SEXO CONDICIONADO

Los ancestros y los intereses pesan muchísimo a la hora de organizar la vida y reordenar valores. Del mismo modo que el trabajo en régimen de trabajo no es hijo de la inclinación del hombre a la actividad, sino heredero de la esclavitud, así también el sexo sometido a cualquier régimen de regulación en la pareja estable no es hijo del apetito sexual ni de la libre voluntad de entregarse a él, sino fiel cumplimiento de obligaciones contraídas. 
¿Que coincide punto por punto la obligación con la devoción o con la afición? Miel sobre hojuelas. Pero lo que está ahí pesando y aplastando como una losa es el ancestro del sexo esclavo. No sería necesario precisar que cuando se trata de dominación o de comercio sexual, se trata siempre de sexo femenino. 

La compraventa en su día de esclavos destinados al uso directo o a su explotación sexual, y el tráfico de blancos después de abolida la esclavitud, puede tener valor numérico absoluto, pero no porcentual, con lo que queda en la categoría de anécdota, no de línea de conducta. Si la naturaleza hubiese repartido a la inversa el apetito sexual, de manera que fueran las mujeres las que constantemente demandaran sexo, y ellos anduvieran remolones las más de las veces, en primer lugar no hubiese existido nunca la esclavitud sexual femenina, y luego el comercio sexual, (nadie va a vender arena al desierto ni hielo en el polo); y en segundo lugar es más que probable que este hecho biológico hubiese sido determinante para que no sólo la historia, sino también la antropología, se hubiesen escrito de otro modo: con la mujer como dominadora, y el hombre como dominado. Y en la hipótesis del equilibrio entre el apetito sexual del hombre y de la mujer, la divisoria entre dominadores y dominados no la hubiese marcado el sexo. No sólo eso, sino que al fallar el primer factor de dominación, hasta es posible que ésta nunca se hubiese dado. No es la fisiología, sino la política demográfica, la que determina que al llegar a la madurez sexual se mantenga equilibrado el número de machos y hembras. 
La previsión de la naturaleza es que al llegar a esa edad, los machos hayan sido severamente diezmados, con lo que el desequilibrio entre demanda femenina y oferta masculina sigue siendo grande, pero no monstruoso. 
El hecho es que el desequilibrio ahí está, y ese desequilibrio ha determinado que aquello que no abunda y muchos desean, se haya convertido en una mercancía, tanto más apreciada cuanto mayor es su escasez. Y puesto que como dicen los escolásticos, contra factum non valet argumentum (contra los hechos, no hay argumentos que valgan), tendremos que atenernos al hecho de que el comercio sexual no para de crecer (la red internet es un elocuente exponente de ello) y a partir de ahí averiguar qué pasa con la demanda, para que se dispare de tal manera la oferta. Nosotros trabajamos sobre la hipótesis de que es muchísimo mayor la desatención de la demanda sexual generada por la libertad sexual negativa (el ejercicio del derecho que tiene la mujer a negarse a satisfacer sexualmente a su marido o análogo), que la captación de demanda sexual masculina producida por el ejercicio de la libertad sexual positiva por parte de las mujeres. Es decir que de las dos posibilidades que le ofrecía la libertad sexual a la mujer: tener más o menos sexo, según le apeteciese, en conjunto ha optado preferentemente por la libertad sexual negativa: por las calabazas.

EL ALMANAQUE intenta aproximarse hoy al régimen sexual.


RÉGIMEN

Rego, regere, rexi, rectum. Significa eso: regir (de ahí rex, que en rigor es el que dirige, el que guía), guiar, gobernar, conducir, mandar, establecer límites. Uno de sus derivados es régimen, que en latín tiene el valor de dirección, guía, gobierno, régimen. Régimen navis es la acción de pilotar la nave; régimen classis, el mando de la flota; al mismo timón lo llamaban régimen; régimen equorum exercere, guiar carros. En todas las palabras del grupo régere está la idea de conducir, guiar, llevar por el camino marcado. Cuando hablamos de régimen por tanto, expresamos la idea de ordenamiento, de fijación de normas y de acatamiento de las mismas. ¿Quién hace ir recto a quién? ¿Quién es el que impone las normas?

Es evidente que hasta hace poco en nuestra cultura las relaciones sexuales de la pareja estable (el matrimonio) se regían por un determinado código que se transmitía de madres a hijas. La norma era bien simple: complacer al marido. Los padres no tenían que transmitir a sus hijos ningún código de conducta sexual, porque los hombres eran la norma, ellos eran el régimen. Como diría Mahoma, Alá creó a la mujer para satisfacción del hombre. Si acaso los más considerados recomendaban a sus hijos que no apretasen en exceso a la mujer, que la respetasen, y cuando quisieran salirse del sexo normal, que recurrieran a las prostitutas, que para eso estaban. El caso es que siempre se supo cuál era el régimen sexual por el que debía funcionar una pareja. En la cultura cristiana el código se resumía en un solo precepto: el deber de atender cada uno a la demanda sexual del otro, y por tanto la prohibición de rechazarse el uno al otro. Una formulación espléndida, de aspecto totalmente equitativo. Pero al resultar que el hombre cumplía esta obligación con suma devoción (al contrario que la mujer, que aportaba más obligación que devoción), acabó por entenderse el débito conyugal como obligación exclusiva de la mujer, como en efecto lo era. Pero éste era ya un régimen muy suave en comparación con el que le precedió, el de esclavitud sexual.

Hemos de empezar por ahí, por el régimen de esclavitud sexual, si queremos entender el régimen de contraprestación en que ha derivado. El punto de partida para entender el fenómeno, es que desde que el hombre es hombre, la mujer ha sido su posesión, y como tal posesión ha sido raptada, comprada, vendida y alquilada. En la historia y hasta en los ritos del matrimonio tenemos el rapto y la compra de la mujer por el hombre. Ni que decir tiene que en estos sistemas el régimen sexual fue de total sometimiento a la demanda del hombre, y que en cualquier caso la mujer tenía puesto precio (preciosa es la que tiene buen precio) y era objeto de comercio por su valor sexual. Por abreviar, las corrientes de liberación sexual de la mujer consiguieron hacerla propietaria de sí misma, pero no acabaron con el precio del sexo. Se pasó a la autogestión del patrimonio sexual, sin quitarle ni un ápice del valor que tenía. Y se fue a parar a un nuevo régimen de administración del sexo: el sexo pasaría a ser el gran instrumento de doma de los hombres por parte de las mujeres. Una vez alcanzada la independencia económica y sexual (la infidelidad no es delito) por la mujer, ésta contaba con la dependencia sexual del marido para domarlo.

POESIA

DOS CUERPOS

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos olas
y la noche es océano.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos piedras
y la noche desierto.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces raíces
en la noche enlazadas.

Dos cuerpos frente a frente
son a veces navajas
y la noche relámpago.

Octavio Paz, 1944

CUÑAS PARA EL DEBATE

1. Estamos inmersos en una revolución de alcance antropológico. La liberación de la mujer no se quedará en cambiar la historia: cambiará a la humanidad. Pero como en todas las revoluciones, quedarán en el camino jirones de lo que hoy somos. La revolución no nos saldrá gratis. Perderemos en ella muchas cosas. Los tres grandes esclavizadores de la mujer, a saber: el marido, los hijos y la casa no pueden ser lo mismo al liberarse la mujer.    
 

 2. No necesitamos dejar pasar más tiempo para tener una primera aproximación de la pinta que trae el futuro: si no se inventa otra cosa, la familia hay que darla por liquidada. Su mayor peso gravita sobre los hombros de la mujer, y eso es incompatible con la libertad individual. La solución provisional son uniones más cortas que el antiguo "hasta que la muerte nos separe". Sin un régimen sexual definido y asumido por ambas partes, la duración de la pareja es imposible. Los hijos se llevan a medias con el Estado, y la casa tampoco es lo que era. La mujer esposa-madre-ama-de-casa ha entrado en fase de extinción.    
 

 3. Seguramente es inevitable este cambio, por incompatibilidad entre la libertad de la mujer y la aceptación de esas funciones. Es el precio que hay que pagar, es el rescate por la liberación de la mujer. Y de la misma manera que fue su capacidad de ser madre lo que determinó el inicio de su esclavización, tuvo que iniciar su liberación dejando de ser madre.    
 

 4. Más aún, los antropólogos tendrán que revisar si no habrá sido la explotabilidad sexual (de la mujer) la responsable absoluta de la explotación en la humanidad; de modo que si no hubiese sido posible explotar sexualmente a la mujer, no se hubiese iniciado el camino de la explotación en la especie. Si así fuese, habrá que ver lo que puede representar desandar el camino de la explotación.

HUMOR

LAS EDADES DEL HOMBRE:

De los 10 a los 15 es MICO: Vive pelando la "banana"

De los 16 a los 22 es JIRAFA: Se come las "florecitas"

De los 21 a los 30 es BUITRE: Se come todo lo que se le atraviese

De los 31 a los 40 es AGUILA: Escoge todo lo que se va a comer

De los 41 a los 50 es PAPAGAYO: Habla mas de lo que come

De los 51 a los 65 es LOBO: Persigue a caperucita pero se come a la abuela.

De los 66 a los 70 es CIGARRA: Canta, canta y no come nada

De los 71 a los 80 es CONDOR: Con-dolor aqui, con-dolor alli.