REPORTAJES 
DE VIAJES

VIAJE A EGIPTO,  RUMBO A EL CAIRO VÍA ITALIA 

UNA CENA EN LA CORTE DEL FARAÓN 

Tras la visita a esa tienda de papiros repleta de auténticas obras de arte, Ibrahim nos deja en el Sheraton Heliopolis sobre las seis y media de la tarde. A las ocho tenemos cita con Nagui y su jefe. La maleta desaparecida y citada al principio del articulo, duerme en la habitación del hotel, el sueño de los justos. Alegría para todos y nos preparamos para la hora prevista. Cómo no, ellos llegaron antes de la hora, nosotros algo después, pero claro, ¡como había una mujer en nuestro grupo!...

Nagui se adelanta con una gran sonrisa y nos presenta a D. Nashaat Waheeb, su jefe. Un alto y elegante señor de refinados modales en consonancia con su puesto y sus responsabilidades, trajeado al estilo de un perfecto gentleman inglés. Sin embargo su físico es una conseguida mezcla entre el Nasser de los mejores tiempo y el actor de cine italiano de los años 50 o 60, Amedeo Nazzari (el Errol Flynn, italiano). Nagui se despide de nosotros y un nuevo pequeño autocar nos lleva, bordeando un Nilo iluminado por las titilantes luces de la ciudad, hacia un embarcadero. Un mundo mágico y desconocido se abre ante nosotros, nos metemos de lleno en un cuento de "Las mil y una noches", o una de las mejores películas de la época faraónica. Una pequeña escalinata de unos 30 metros, flanqueada por ambos lados, y cada 4 o 5 metros por guardias reales con vestimenta y armas de la época, nos reciben con la más estricta rigidez y fija mirada al frente, digna de los más inamovibles centinelas del Palacio Real de Buckingam, cuya fama ha rebasado fronteras. El barco-restaurante, que nos acoge, "THE PHARAOHS" lleva un nombre evocador, que le corresponde como anillo al dedo. El interior, moderno y funcional guarda notas relevantes de arabismo que, por otra parte, la mayoría de la clientela se encarga de acentuar. Una vez instalado, mirando por el inmenso ventanal, comento con mis tres compañeros y el Sr. Nashaat que el colmo sería dar un paseo por el Nilo con música de fondo... Fue mucho más, aparte de una comida excelente y variada, donde se mezclaban sabiamente los gustos de dos culturas, el barco, empezó a deslizarse silencioso sobre el Nilo y, pudimos contemplar el muy iluminado El Cairo así como su reflejo movedizo en las aguas opacas del río. 

A la altura de los entremeses, una frágil y rubia bailarina nos deleitó con unos bailes típicos donde no podía faltar la "Danza del vientre". ¿Lo atípico? Que la guapa y risueña bailarina rubia, era rusa. Seguidamente hubo otra larga (porque las canciones o músicas árabes suelen ser muy largas en comparación con el tiempo ajustado de las nuestras) interpretación magistral que yo llamaría "El baile de las sombrillas" interpretada por un egipcio alto y esbelto que terminó bailando entre las mesas con todas las sombrillas girando en loca zarabanda a su alrededor. Antes de salir el Sr. Nashaat nos presenta a la Directora; una francesa con don de gente, dirige este difícil negocio de hostelería y regenta esta joya flotante, "The Pharaons". Al salir, y subir la escalinata, nos volvimos varias veces y, a buen seguro, más de un suspiro brotó del pecho de algunos; no en vano, aunque por breve espacio de tiempo, nos habíamos metido de lleno, en el fascinante mundo faraónico de 4 o 5.000 años atrás.

Con las pocas horas de sueño del día anterior, el viaje, los continuos desplazamientos, los contactos, la cantidad de cosas desconocidas que desfilaban ante nuestros ojos y el calor reinante, nos acostamos exhaustos. Seguro que mañana nos esperaba un día similar, lleno de nuevas experiencias que no podíamos, ni queríamos, perdernos.   

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