ‘añojos’ y ‘recentales’, pero en
esta ocasión me es imposible distinguir los núcleos familiares
madre-hijo, dada la amalgama de animales en tan poco espacio de
terreno, aparentemente insuficiente para alimentar a tantos… Por
si fuera poco también acabo por descubrir entre tanto vacuno
algunos grupos de équidos, caballos y asnos, que levantan
curiosos sus grandes orejas cuando perciben al fotógrafo…
<
foto 7:
(Aldea del Cano- Valdesalor), fincas de ganadería
intensiva (11.54h)
>
Tras las
fotos, he de correr para alcanzar a Francesc, sin dejar
de pensar en la desproporcionada concentración de herbívoros…
Con toda seguridad, esa gran cantidad de ganado debe rotar por
varias parcelas; de otra forma no se entendería la lustrosa
apariencia del prado donde pastaban, estaría todo prácticamente
esquilmado…
Finalizamos
nuestra tercera etapa recorriendo los 5 últimos kilómetros por
un tramo totalmente recto, siempre por el arcén derecho de la
carretera N-630, ya que por este lado estamos viendo cosas
interesantes. Por ejemplo venimos divisando de lejos las torres
de otro edificio singular. Queda relativamente cerca de la
carretera, y al llegar a su altura puedo fotografiarlo desde
diferentes ángulos. Me estoy refiriendo al castillo de “Las
Arguijuielas de Arriba”, del que más tarde empezaría a
conocer detalles. Se trata de una residencia de carácter
suntuario, cuya edificación fundacional arranca a finales del s.
XV. A menos de medio kilómetro de este, divisamos otro de
similares características en cuya puerta de acceso hay un rótulo
que reza textualmente “–dehesa de Las Arguijuelas de Abajo”.
Este castillo palacio es aparentemente de mayores proporciones,
y bastante mejor conservado.
Luego
conocería una serie de detalles de estos monumentos históricos,
gracias a Internet. Según leo en la red, ambos
están enclavados en el extenso término municipal de Cáceres,
por lo que el pueblo de Valdesalor debe ser
necesariamente una pedanía de la histórica capital extremeña.
(ver
Nota
8).
<
foto 8: (
Valdesalor), castillos de “Las Arguijuelas
de Arriba” (12.40h) y “Las Arguijuelas de
Abajo” (12.45h)
-Nota 8-
Castillos nobiliarios de Las “Arguijuelas de Arriba” y
“Arguijuelas de Abajo”-
Fueron
erigidos por los hermanos D. Diego y D. Francisco de
Ovando, señores feudales que vivieron a caballo de los
siglos XV y XVI. Ambos castillos han sido ampliados y
magnificados con escudos heráldicos en los siglos sucesivos.
Un Ovando tuvo papel destacado entre los
conquistadores de tierras americanas durante el siglo XV.
Por lo tanto debemos suponer que el linaje de los hermanos
constructores de estas residencias palaciegas debe arrancar
de ese importante personaje. Ya sabemos que en aquella época
la hidalguía se heredaba por los siglos de los siglos… Por
lo extractado en las escuetas notas que he podido localizar,
se deduce que estas edificaciones fueron construidas por los
hermanos fundadores como grandes casas solariegas; dedicadas
al control de la explotación de los vastos territorios
otorgados por la realeza a la familia Ovando,
probablemente como premio a la ejecutoria del ancestro
acreedor a estos honores. En la actualidad se siguen usando
como residencia particular, aunque cabe suponer que no
pertenezcan hoy a ningún heredero del linaje fundacional. El
castillo-palacio de abajo se explota hoy día
como sede de eventos sociales (bodas y otros por el estilo).
Desde la dehesa Arguijelas de Abajo hasta Valdesalor
solo nos quedan unos 3 km, y alcanzamos este pueblo a las 13.24
horas, poco después de divisar a la izquierda, como a 100m de
distancia, el 3er. puente romano de la jornada.
Valdesalor
es una localidad creada en la década de los cincuenta por el
régimen franquista dentro del plan Badajoz, un
extenso proyecto de promoción agraria para esta zona. Ignoro el
devenir de la comarca en los últimos tiempos, pero mi primera
impresión del pueblo al entrar en él es bastante insulsa. Se ve
muy poco movimiento, y no sabría decir si en estos momentos
predominan en el municipio pedáneo las actividades agrícolas o
las ganaderas; más bien diría yo que empatan ambas actividades
dentro de un nivel de explotación algo bajo. Hemos visto algunos
campos dispersos de cereal y unas cuantas puntas de ganado, pero
también mucho terreno sin aparente explotación. En los arrabales
de la localidad, se hacen patentes las clásicas naves o
almacenes propios de cualquiera de las citadas actividades.
En cuanto a
su urbanismo, es Valdesalor un pueblo rectilíneo cuyas
calles y viviendas parecen no haber sufrido apenas alteraciones
en los 60 años transcurridos desde su fundación. Al
introducirnos en el núcleo urbano nos centramos en buscar dos
cosas: las indicaciones del albergue público y
algún “bendito bar” donde podamos hidratarnos con una cerveza,
aspiración prioritaria de los sufridos peregrinos tras el
sofocón del Camino… Vemos pronto flechas amarillas y un
letrero indicando “albergue”, pero nos cuesta dar con el
dichoso bar… Mientras tratamos de dar con él, me encuentro con
otra de las imágenes sorpresivas que tanto me gustan, y de nuevo
se trata de animales: una reata de galgos atada al
parachoques trasero de un coche. Su cruel dueño debe haberse
parado a comer en las inmediaciones, dejando a los pobres galgos
en mitad del asfalto, sin agua a su alcance. Me duele contemplar
a los perros en esa situación, aunque los veo fuertes y
despiertos. Pese a las apariencias, cabe suponer que están bien
alimentados… (ver
foto).
<
foto 9: (Valdesalor),
reata de galgos esperando a que coma su dueño
(13.32h)
>
Por fin
logramos localizar el soñado bar, atendiendo a las indicaciones
del único vecino que toparemos a nuestro paso. Este mismo vecino
también nos aclara que dentro del pueblo no hay ningún lugar
donde comer decentemente; para hacerlo habría que salir a la
N-630 en dirección a Cáceres, y a unos 600 metros hallaríamos el
bar-restaurante “El Tuareg”…
En cuanto al
bar que ahora nos ocupa, su dueño ha montado el negocio en una
pequeña habitación de su propia casa. Al entrar, vemos que no le
entusiasma precisamente atendernos... Lo intuyo porque nos pone
la cerveza con evidente apatía, pese a ser los únicos clientes,
o quizás por eso… Igual le hemos fastidiado el cierre de
mediodía por unos minutos…
Despachamos
las cervezas y, tras indicarnos este buen señor las señas para
llegar por la vía más corta a nuestro Albergue, no muy
alejado del establecimiento, le pregunto si hay en el pueblo
alguna tienda de comestibles; ya que no hemos visto ninguna en
todo nuestro trayecto por la calle principal del lugar.
Es más, no hemos visto un solo local comercial, ni de
comestibles ni de ninguna otra clase. Es evidente que estamos en
una ciudad dormitorio, eclipsada probablemente en todos los
aspectos sociales por la cercana Cáceres.
Ante nuestra
sorpresa, el caballero del bar nos dice que no encontraríamos
ningún establecimiento donde comprar algo para comer, y
tampoco se compromete él mismo a prepararnos alguna cosa para
merendar o cenar esta noche..; porque esta tarde cerraría el
negocio más temprano para presenciar la final futbolera de
Champions… Una final que nuestro inhóspito y fugaz anfitrión
quiere disfrutar a gusto evidentemente, viéndola tranquilamente
con su familia...
Salimos pues del único establecimiento “hostelero” del pueblo un
poco compungidos.., y no puedo reprimir un comentario a mi
colega.. --¡Francisco este es un ‘lugarejo’ entre tantos de
la España profunda…; aquí no prima el interés del negocio sobre
pegarse una buena vida!…
No
le daríamos muchas vueltas al tema; a estas alturas, tras muchas
etapas por sitios parecidos, ya no nos sorprenden estas
actitudes, que por otro lado tienen cierta explicación en el
presente caso. Es evidente que Valdesalor es un
pueblo-dormitorio de la cercana Cáceres, de cuya
periferia dista menos de 8 km. Esa es la explicación de que no
haya ninguna clase de establecimientos comerciales, ni lúdicos,
y de verse semi desiertas sus calles la mayor parte del día;
como podríamos comprobar durante lo que nos restaba de jornada.
Por ese motivo ha quedado patente que el hombre del bar no
depende de ese negocio para procurarse el sustento; incluso
cabría pensar que lo tiene solo como una distracción, o quizás
como punto de encuentro con sus cuatro ‘amiguetes’, con los que
para matar el tedio debe echar diariamente sus partidas de
cartas o dominó…
Pero lo peor
que nos podía ocurrir hoy estaba por venir. Al parecer no hemos
llegado a Valdesalor en buen momento… El Refugio
público, que según nuestras noticias lo proporcionaría
el Sr. Alcalde en el propio Ayuntamiento, ha sido
desplazado recientemente a los vestuarios del campo de
fútbol del pueblo... Según leeríamos más adelante, en un
cartel indicador de las inmediaciones, está aprobada la
construcción o acondicionamiento de un nuevo Albergue,
que se prevé inaugurar en el próximo año…
Cuando nos aproximamos a nuestro precario refugio de la
jornada, vemos que se trata del clásico vestuario de un campo de
fútbol de 3ª regional, como los muchos que yo había visitado en
los años 60 y 70. La fachada tiene una estrecha puerta central y
dos ventanas equidistantes, que se corresponden con los cuartos
del equipo local y visitante respectivamente.
<
foto 10: (Valdesalor),
nuestro albergue en los vestuarios del campo de
fútbol (13.45h)
>
Daban las
13.45 cuando entramos en el barracón de Vestuarios,
encontrándonos abierta de par en par la puerta de acceso, de la
que cuelgan por su interior unos cartelitos con instrucciones.
En uno de ellos leemos el procedimiento a seguir para que
funcione la instalación de agua caliente de las duchas; en el
otro se indica que en el cercano pabellón polideportivo se
podría alojar alguien más si se agotan las plazas disponibles en
estos vestuarios. Como al parecer somos los primeros no habrá
problemas. El barracón me trae recuerdos de los años mozos,
cuando durante algún tiempo solía jugar partidos de fútbol
inter-empresas de vez en cuando. En su interior nos encontramos
siete colchonetas amontonadas en una pila, concretamente en el
ala derecha del barracón, la correspondiente al equipo local. Es
todo lo que hay para intentar dormir esta noche, porque en el
ala del equipo visitante no vemos ninguna. Aparte eso, vemos
allí los clásicos bancos corridos, adosados en el interior de la
pared delantera. En la pared opuesta están las respectivas
duchas, en los extremos de ambos lados, y el resto de
servicios higiénicos en la zona central. También en esa zona
intermedia hay un pequeño cuarto, que se supone sería el
destinado para el equipo arbitral de los partidos…Tras
inspeccionarlo todo por encima y elegir el rincón donde
montaríamos nuestras yacijas, concretamente en el ‘vestuario
local’, estábamos en condiciones de afirmar que éramos los
primeros en llegar aquí; no se ve ni rastro de otros peregrinos
en el local.
Luego, nos
ponemos manos a la obra con la limpieza, porque nuestro
albergue está hecho “unos zorros”… Hay que sacar afuera las
bolsas de basura, que los colegas de la jornada precedente no
han retirado de sus cubos, y pasar un poco la escoba y el mocho
por los aseos y sus accesos. Finalizada la limpieza, llega el
momento de darnos una buena ducha, y a continuación nos
aprestamos para ir a comer al restaurante “El Tuareg” ,
único lugar donde ello sería posible.
Cuando nos
disponíamos a salir, acordamos cargar con la mochila llevando lo
más importante; porque aquí no quedaría nadie al cuidado del
albergue… Es entonces cuando aparecen Isidoro y Renato,
que nos simplificarían las cosas; pues ellos nos dicen que no
piensan moverse, que ya se arreglarían comiendo algo de lo que
llevan encima. Intercambiamos impresiones unos momentos, y toman
nuestros dos amigos otro par de colchonetas de la pila, con las
que se pasan al ‘vestuario visitante’.
Estábamos
saliendo cuando se me ocurre echar un vistazo por dentro al
pequeño cuarto arbitral, y lo encuentro en perfecto estado, con
su ducha y aseo incluidos... Vale la pena ponderar la opción de
elegirlo como nuestro “nidito”: caben en él justamente un par de
colchonetas, pero tiene la ventaja de disponer de una puerta que
lo independiza del resto… Ante la posible llegada de más gente,
le sugiero a F. cambiarnos ya a esta “suite nupcial”
y accede... En un santiamén trasladamos nuestra impedimenta, y
seguidamente cerramos la puerta antes de salir; solo nos faltó
poner el cartelito de “Just married” para repeler
indeseadas intrusiones…
Dejando
cubiertas las espaldas por la pareja hispano-italiana, cuando
abandonábamos el recinto deportivo vemos llegar ahora a los “tres
prusianos”... Con ellos seríamos ya 7, y se completaba la
capacidad del albergue. Les saludamos, confirmándoles de
pasada que han pescado las últimas tres plazas... Ellos nos
hacen la pregunta del millón.. -¿Dónde podemos pedir una
cerveza?- y les remitimos también al Restaurante “El
Tuareg”; luego los veríamos allí.
Tal como nos
indicó nuestro informante, nos dirigimos hacia la salida del
pueblo en dirección a Cáceres, y desde allí tuvimos que caminar
casi 1Km por el arcén de la N-630, hasta penetrar en el
Bar-Restaurante “Tuareg” casi a las 14.30h. El local está
ubicado junto a una gasolinera, y por lo que vemos se trata de
un negocio muy concurrido…
Al entrar en
él nos percatamos de inmediato que seguimos sin suerte en el día
de hoy, por ser sábado precisamente.... En “El Tuareg”
tienen contratado para este mediodía un gran “bodorrio”, al que
asiste medio pueblo, y todo el servicio está volcado con
ello... A duras penas, nos hacen sitio en una mesita del bar
cercana a la barra, donde en pocos minutos nos vemos inmersos
entre una barahúnda de gente vociferante. La mayoría de ellos
está ahora mismo calentando motores; tapeando un poco antes de
entrar el comedor, que obviamente está copado para el evento.
Nos
tendríamos que conformar pidiendo unos platos combinados, me
imagino que precocinados con mucha antelación, y gracias. Ambos
pedimos el mismo –plato-: “pollo con pimientos asados y
patatas fritas”; un menú más que discreto por el que nos
cobraron nada menos que 16 € por barba, aunque se incluye en él
la bebida opcional (tinto de verano naturalmente) y el
café, así como la inicial jarra de cerveza; lo encontramos
bastante caro, pero no había otra opción…
Regresando
tras la comida una buena noticia: nos enteramos de que podríamos
encontrar una pequeña tienda de comestibles, situada
precisamente frente al Campo de Fútbol. Nos indican que suele
abrir un par de horas por la tarde, de lo que tomamos buena
nota.
Son las
16.20h, una hora perfecta para consagrarse a la siesta, y nos
encaminamos directamente a nuestro reservado arbitral. Pero
cruzando el centro del pueblo debemos detenernos unos momentos
para atender a una peregrina alemana que acaba de aterrizar, y
nos preguntaba por el albergue. Le explicamos que tendría
que buscarse la vida en el Polideportivo.., y decide
quedarse pese a ello; porque nos comenta que lleva una etapa muy
larga y no le apetece continuar hasta Cáceres. Cuando nos aclara
que viene desde Aljucén nos deja boquiabiertos, lleva
encima casi 47 km...
Finalmente, ya
cerca del campo de fútbol, al pasar junto a la tienda que nos
han indicado reparo en un pequeño cartelito situado en una de
sus ventanas: tendrán abierto por la tarde hasta las 19.00 h.
De la siesta
nos levanta una fuerte tronada. Salimos hasta el borde del
recinto futbolístico, y vemos desde allí un negro horizonte de
tormenta elevándose sobre la cubierta del polideportivo. Junto a
la valla que delimita el rectángulo de juego, nos encontramos
al resto de inquilinos del albergue, con los que
charlamos un buen rato y hasta hubo intento de organizar una
pachanguita futbolera. Los tres alemanes estaban decididos a ir
a por la chica al polideportivo, para completar un equipo 100%
teutón; por lo visto se habían visto antes en algún punto del
Camino...
Poco después
la pirotecnia de la tormenta y el ventarrón que se nos vino
encima nos haría desistir de la pachanga. Descargaría
finalmente el aguacero durante 25 minutos, dejando el terreno de
juego hecho un auténtico barrizal.
<
foto 11: (Valdesalor),
campo de futbol junto al Albergue, ¡se nos
viene encima la tormenta!..(18.33h)
>
A las 18.45,
con los últimos coletazos del chubasco, y saltando charcos con
mis chancletas azules, marcho en busca de las viandas a la
tienda. No tienen fruta de ninguna clase, y me tengo que
conformar comprando todo lo demás: la barra de pan, 3 latas de
atún y un botellón de 2 litros de agua.
Nuevamente,
nos quedaríamos esta noche sin la cena acostumbrada; pero en
esta ocasión no importó demasiado... Acudiríamos de nuevo a “El
Tuareg” donde, si nos espabilábamos, incluso podríamos
encontrar una buena tribuna en la sala del bar para presenciar
la final de Champions entre Barca y Manchester United.
Así sucedió, y en este remoto pueblo cacereño pudimos disfrutar
con una de las mejores victorias del equipo catalán en Europa:
3 a 1 en una gran demostración de fútbol. Durante el
partido, efectuamos un par de consumiciones de lo más dispares:
cerveza durante el primer tiempo y un café con leche mediada la
segunda parte del encuentro.
Finalizando
el choque se había vuelto a complicar la meteorología, y hubimos
de esperar 10 minutos antes de poder regresar. Lo hicimos a las
22.45 con lluvia intermitente, en noche oscura como boca de
lobo, y por un terreno resbaladizo. Llevábamos nuestras pequeñas
linternas, y yo pude salir bien del trance por tener la
precaución de calzarme de nuevo las botas… Pero F. había
cometido la imprudencia de acudir con las chancletas, por lo que
tuvo bastantes problemas hasta alcanzar los arrabales del
pueblo.
La jornada
se cerró entrando en nuestro habitáculo arbitral a las 23.15.
Hoy nos había tocado un albergue de circunstancias, por
llamarlo de alguna manera, pero no estábamos descontentos. A un
pequeño pueblo como Valdesalor no se le puede pedir más,
y les estamos agradecidos. Los apuntes del día los pasé en el
Restaurante durante el desarrollo del partido. Al llegar a
nuestro refugio ni siquiera podíamos encender la luz,
porque ya dormían los demás colegas; ellos no son devotos del
fútbol y probablemente hicieron comida-cena de una sentada
durante la tarde. Cada peregrino tiene su sistema, y todos son
buenos si consigues la meta...