DEL HARÉN, A LA FAMILIA MONOPARENTAL

¿Es seguro que goza de mayor libertad y de mejor consideración como mujer la que vive en régimen monogámico, que la que está en régimen poligámico? ¿Está mejor que ambas la que vive en régimen monoparental, es decir la mujer sola con uno o varios hijos? Al ser de carácter cultural los posicionamientos sobre la monogamia o la polgamia, es imposible hacer ningún análisis objetivo al respecto, así que tendremos que conformarnos con la especulación. Vivimos en una "cultura monogámica" (entre comillas, claro) y conocemos a fondo las ventajas y los inconvenientes del régimen de pareja, porque los vivimos. En cuanto a la satisfacción del apetito sexual tiene el inconveniente de que se da muy raramente la coincidencia en la intensidad y en la frecuencia del deseo a lo largo de la vida de la pareja; este desfase se tenía que resolver a costa de alguien: nuestra cultura lo resolvió a costa de la mujer imponiéndole, si quería vivir en pareja, el débito conyugal, es decir la obligación de satisfacer todos los deseos sexuales de su hombre, con independencia de que coincidiesen o no con los suyos propios. Si a una mujer que está viviendo los inconvenientes de una cultura poligámica se le ofrece como solución de sus problemas el paso a la monogamia, es de suponer que el pago del débito conyugal le parecerá un precio razonable para salir de una situación que considera más desfavorable. Es el caso, en efecto, de que la desigualdad en el deseo (¿sería correcto llamarlo necesidad?), ha dado lugar a una línea de solución poligámica, que ofrece al hombre la posibilidad de recurrir a más de una mujer para satisfacer su apetito sexual: se trata de la poligamia institucional por una parte, bendecida por el matrimonio múltiple, y de la poligamia comercial que conocemos con el nombre de prostitución. Es ocioso advertir que si el fenómeno de la prostitución no se da a la inversa, es decir que si no existen más que como anécdota, pero en absoluto como categoría, mujeres talmente acuciadas por el deseo sexual, y al propio tiempo tan pocos hombres dispuestos a satisfacer voluntariamente esos deseos que sólo puedan convencerles de que lo hagan pagándoles; si eso no existe, es porque objetivamente y globalmente la demanda sexual del hombre es muy superior a la de la mujer; y para inducir a la mujer a equilibrar la oferta con la demanda, el hombre ha de poner en juego enormes sumas de dinero. Desde el momento en que la mujer (ya sea como institución, ya sea como persona) se plantea seriamente ser ella sola, sabe perfectamente que tendrá que cuidarse de que su hombre no necesite a las otras, porque de lo contrario acabará compartiendo con ellas tanto matrimonio como patrimonio. Monogamia de derecho, pero poligamia de hecho, y sin las ventajas y garantías de un pacto. Son las formas las que cambian, pero no el fondo, porque todo se mueve por el exceso de demanda sexual del hombre en comparación con la escasez de la oferta. Este hecho se ha mantenido invariable a lo largo de siglos y culturas, y se le han aplicado diversas soluciones. La solución monogámica que se había articulado en nuestra cultura sobre la base de que la mujer tenía que atender toda la demanda sexual de su hombre (el llamado débito conyugal) está haciendo aguas. Volvemos a darle un nuevo impulso a la poligamia en formatos más modernos, pero poligamia al cabo. Y la mujer que no quiere estar sujeta a obligaciones sexuales, una vez alcanzada la maternidad prescinde del hombre, formando lo que llaman los sociólogos una familia monoparental.

EL ALMANAQUE se acerca hoy a la palabra harén.

HARÉN

Del árabe harem (y también haram). Significa "cosa sagrada", "cosa prohibida". Tiene como institución un interés antropológico extraordinario, puesto que en él se reproduce la misma estructura social que en los rebaños: la totalidad de las hembras están bajo el dominio de un solo macho, el más poderoso. El nombre nos lleva a relacionarlo con otras instituciones también sagradas, entre ellas la que los judíos llamaban prostitución religiosa, en la que mezclaban el concepto de infidelidad al Dios de Israel y el de disponibilidad sexual de las mujeres en el templo. El tema es muy atractivo, así que recurro a mi amigo Patrick, licenciado en lenguas semíticas, para que me explore el campo léxico del que forma parte el harén. He aquí el resultado de sus pesquisas: el verbo árabe harum significa ser sagrado, ser tabú, estar prohibido, consagrar, respetar. Los actuales nombres de la esposa y del campus universitario proceden de esa misma raíz. En fenicio haram es consagrar, dedicar al templo. En siríaco se orienta hacia el área de lo sagrado en la palabra: la forma sustantiva significa juramento, consagración; y la forma verbal, maldecir, jurar, hacer votos. Continúa el campo léxico hacia la prohibición, lo criminal, la crueldad. También la serpiente está en este campo (conviene no perderla de vista). Finalmente en acadio tenemos el término harimtu, en el mismo grupo léxico, con el significado de prostituta. Con la advertencia de que en Babilonia la prostituta es una figura sacra.

Toda esta información léxica deja planteados varios interrogantes: si el harén comparte lexema con todo un campo sagrado, ¿no tendrá un origen sagrado? ¿No será el harén la forma laica de una institución religiosa? Vamos por partes:

Todo lo que es sagrado es prohibido, y protegido por tanto de la profanación. De ahí que todo recinto sagrado esté cercado, enclaustrado. Eso explica que en árabe, igual que en nuestras lenguas, el lugar encerrado por antonomasia, el claustro, sea además el lugar sagrado. En español, esta idea está recogida para el harén en su sinónimo serrallo, procedente del italiano, que expresa la idea de lugar cerrado. Otro aspecto sorprendente del tema es que mientras en occidente se recurrió al enclaustramiento religioso de un gran contingente de mujeres para sustraerlas de la actividad reproductora, en el área musulmana se produjeron también notables encerramientos de mujeres en los serrallos, quizá con un nivel menor de reproducción. Pero lo más sugerente es la posibilidad de que el harén sea heredero de una institución sagrada. Teniendo en cuenta que en los templos vivían consagradas a los dioses y con funciones sacerdotales previsiblemente un número de mujeres bastante considerable, a juzgar por la reiteración de la Ley de Moisés en prohibir esta práctica a las israelitas; y si observamos además que la otra gran abominación que condenaba Yahvé era la entrega de los propios hijos para ser sacrificados en los altares de los dioses extranjeros, es razonable sospechar que las primeras proveedoras de estos dignísimos sacrificios serían las propias sacerdotisas que estaban al servicio del templo. Si la población normal venía obligada a presentar sus hijos en el templo, porque se consideraban propiedad de los dioses, y había que rescatar mediante otras víctimas los que no se sacrificaban, es obvio suponer que los frutos de la llamada prostitución sagrada serían sacrificados a los dioses ávidos de sacrificios humanos.

LA FRASE

La libertad es incompatible con el amor.
Un amante es siempre un esclavo.
Madame Staël

No exactamente, pero algo parecido. Dispuesto a sufrir las condiciones propias de la esclavitud, pero voluntariamente. La pauta no la marca el amante, sino la persona amada.

EL REFRÁN

ENTRE EL SÍ Y EL NO DE LA MUJER NO CABE LA PUNTA DE UN ALFILER

No hay distancia, no hay intersticios. Lo que ahora es sí, luego puede ser no, y por las mismísimas razones. Una maravilla siempre será una maravilla.

POESIA

A LOS CELOS

¡Oh niebla del estado más sereno,
Furia infernal, serpiente mal nacida!
¡Oh ponzoñosa víbora escondida
De verde prado en oloroso seno!

¡Oh entre el néctar de Amor mortal veneno,
Que en vaso de cristal quitas la vida!
¡Oh espada sobre mí de un pelo asida,
De la amorosa espuela duro freno!

¡Oh celo, del favor verdugo eterno!,
Vuélvete al lugar triste donde estabas,
O al reino (si allá cabes) del espanto;

Mas no cabrás allá, que pues ha tanto
Que comes de ti mesmo y no te acabas,
Mayor debes de ser que el mismo infierno.

Luis de Góngora y Argote

CUÑAS PARA EL DEBATE

1. Una pregunta razonable: ¿Quién está más interesado en la monogamia, el hombre o la mujer? Desde que el mundo es mundo, la infidelidad se ha dado en ambos bandos; pero oyendo sonar el río, parece que viene más crecido por las infidelidades de los hombres (al menos se ve mucho más a las mujeres preocuparse por reclamar fidelidad).    
 

2. Parece que hay una relación causa-efecto entre la mayor libertad de la mujer en el matrimonio, que como principio no admite débito que valga (luego, en la práctica las cosas pueden no ser tan puras y tan nítidas como se proclaman), y las infidelidades primero (poligamia de hecho) y la ruptura después (poligamia sucesiva). Si la legítima no se acaba a su hombre, siempre hay otra dispuesta a alzarse con los restos.    
 

3. Parece asimismo que después de darle al tema todas las vueltas posibles, sólo quedan dos alternativas: monogamia y poligamia; de donde resulta que huir de las condiciones que dan solidez y estabilidad a la monogamia, es correr a echarse en brazos de la poligamia. Si esa es finalmente la nueva opción a la que se tiende, vamos bien encaminados.    
 

4. La quiebra del principio monogámico se queda con todos los pronunciamientos de mayor libertad; y es justamente esta bandera de libertad la que ha producido finalmente la moda de la libertad de coyunda, de la que se supone en teoría que disfrutan por igual el hombre y la mujer; pero en la práctica es el hombre el que queda libre, y la mujer bastante más atada que en el matrimonio.

HUMOR

Dos mujeres en la peluquería:

- Gertrudis, estoy desesperada. En el terreno sexual, paso más hambre que un maestro de escuela. Claro, mi marido es del Opus Dei, y un día por el Opus y otro per el Dei... nada de nada.

- Ah, pues yo en este terreno estoy muy bien servida. Mi marido es luterano, y un día por el uter y el otro por el ano...

Los señores marqueses están en el salón de su casa. El marido está haciendo las cuentas y, de pronto, le dice a su esposa.

- Florinda, podrías aprender a cocinar y nos ahorraríamos la cocinera.

La marquesa, impertérrita y algo cáustica, le responde:

- Pues tu, Carmelo, podrías aprender a follar y nos ahorraríamos el chofer.

En la clase de Jaimito estaban estudiando el sentido de diversas frases hechas. Tras explicar el significado del refrán "Madre no hay mas que una", el maestro, para ver si los alumnos lo han entendido, dice:

- A ver, Pedrito. Haz una breve narración que incluya la frase "Madre no hay más que una".

- Estaba yo enfermito en la cama, con mucha fiebre, y vino mamá, me dio un vaso de leche caliente con una aspirina, me besó en la frente, y yo pensé: Madre no hay más que una.

- Muy bien. Ahora tú, Carlitos.

- El pasado domingo, mi mamá me llevó a la playa, jugó conmigo, construimos juntos un castillo en la arena, mientras yo pensaba: Madre no hay más que una.

- Excelente, ahora tú, Jaimito.

- Estaba solo en casa, como siempre, cuando llegó mi madre borracha, como siempre, acompañada de un amante distinto, como siempre, y me gritó: "Tú, capullo, traenos dos cervezas". Y yo fui a la nevera, miré y le dije: "Madre. No hay mas que una".