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Día del Padre

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No es la carne y la sangre, sino el corazón, lo que nos hace padres e hijos. Friedrich Schiller

“Tener hijos no lo convierte a uno en padre, del mismo modo en que tener un piano no lo vuelve pianista.” Michael Levine


LAS COSAS Y SUS NOMBRES

PATERNIDAD

La palabra padre nos viene de inmensamente lejos, pero sólo podemos controlar su significado desde muy acá. Procede del latín pater / patris, que significa padre, que a su vez viene del griego pathr / patroV (patér / patrós), que seguimos traduciendo igual. Una palabra que se ha mantenido invariable durante más de tres milenios (que podamos constatar), mientras la realidad que con ella denominamos, ha cambiado de forma sustancial.

No se ha podido fijar el significado original de padre; pero los que hurgan en las palabras antiguas tienen la sospecha de que pudiera significar en un principio "sacrificador", refiriéndose a la función de sacerdote doméstico que tenía el padre en tiempos remotos y que en ese caso sería percibida como la principal de sus funciones. Lo que sí está claro es que no significa "engendrador", que es el significado clave que tiene actualmente. Y no lo significaba porque no era ésa la sustancia de la paternidad, sino el dominio, cuya más alta expresión está en el sacerdocio. La sustancia de la paternidad estuvo en la patria potestas, sobre la que están montadas, todavía hoy, las relaciones paternofiliales. Cuando se habla de "pruebas de paternidad" nos referimos exclusivamente al acto de engendrar, porque ésa es para nosotros la quintaesencia de la paternidad que, por otra parte no es fuente de derechos, sino de obligaciones.

La paternidad es el mayor invento social de la humanidad, no superado todavía por ningún otro, ni siquiera por el Estado. Es probablemente anterior al matrimonio. El más antiguo paterfamilias romano es mucho más el jefe del pequeño Estado que forma su casa, que el padre de sus hijos. Ni siquiera los llama hijos, sino líberi "libres". La palabra hijo parece que en origen significa "mamón" (ver web 12-2) y sólo tiene que ver con la madre, no con el padre. No se parece por tanto en nada el padre de hoy, al padre romano del que tomó el nombre.

Llegar a la condición de hijo de padre no ha sido cualquier cosa. No nos vino por generación espontánea. En realidad, al principio la generación nada tenía que ver ni con la paternidad ni con la filiación. Es decir que el simple hecho de engendrar no devengaba obligaciones ni derechos de paternidad, ni el simple hecho de ser engendrado constituía al nacido en acreedor de derechos respecto al engendrador. En el derecho vigente quedan todavía reliquias de esos principios.

El gran problema por el que había que resolver el doblete paternidad - filiación, era la sucesión. Para evitar en cada generación una guerra de sucesión (cosa que por otra parte ocurre con todos los animales de manada y de rebaño), había que constituir un heredero (de la raíz griega <erwV / héros, que nos sitúa en la idea de "héroe", "señor", "herr"). El paterfamilias tenía que constituirse en pater de aquel que eligiese como heredero.

FILIACIÓN

Ha sido largo el recorrido de la humanidad hasta llegar a construir la relación padre-hijo. El fundamento biológico que hoy damos como evidente, no es más que el cimiento aparente sobre el que se construye esta relación, de manera que tanto las leyes basadas en el derecho romano como en el germánico, reconocen el derecho de paternidad en favor del padre "legítimo" (el que se ajusta a la ley, es decir el que está legítimamente casado con la madre) cuando viene a disputarle ese derecho un padre "biológico". La relación paterno-filial no es un invento de la naturaleza, sino de la ley. Pero antes de entrar en materia es preciso hacer un largo itinerario entre brumas y espesuras léxicas, para ver de dónde nos viene la palabra hijo.

Divagando por entre el grupo con el que de cerca o de lejos ( más de cerca que de lejos) está emparentada la palabra filius de la que procede hijo (la h es el recuerdo de la antigua f y a la j nos empujaron los árabes) hemos de pasar por el tronco común fer-fert, con el significado de "llevar". Derivada directamente del tronco, tenemos fértil, que significa "la que lleva (fruto)". Totalmente contigua en forma y en significado (cerca del supino fertus), tenemos fetus -a, adjetivo que significa "cargado -a de fruto", "fecundado -a", "preñado -a". Fetus ager es un campo sembrado; fetum pecus, un rebaño preñado. El sustantivo fetus designa la acción de parir, el parto, la puesta de huevos. El verbo fetare significa poner huevos, y también fecundar. La fetura es el tiempo de gestación y también la prole, la cría. Fetalia son las fiestas natalicias. Le cae cerca también el adjetivo fecundus -a -um (relacionado con la raíz indoeuropea dhe, con el valor de mamar, ordeñar), el verbo fecundare y el sustantivo fecunditas, que han pasado a las lenguas románicas como términos cultos, manteniendo el mismo significado que en latín. Y rondando por ahí cerca, felix y femina. El adjetivo felix, del que derivará el concepto de felicidad, vuelve a significar fértil, fecundo, cargado de frutos. Felicitas significa, naturalmente, además de felicidad, fecundidad, fertilidad, y felicitare significa "hacer feliz". Y por fin el último término contiguo a felix es felare o fellare, que significa chupar, mamar.

De todo este recorrido se saca una conclusión clara: que el concepto de fertilidad y fecundidad están representados en latín por las palabras fertilis, fetus, fecundus y felix. Que la contigüidad de felatio con felicitas sería muy raro que fuese accidental. Y finalmente que atrapados en esa maraña, sin tener bien definido cuál es su lugar exacto, están los férminos filius y femina, que han de tener relación con la idea de fecundidad o la de mamar (activo y pasivo) y todos ellos derivados del tronco común fero, que significa llevar (en sus formas de capacidad, actividad, pasividad).

He intentado colocar la palabra hijo en su marco léxico y semántico. El próximo viernes entraré en materia. Me ocuparé de la relación semántica fetus - filius, y si queda espacio, analizaré las posibilidades de que filius tenga que ver con felare.

PADREnuestro

El padrenuestro es un referente clave en el desarrollo de los conceptos de paternidad, filiación y fraternidad (concepto este último cuya defensa adoptó como propio la Revolución Francesa). Un faro que ha iluminado las relaciones humanas esenciales a lo largo de casi dos milenios. Los conceptos de paternidad y filiación que en él se contienen, sólo muy recientemente han sido superados, y tan sólo por algunas culturas; en cambio, la idea de fraternidad que del padrenuestro se deriva, tiene todavía un largo camino que recorrer.

El cristianismo viene a tomar el relevo de la religión y de la cultura romana (basada en la dominación). La Ley de las XII tablas (aprox. 450 a. C.) tiene que advertir que el padre perdería la patria potestad sobre el hijo si lo vendía por tercera vez. Por mucho que evolucionase este modelo de paternidad basado en la propiedad y en la potestad, no podía llegar muy lejos. Lo que hace el cristianismo es romper con el sistema de dominación como inspirador de la paternidad, para iniciar el largo camino hacia las actuales relaciones paterno-filiales.

Pero esta revolución tiene un segundo aspecto, igualmente trascendental: da un gigantesco paso adelante en la relación del hombre con Dios instituida por Moisés para el pueblo judío. La fórmula que adoptó Moisés para conseguir apartarlos definitivamente del círculo vicioso dominadores / dominados al que estaban condenados todos los pueblos, fue prohibirles dominar a otros pueblos y mezclarse con ellos por una parte; y por otra, imponerles a Dios como único dueño y Señor al que servir y adorar, a fin de alejar de la inclinación a la esclavitud (íntimamente relacionada con la adoración) a aquel pueblo de esclavos arrebatados al faraón. El cristianismo perseguía el mismo objeto: dar cerrojazo a la esclavitud en que vivía la mayor parte de la humanidad, incluído el pueblo judío, pero mediante una nueva fórmula, que convertía a Dios en Padre de toda la humanidad, no de un solo pueblo, y a todos los hombres de todos los pueblos de la tierra en hermanos.

La circunstancia histórica fue decisiva para esta gran revolución. Uno de los aspectos más notorios de la decadencia del imperio romano fue la desintegración del sistema esclavista. Infinidad de dueños no podían mantener a sus esclavos, otros muchos, por influencia del cristianismo, decidieron manumitirlos legalmente. La fórmula más ágil era la de la adopción. Bastaba que ante testigos el señor llamase a su esclavo "hijo" y éste a su vez le respondiese llamándole "padre" para que legalmente quedase libre, por haber pasado a la condición de hijo adoptivo. Esta llegó a ser la fórmula más empleada. Y este paso de la condición de esclavo a la de libre, es la que hace inteligible para nuestra mentalidad el Padrenuestro. Estos esclavos manumitidos se veían obligados a pedir a su "padre" el pan de cada día, el perdón de las deudas en que incurrían y la protección para no pasarse a la delincuencia. Desde esa circunstancia se entendía muy bien la conversión de Dios de Dueño y señor (judaísmo) en Padre común de todos (cristianismo).

DESHONRAR

Del latín honor (plural honores), procede nuestra palabra y nuestro concepto de honor, una palabra que no ha experimentado variación ni en la forma ni en el contenido. Ya en latín se bifurca el significado en plural, de manera que honores (rendir honores, tributar honores) corresponde a la forma ritualizada del honor. Precisamente este plural ritualizado induce a pensar que el honor (palabra de cuyo origen no tenemos pistas) debió ser el conjunto de actos de culto, reverencia y consideración que se tributaba a los dioses y a los superiores. Se trata de un sustantivo activo, relacionado con el verbo honrar. Y el adjetivo honrado, a pesar de ser participio perfecto pasivo, más bien tiene valor activo, a juzgar por las huellas que ha dejado. Así, parece que honrado es más bien el que da el honor que el que lo recibe. Del cumplimiento del precepto que dice "honrarás padre y madre", es el hijo que honra a su padre y a su madre, el que les respeta como es debido, quien resulta ser por ello una persona honrada. Afirmar de alguien que es honrado, es como ocurría en el caso de decente, que sólo se afirma de quien está bajo sospecha de no serlo. Si la honradez es una virtud, es porque es activa, porque aquel de quien se predica, la practica. El latín tiene además del verbo honorare, que significa honrar, rendir honores, ¡y también pagar! (de ahí los honorarios), el verbo honestare, que significa igualmente honrar y además adornar, embellecer, hermosear. En la órbita de honorare están tanto honor y honoratus como honestus, honestas y honéstitas. La honestas es el honor y consideración que uno recibe, mientras la honéstitas es el decoro con que uno se comporta. En vez de esta palabra, los romanos preferían usar honestum, el neutro sustantivado del adjetivo honestus, a um.

La forma negativa es especialmente dura. Implica un comportamiento agresivo. En latín ni el verbo honorare ni sus sustantivos y adjetivos admiten la transformación en negativo. Es que de hecho es tan absurdo como formar el verbo desadorar o descultivar. Pero el caso es que tenemos en español deshonrar, deshonra (no en cambio deshonrado como contrario del adjetivo honrado), deshonestidad y deshonesto. Deshonrar lo define el diccionario de R.J. Domínguez, como Quitar la honra, infamar. // Escarnecer y despreciar a otro con ademanes, palabras y acciones ofensivas, indecorosas, indecentes. = Desflorar, violentar, forzar o conocer torpemente a una mujer de buena opinión; violar, profanar, atropellar el pudor, etc. // Seducir, corromper. Es una peculiaridad de nuestras lenguas este género de deshonra relacionada con la integridad sexual de la mujer. Es singular que la honra, un concepto que llegó a alcanzar tanta relevancia en la Edad Media, acabase significando para la mujer exclusivamente su comportamiento sexual. Es difícil entender que esto sea así si no fuese porque el hombre bajo cuyo poder estaba la mujer, el padre o el marido, se sentía también él profundamente deshonrado cuando burlando sus derechos alguien se atrevía a atacar aquello que más apreciaban en ella. Porque las tremendas venganzas que movían por vengar la deshonra de sus mujeres, más tenían que ver con ellos mismos que con ellas.

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