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IRLANDA – DUBLÍN  English Version

Dublín es una ciudad con aires de magia y misterio, que vive bajo la atenta mirada de sus poetas, dramaturgos y escritores. Tal vez, esa sea la razón por la que el visitante no se siente como un simple turista y enseguida se ve envuelto en su vida cotidiana que transcurre a paso acelerado por sus calles.

RUMBO A IRLANDA

Tras conocer que un fotógrafo y yo viajaríamos a Dublín para realizar un reportaje de la ciudad; recurrí a internet para contrastar las impresiones de otros reporteros y conocer un poco más de ese pequeño país bañado por el Atlántico llamado “República de Irlanda”.

Después de leer más de una docena de textos con información útil, me detuve en un inocente artículo lleno de calor y ternura publicado por un estudiante:

La chica quería aprender inglés y su punto de referencia era Londres. Su familia se negó rotundamente ya que sabía que la capital inglesa es muy cosmopolita y su hija no aprendería nada del idioma. La única alternativa por parte de su padre fue Dublín, así que de malas ganas nuestra estudiante puso rumbo a la capital Irlandesa. Poco a poco, y casi sin darse cuenta, la ciudad le fue embrujando de tal forma que cuando llegó el momento de volver a España, ya estaba completamente enamorada de su gente, de sus calles, de sus parques.... de su encanto.

Al año siguiente tuvo la opción, y el consentimiento del padre de ir a Londres a seguir perfeccionando el idioma; sin embargo, volvió a Dublín. Han pasado varios años y la chica asegura que cuando piensa en volver a viajar no le seduce lo más mínimo la idea de conocer Londres y demás capitales europeas; en cambio “...volvería a Dublín con los ojos cerrados...” 

Sentía curiosidad por saber que podía ofrecer una ciudad que a pesar de no tener las conocidas excelencias de otras capitales como París o Viena consigue que la mayoría de turistas se dejaran conquistar por el deseo de volver; y que otro gran porcentaje de aquellos que vuelven se queden para siempre.

Confieso que conocía más bien poco de Dublín. Sabía que es la capital de la “República de Irlanda”, y que por tanto, la moneda oficial es el euro, puesto que no pertenece al Reino Unido como muchos piensan al confundirlo con Irlanda del Norte donde siguen utilizando la libra esterlina. Por supuesto, sabía tambien que fue la cuna de grandes artistas como Oscar Wilde, U2, James Joyce, The Coors, etc. y de otros muchos que posiblemente nunca se darán a conocer.


Foto : Izquierda: James Joyce, o “el cojón de pico” como los dublinenses le llaman de forma irónica. derecha: Otra muestra del particular sentido del humor Irlandés: un artista callejero sirve como atracción para todos los turistas, entre ellos nuestra reportera gráfica que no quiso perder la oportunidad de fotografiarse con el mismísimo “Joyce”,

Pero eso no basta; para sacar el máximo partido al turismo hace falta saber, entre otras cosas, algo de su historia.

¿Qué debo saber antes de viajar a Dublín? Después de las invasiones de los Celtas, llegados en gran parte de España y Francia, y las posteriores ocupaciones de los vikingos, llegó la colonización de los protestantes ingleses. Durante cuatro siglos Dublín ha sido testigo de numerosos movimientos revolucionarios para intentar que los católicos tuvieran los mismos derechos que los protestantes. Dichas revoluciones dieron lugar a un fuerte movimiento de independencia que finalizó hace relativamente poco, con la proclamación de “La República de Irlanda” con la que quedó totalmente desvinculada del Reino Unido”

¿y por qué debo saber esto? Porque Dublín no es de las ciudades que intenta borrar la huella de su historia, al contrario, levantan monumentos por doquier, tratando de igual forma tanto los momentos gloriosos como los más tristes. Un claro ejemplo lo tenemos con “Molly Malone” o la pobre de la carreta en memoria a la pobreza que sacudió la ciudad en tiempos de crisis. Otro en la escultura dedicada a los caídos en “la Gran Hambruna”, que aniquiló a más de un millón y medio de habitantes. 


Foto : James Larkin, uno de los más famosos jefes sindicalistas de Irlanda. Cuentan que subío al balcón en tiempos de represión y dijo: “los grandes parecen grandes porque estamos arrodillados, ¡LEVANTÉMONOS!.

UN VISTAZO POR DUBLÍN

Algunos dicen que el primer vistazo por la capital de Eire es algo decepcionante y tengo que reconocer que hay algo de cierto. También es verdad, que mi primer contacto fue alrededor de las diez de la noche, y a esa hora la ciudad inverna y el frío azota con más fuerza que nunca. El panorama no es muy alentador: una lluvia omnipresente, calles vacías, edificios no muy altos, callejones que no invitan demasiado a entrar...

Desolación inicial que desapareció en tan sólo un instante: cuando vislumbré dos enormes candelabros encargados de alumbrar las coloridas vidrieras de un típico pub Irlandés. Una decoración cuidadosa hasta límites insospechados que obliga a entrar a cualquier transeúnte. Tras dejarme seducir por aquella invitación penetré en su interior para sumergirme en un ambiente multicultural no menos sorprendente. En este tipo de locales nadie hace lo mismo: unos matan el tiempo pegados a la pantalla de un ordenador, otros resuelven el mundo en complejas conversaciones existenciales, otros discuten sobre tendencias musicales acompañados de sus guitarras y violines... pero eso sí, todos, incluso los músicos que amenizan la noche con ritmos celtas, tienen algo en común: La compañía de una “Guinnes”, Cerveza tradicional Irlandesa.

Siempre he mantenido la idea de que el primer día de tour por cualquier capital debe ser para callejear y hacerse una ligera idea de donde están las zonas de interés. En el caso de Dublín pensé que no sería así, debido a que es una ciudad relativamente pequeña (aproximadamente un millón y medio de habitantes); por esa razón pensé que en cuanto me desviara de las zonas de mayor influencia no quedaría mucho que ver. Nada más lejos de la realidad, Dublín tiene muchísimas y muy variadas atracciones turísticas y a pesar de no ser muy grande está todo muy concentrado. 


Foto : Izquierda: El obelisco que tiene por mote “la flecha del gueto” y sirve como punto de unión de las principales calles de la ciudad; derecha: las 16:30 de la tarde y comienza a anochecer sobre el río Liffey.

Tal vez ese sea su principal encanto; que no es preciso recorrerla con un mapa en la mano sino dejarse llevar. En cuestión de horas uno se siente como un lugareño más.


EL ARTE DE CALLEJEAR

Pasear por las principales calles de la capital es casi una religión. Es como una carrera ordenada por llegar a ninguna parte en la que debes ir con mil ojos, porque en cualquier momento y en el lugar que menos esperas, tropiezas junto a la multitud, con aquella postal que tanto te gustó pero imaginaste que nunca verías, o con aquella estatua que recuerda que hubo un tiempo en que la población estaba habitada por brujas.

Hacer un tour andando por Dublín no es muy complicado, basta con dejarse arrastrar por la gente. Todos los caminos llevan a Temple Bar, la zona más animada de la ciudad. En sus calles se concentran los más típicos pub Irlandeses, entre ellos el famoso Temple Bar, protagonista preferido de todas las fotos de los turistas.

Foto :Bar que da nombre a todo el barrio moderno de Dublín; todo un emblema de las noches dublinenses.

Pero no todo es gente joven paseando. Al ser una ciudad tan contrastada existen rutas para todo tipo de turistas:

Para los apasionados del “shopping”, ¡y sabe dios que los hay!, la mejor opción es alrededor de Grafton Street. Aquí podemos encontrar “auténticos chollos” en algunas tiendas de moda, donde muchos dublinenses se resisten a comprar para evitar vestir todos iguales. Yo no tuve ningún problema en ir como todos los dublinenses y me compré unos vaqueros por un precio que roza lo ridículo: 10 euros. En esta misma calle hay un centro comercial llamado Mark & Spencer que merece la pena ver por sus amplios espacios y majestuosidad, que recuerda los grandes almacenes ingleses de la época Victoriana. Como recomendación personal propongo olvidar las prisas y disfrutar de los numerosos artistas callejeros que se reunen en esta zona (mimos, malabaristas, cantautores...) y, como guinda, saborear un café en el “Bewley´s cofee”.

A los románticos empedernidos Dublín les invita a pasear a lo largo del río Liffey, que bordea la ciudad y lo hace cargado de galerías de arte y de restaurantes para todos los gustos. Llama la atención que todo el río está rodeado de hermosos palacetes que dan una gratificante sensación de amplitud.

Foto :La noche cae sobre el pasarela más popular de Dublín: Ha´Penny Bridge.

Otra opción de paseo encantador es dar una vuelta por el “Grand Canal Walk”, un lugar situado en el corazón del barrio Georgiano, un rincón ideal para pintar, escribir o hacer cualquier actividad que requiera inspiración creativa.

Quienes se sientan más atraídos por los paisajes pintorescos tienen el “Phoenix Park”, todo un orgullo nacional, por ser el parque más grande de Europa; de hecho su tamaño dobla al famoso Central Park de New York. Sin embargo, cuando hablamos de parques con encanto “San Stephen´s Green” es su mayor joya. Sus cuidados jardines, un lago repleto de aves, las casas Georgianas que lo bordean y las numerosas esculturas dedicadas a sus artistas, hacen que este parque victoriano sea el más celebre de Irlanda.

Foto : Una de las preciosas vistas que esconde Stephen´s Green, al fondo el quiosco de los enamorados.

VISITAS OBLIGATORIAS

Nuestra visita a Dublín duró tan sólo 4 días, por lo que tuvimos que hacer un gran esfuerzo para separar lo interesante de lo imprescindible. Aunque esta labor sea bastante subjetiva, pienso que ahora estoy en condiciones de hacer un juicio más o menos fiable de cuales son las visitas obligatorias:

Un paseo por el Barrio Georgiano es un viaje en el tiempo hacia la edad de oro de la ciudad. Calles repletas de residencias disfrazadas de palacetes muy al estilo inglés con sus características puertas Georgianas, cada una de un color distinto. Sorprenden algunas casas cuyas fachadas están totalmente cubiertas de ramas y hojas de tonos rojizos. Curiosa belleza que parece sacada de un cuento de hadas y casas encantadas.

Foto :Izquierda: edificio de la época, totalmente cubierto de ramas; Derecha: dos típicas “puertas georgianas”.

Incluso para los enemigos de la noche se recomienda no obstante tomar una “Guiness” o un “Café Irlandés” en cualquier bar de la zona Temple Bar. Mejor aún si es a partir de las nueve de la noche ya que suelen organizar conciertos de Jazz o música irlandesa. 

En cuanto al culto religioso, dos catedrales: “Saint Patrick's” y “Chrish Church”. La primera por ser la más grande y la segunda por ser la más antigua (hacia 1037). Ambas impresionan por su majestuosidad y su aspecto medieval. Además las dos albergan monumentos funerarios y relíquias que se han convertido en auténticos tesoros. De hecho, en Saint Patrick's descansa el cuerpo de Jonathan Swift, autor de “Los viajes de Gulliver” 

Foto :Catedral de Chrish Church.

El Castillo de Dublín, sinónimo de poder y absolutismo, representando siete siglos de dominación Inglesa. Visitando su interior es fácil imaginar el gusto por lo sobrenatural que heredó Bram Stoker trabajando como funcionario en sus instalaciones, el cual le inspiró para escribir Drácula, una de las obras más brillantes de su época.

El Trinity College es una majestuosa universidad, construída hacia 1592 por decisión expresa de Isabel II, en un principio abierta exclusivamente para protestantes. Una vez dentro cuesta imaginar que aquello sea un lugar de estudios, ¡ya hubiera quisieramos todos estudiar en un campus así!. Lo más curioso es su vieja biblioteca, que impresiona por su decoración y los 15 metros de altura que alcanzan su techumbre.

Imprescindible visitar “Kilmainhan Gaol”, una antigua prisión que hoy se ha convertido en museo. Se ha conservado de tal forma que resulta fácil imaginar la vida de los reclusos mientras estuvo activa. Pasear por el patio de recreo, entrar en las celdas y observar la sala principal es como adentrarse en un film; no en vano, aquí se han rodado películas como “En el nombre del padre”, “The Italian Job” o “Michael Collins”.

Foto : Sala principal de Kilmainham Gaol; alguna de las celdas sigue consevando el nombre de sus presos más importantes.


WICKLOW... UN LUGAR PARA DISFRUTAR DEL SILENCIO

Sería un pecado viajar hasta la capital de la República de Irlanda y no disfrutar del que probablemente sea su mayor patrimonio: el color verde. Esa es la razón, por la que decidimos dedicar un día entero a conocer todos los tipos de verde que ofrecen sus alrededores, a pesar de ser conscientes de que eso implicaría no poder visitar todas las atracciones de la ciudad. Tuvimos que descartar algunas visitas importantes como el "Zoo" famoso por ser de los más antiguos del mundo y del que dicen que salió el León más famoso del panorama cinematográfico, que todos hemos visto rugir antes de cada película de la Metro Golden Mayer; el "National Gallery" donde además de representar las colecciones de los más importantes artistas Irlandeses, expone obras de Goya, Picasso, Rembrandt o Caravaggio; o el "Numero 29", que representa la vida cotidiana de una familia de clase media entre 1790 y 1820. No obstante, estoy convencido que mereció la pena.

Para este recorrido tuvimos la suerte de contar con la profesionalidad y el conocimiento de Robín White, la guía que nos cedió la oficina de turismo de Irlanda y la encargada de llevarnos por los alrededores del sur de Dublín. 

Tras una hora de coche aproximadamente, después de pasar por algunos pueblecitos costeros con casas y playas impresionantes, llegamos al condado de Wicklow. A partir de ese momento cada paisaje es más esplendido que el anterior y el coche deja de ser un medio para convertirse en un obstáculo que nos separa de la naturaleza en estado puro. La primera visita fue a un asentamiento monástico fundado por San Kevin a finales del siglo VI llamado Glendalough. El nombre de la ciudad, que aún en la actualidad sigue siendo lugar de peregrinación, viene del gaélico Glenn da locha, que significa "el valle de los dos lagos". 

A pesar de todos los desafortunados sucesos que ha tenido que sufrir el espíritu de St. Kevin (catástrofes naturales, las invasiones vikingas, el paso de los ingleses...) hoy en día, este asentamiento es uno de los mejores conservados de Irlanda. El místico escenario consiste en cientos de cruces celtas levantadas sobre tumbas de religiosos irlandeses. 



Foto : Cruces celtas en pleno corazón de Glendalough.

Entre todas ellas, destaca una, y no por los adornos en su piedra como se podría pensar, sino por ser una de las más antiguas, lo que lleva a sospechar que en ese lugar descansa eternamente St. Kevin. Junto al cementerio se encuentran los restos de una catedral de la época, en un extremo, una estructura en ruinas que sirvió como residencia de los monjes, y en el otro, una pequeña pero bien conservada edificación con forma de campanario. Todo ello, vigilado durante siglos desde los 33 metros de altura de la la famosa torre a la entrada de Glendalough.

Al salir del centro de visitas Robin nos adentró en el bosque para enseñarnos todos sus secretos. Parece mentira que a menos de 50 kilómetros de la bulliciosa y cosmopolita ciudad de Dublín, exista un lugar propio de duendes y hadas, donde la naturaleza consigue que por un instante olvides quien eres para sentirte la persona más dichosa del mundo por estar contemplando algo realmente grandioso: árboles gigantescos con cierto toque de misterio, restos de piedra que dan fe del paso de la historia, montañas al horizonte, el sonido de alguna cascada o el paso de un río que se proclama como melodía oficial y sublime... ¿cómo es posible que la naturaleza haga una composición tan perfecta?. En ese momento de éxtasis espiritual, Robín, que tal vez se contagió del brillo en los ojos de dos turistas que nunca habían visto algo semejante, nos comentó que la diosa fortuna estaba de nuestra parte: primero porque no había mucho turista estropeando el clímax, y segundo, por el tiempo, no sólo no llovía sino que se filtraban entre las ramas algunos rayos de sol, algo poco habitual en épocas navideñas.



Foto : Una de las impresionantes vistas que ofrece el lago superior.

Tras ver la cascada y las impresionantes panorámicas de los dos lagos que dan nombre a la ciudad (el superior y el inferior), volvimos a coger el coche rumbo Powerscout, situado en un valle a los pies de la montaña Great Sugar Loaf. Tengo que confesar que cuando nos dieron el itinerario de lo que íbamos a ver me sorprendió que dedicaran hora y media a ver unos jardines y una casa, pero un sólo vistazo es suficiente para darse cuenta que aquello es algo más que unos jardines de presencia aristócrata. Son enormes extensiones de distintos estilos jardines cuidados al detalle, donde el lujo y el buen gusto se combinan a la perfección; Yo, particularmente, no había visto jamás un césped tan limpio, parecía más bien un manto de terciopelo verde.



Foto : Vista desde un lateral de los jardines y la mansión de Powerscout.

Para concluir nuestro recorrido por Wicklow, visitamos el nuevo hotel Ritz Carlton donde nos atendió la coordinadora Annelie para enseñarnos sus acogedoras instalaciones. Todo está diseñado en un estilo muy tradicional pero que a la vez incorpora todo lo último en tecnología, como por ejemplo televisión en el espejo del cuarto de baño. La entrada al hotel, donde pudimos tomar un café mientras contemplabamos un anochecer en “Sugar Loaf”, es quizás lo más impactante, es como sumergirse en una película de la más alta aristocracia parisina. Otro dato que llama la atención que en este hotel existen más suites que habitaciones normales, a pesar de ello tienen unos precios muy competitivos.



Foto : Entrada principal al nuevo Ritz Carlton.

LA NOSTALGIA DE UNA DESPEDIDA, DE UN REGRESO

No quisiera despedir este artículo sin afirmar que nuestra estudiante de inglés tenía toda la razón del mundo, pues tambien a nuestro juicio Dublin es la ciudad perfecta para cualquier soñador, cualquier filósofo o enamorado de la naturaleza en su aspecto más genuino.

Tal vez su paz, su sosiego en el aparente movimiento de su gente sea parte de un ingrediente envolvente que embriaga en cuanto te dejas mecer en sus brazos. Dublín, te prometo que volveré...


Texto: Ángel Carrera Durio
Fotos: Aurora Arbona Spinoza 
Coordina: Jose Buitrago Prieto

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