Portada

Artículos

Léxico

Fotos

Instituciones

Enlaces

Humor

Tablón

Solidaridad

Las claves léxicas por Mariano Arnal

OPERACIÓN PRESTIGIO


Por como van las cosas, tal parece como si el prestigio propio y el desprestigio ajeno fuesen una necesidad nacional. La conclusión que saca el espectador del gran espectáculo político que está dando España en todos los foros, es que a unos el PRESTIGIO hundido y sacando basura sin parar, les va como anillo al dedo; tanto que a uno de ellos se le derramó por la boca la abundancia de su corazón, y dijo que con el “Prestigio” hundido andaban sobrados de votos; pero que si pasasen escasez, no tenían más que hundir otro barco.  

Es lo que decía del análisis de la realidad: la sintaxis rige el orden de la oración y el discurso; pero no viene indicado en cada palabra cuál hace de sujeto, cuál de objeto, cuál de paciente, cuál de agente, cuál va relacionada con cuál. Para eso está el análisis, para descubrir funciones y relaciones. Y va el bocazas ese y canta lo que los oídos no embotados percibían claramente. Los suyos lo fulminaron, claro está, porque los puso en evidencia ante los ingenuos. 

Esos mismos, desde el primer día, cuando aún no tenía nadie clara la magnitud de lo que se nos venía encima, adivinaron que el “Prestigio” (¿por qué nos empeñamos en llamarlo “Prestís” si no podemos llamarlo Prestige?) podía ser una fuente de desprestigio para el gobierno, y se alzaron con el botín. A ello se dedicaron los primeros 15 días de la crisis. Pero como el desastre crecía sin parar, descubrieron que no sólo podían obtener del barco hundido desprestigio para el gobierno, sino también prestigio para ellos. Y a partir de entonces todo fue intentar ponerse en el lugar del gobierno, ponerse al frente del desastre, convertirse en los mediadores y hasta expendedores de todo bien para los damnificados, y en asesores indispensables para cualquier problema técnico, económico o jurídico. Dicen que si se les deja intervenir en la crisis, serán leales. Y para sacarle aún mayor rentabilidad al asunto, proponen hacer una gira por Europa. Una auténtica y apoteósica “Operación Prestigio”. 

A los del gobierno, abotagados, no sólo les faltaron reflejos para aprovechar esa calamidad y tamaña desgracia para hacer alarde de su solidaridad con los damnificados y de su capacidad de gestionar todos los recursos habidos y por haber; no sólo les faltó esa presteza para aprovechar la magnífica oportunidad de lucirse ante el pueblo como excelentes gobernantes por su humanidad, por su desvelo y por su capacidad (como hace todo buen político, que aprovecha toda oportunidad de parecer mejor de lo que es), sino que percibieron desde el primer momento el problema del “Prestigio” como una fuente de desprestigio para ellos; de manera que durante los primeros 15 días se empeñaron en matar el asunto, en vez de gestionarlo. Y como el asunto no se dejó matar, esa táctica se volvió contra ellos. 

Ese es el espectáculo: mientras a los políticos se les escapan por los boquetes chorros de energía en la “Operación prestigio”, los afectados por el desastre y la multitud de pueblo que está con ellos tienen una percepción muy distinta del desastre: el maldito PRESTIGIO está arruinando sus campos de cultivo, que están en la mar. Por eso han emprendido esa batalla épica contra el Prestigio y su viscoso oro negro envenenado.