ECCE HOMO 

Exivit ergo Iesus portans coronam spíneam et purpúreum vestimentum. Et dicit eis (Pilatus): Ecce homo”. Salió pues Jesús llevando una corona de espinas y un manto de púrpura. Y les dice (Pilatos): He ahí el hombre. 

Es el texto de la Pasión según san Juan (19, 5). Es traducción literal del texto griego (Idou o anqrwpoV (idú o ánzropos)). HE AHÍ EL HOMBRE. Quien dice esta frase es Poncio Pilatos, después de intentar salvar a Jesús proponiéndole al pueblo liberarlo por ser la Pascua. Y para ponerles la cosa más fácil les ofrece como alternativa la liberación de un mal sujeto, famoso por sus crímenes y fechorías, llamado Barrabás (de él nos ha quedado la expresión “ser de la piel de Barrabás”). El resultado fue que los sacerdotes habían enconado contra Jesús de tal modo al pueblo, que éste prefirió el indulto de Barrabás, al tiempo que pedía furibundo la crucifixión para Jesús (la peor de las penas, la muerte con ignominia). Y mientras esto ocurría en el exterior, en el interior del pretorio los soldados se dedicaron a escarnecer a Jesús después de azotarlo: “Y los soldados, tejiendo una corona de espinas se la pusieron en la cabeza y lo cubrieron con un manto de púrpura. Y se acercaban a él y decían: Salve, rey de los judíos; y le daban bofetones”. 

Ese es el contexto bíblico del Ecce homo, que al convertirse en una de las más grandes tesis del cristianismo, pasó a escribirse con las dos mayúsculas: Ecce Homo. 

Observemos en primer lugar la contraposición entre el malhechor que sale bien librado, y el justo que sale malparado. Ecce Homo, he ahí la condición del nuevo modelo de Hombre que nos propone el cristianismo: actuar conforme a la nueva conciencia que instaura Cristo para crear el HOMBRE NUEVO que nos anuncia san Pablo, no sale gratis. 

Pero es que al margen de la comparación, sigue ofreciéndosenos el MODELO CRISTIANO de HOMBRE: el dolor, la humillación y la muerte aceptados como parte de la vida, configuran un concepto de HOMBRE diametralmente opuesto al Vir Romanus, cuyos caracteres esenciales son la libertad, los derechos de ciudadanía y la dominación. Es la culminación del hombre judío (fuera de la dualidad dominador-dominado que imponía la concepción vigente del hombre en las demás culturas); pero un hombre que no pudiendo mantenerse entre el señor y el esclavo, se decanta por el lado del esclavo. Es el homo diseñado por el poder romano para estar sometido. 

Ahí tenemos a Friedrich Nietzsche, furibundo enemigo de ese modelo judeo-cristiano del hombre: sobre rezumar en toda su obra un exquisito néctar en pro del Superhombre esclavista (calcado del “aner” griego y del “vir” romano) y un mortífero veneno contra este concepto de Hombre (el que ha triunfado en nuestra cultura occidental llamada humanística por no llamarla cristiana, que es su verdadero nombre); además de destilar néctar para el Superhombre y veneno para el Hombre, escribió dos obras directamente contra este último: “El Anticristo” y “Ecce Homo”. 

Mariano Arnal

Indice Lexico - Portada