UNA FRASE : Urbi et orbi

Cuando el papa da la bendición para todo el mundo, dice urbi (terminado en i, que es dativo), que significa “para la ciudad”, es decir para Roma, porque es obispo de esa ciudad; y orbi (también terminado en i, que es dativo), que significa “para el orbe”, en su calidad de primado de toda la cristiandad.

El REFRÁN : MOVER ROMA CON SANTIAGO

Cuando la principal aventura de un cristiano eran las peregrinaciones, buscar los favores divinos y eclesiásticos allí donde había más poder, era el límite de sus posibilidades. Por eso el que estaba dispuesto a todo con tal de conseguir algo, decía que movería Roma con Santiago.

TEMA DEL DIA : EL MONSTRUO DE LA GLOBALIZACIÓN

Hoy la rebeldía contra el sistema tiene un cauce anchísimo en el que confluyen los que se sienten inquietos e incluso irritados por esa confluencia de todos los que se dedican a la explotación política y económica de los pueblos. Son muchos los que ven con temor cómo se va unificando todo el mundo bajo una misma doctrina de corte economicista puro y duro, como si fuera inevitable que dedicásemos todos nuestros esfuerzos y todo nuestro entendimiento a producir cada vez más y a mejor precio. Se entiende que frente a los movimientos de convergencia de los dominadores, se organicen en todo el mundo como respuesta, movimientos de protesta de los dominados.

No está bien definido aquello a lo que se oponen, pero es algo informe, y por ello formidable, que se ve crecer sin cesar. Por eso el nombre de globalización que le han puesto al monstruo, es tan confuso como la resistencia que se le opone. Para personificarlo han elegido dos instituciones emblemáticas: el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Si es por simplificar y por reducir la doctrina a eslóganes y consignas, se entiende. Pero no son ni mucho menos el meollo de la globalización. Es que ese proceso no es tan nuevo como se quiere hacer ver. Es el estadio actual de un largo recorrido evolutivo que viene haciendo la humanidad desde sus inicios; las regresiones como la que ahora se pretende, han acabado siendo ramas muertas que se han desprendido del tronco. En la dilatada historia de la evolución de la convivencia humana, el movimiento antiglobalización no alcanzará ni la categoría de anécdota.

Pasemos revista a algunas globalizaciones concretas para entender a qué nos adherimos o a qué nos oponemos. Vamos para abrir boca a la globalización de las pensiones de jubilación, la reina de todas las pensiones existentes. Retrocediendo en nuestra historia tan sólo medio siglo, vemos que cada minúsculo grupo de hijos (los de una familia) tenía que proveer al mantenimiento de sus padres en la vejez. Para atender cumplidamente a este objetivo se vincularon a él la herencia y otras instituciones sociales, religiosas y económicas. Es decir que la jubilación y demás pensiones, se resolvían en cada familia. Pero como había familias que no tenían hijos suficientes o ninguno para atender a la vejez de los padres y a la enfermedad de cualquiera de los miembros, se inventaron las mutualidades, cuyo fin era juntar los recursos de muchas familias para así cubrir esas necesidades al margen de la circunstancia de cada una de ellas. Fue el primer paso en la globalización de las pensiones. Luego el estado, empeñado en ser el dispensador de todos los bienes, se apropió del sistema, pero sin aplicarle las correcciones que tenía que haberle hecho como gestor universal que era. Por ejemplo ni siquiera se le ocurrió que las pensiones sólo se pueden calcular contando con el relevo poblacional: hacia arriba si crece la población, y hacia abajo si decrece. Y como la familia ancestral, se ha visto obligado a importar población y a explotar mayores contingentes en el extranjero, para poder seguir pagando las pensiones. Eso sí que es globalizar.

EL ALMANAQUE explora hoy el término globalización.

LAS COSAS Y SUS NOMBRES LÉXICO : GLOBALIZACIÓN

Orbis terrarum llamaron los romanos al mundo entero, es decir al disco que creían que era la tierra (no globo; aunque también usaron excepcionalmente la expresión globus terrae). Orbis es la circunferencia e incluso el círculo: in orbem pugnare era combatir en círculo. Comparemos con la “órbita” que hemos heredado de ellos. En latín la misma palabra órbita es el surco que deja la rueda (que recibía también el nombre de orbis), la rodera, la huella; y de ahí el curso, la órbita de los astros. Con este último significado nos hemos quedado. El globus en cambio es tridimensional: es el globo, la esfera, la bola, la pelota y todo lo que guarde alguna analogía como amontonamiento, pelotón, masa, multitud, apelotonamiento tanto de personas y animales como de cosas. Globus sánguinis es el cuajarón de sangre; y hemos llamado glóbulo (dim. de globo) a la masa más pequeña de sangre que podemos conseguir.

Existe desde hace siglos en nuestro diccionario el término englobar, que significa juntar cosas que no tienen que ver entre sí, para formar con ellas una unión lógica, una nueva unidad; algo así como uni-vértere, convertir en uno, hacer un universo de muchas cosas distintas. De hecho, la necesidad de simplificar y de sistematizar nos empuja a englobar las cosas, a envolverlas en un mismo globo. La misma idea subyace en el verbo globalizar, pero con el sentido sistemático e insistente que le da la desinencia –izar. Es la tendencia física de los cuerpos menores a orbitar en torno a los mayores y a dejarse absorber por ellos; tendencia que se repite en los demás órdenes de la realidad. Los romanos no definieron bien este concepto. Se pararon en una fase más primitiva: en el verbo globo, globare, que usaron con el significado básico de ponerse redondo, y que ampliaron luego a apelotonarse; agruparse, reunirse. Tal como se complica la palabra, se complica el concepto. Al añadirle el prefijo –en, expresamos la idea de encerrar en un globo, en una totalidad. Y con el sufijo –izar le añadimos al mismo concepto la idea de sistematización, de inexorabilidad.

Los términos de ampliación, concentración, unificación, en el orden sistemático y lógico, tienen valor positivo. Por eso es extraño que un movimiento de resistencia al sistema haya elegido como símbolo de lo negativo del mismo, justo el concepto de globalización. Y es tanto más extraña esta elección, cuanto estos mismos enemigos del sistema lo son a la vez de la familia, por poner sólo un ejemplo; con lo que hacen absolutamente imprescindible la globalización, si quieren cobrar las pensiones de paro, de enfermedad, de vejez. Es que ellos mismos cuentan con la globalización del trabajo en su propio beneficio; no sólo el de las pensiones ya citado, sino también en el de los precios. Son precisamente estos antisistema los que pretenden vivir lo más económicamente posible; y eso sólo pueden hacerlo gracias a la globalización del mercado, que les permite comprar cada producto del país que más barato lo produce. Por eso cuesta tanto entender qué alcance tiene ese movimiento; porque los antiglobalización no están dispuestos a renunciar de ningún modo a los beneficios que les ha reportado hasta ahora la globalización.