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¿Prestigio? Pues sí, cada uno el que se merece. ¡Y a fe que estamos asistiendo a una alocada competencia por ver quién es más PRESTIGIOSO.
¿Y eso qué es?
Los gobernantes, todos, desde los de la Unión Europea hasta los alcaldes de los pueblos afectados, pasando por el gobierno español y los autonómicos, luciendo una incompetencia tremenda (trémere es temblar; eso es: como para echarnos a temblar). La oposición, a la altura de la clase política a la que pertenece. Ni un palmo más arriba, ni un palmo más abajo. Los ciudadanos tenemos el consuelo de no haber llegado todavía al bien supremo que nos proponen estos últimos, que es conseguir un conjunto buenísimo sumando elementos malos.
Por fortuna la imagen del PRESTIGE tiene su contraimagen
blanca: los pescadores primero, saliendo a la mar con sus barcas y sus
redes a enfrentarse con la marea negra; y luego los voluntarios venidos de
toda España y de otros países. ¡Menos mal que cuando la política es cosa
de vida o muerte, no queda sólo en manos de los políticos, sino que se
pone al frente la auténtica "polis", el pueblo. |
El PRESTIGE
en el fondo del mar, vomitando basura.