TRACCIÓN DELANTERA

En la química tenemos muchas de las explicaciones del atractivo sexual, pero no todas. Queda un importante reducto sumido en el misterio. Sabremos de glándulas y hormonas, pero no es fácil que lleguemos a explicarnos cuáles son los mecanismos que mueven conductas evidentemente sexuales unas, puesto que van orientadas a producir la atracción del miembro del sexo opuesto; y de origen y desenlace sexual otras, aunque no tengan tal apariencia, puesto que están orientadas a la reproducción y son hormonas sexuales las responsables de ponerlas en movimiento. Nos es fácil entender, aun siendo complicado, que la naturaleza haya sido tan sofisticada con el pavo real sólo para que éste pueda mostrarse atractivo a su hembra. Encontramos explicaciones razonables a las variadas formas de cortejos amorosos en el inmenso mar de las especies. Nos resulta muy llamativo, porque seguimos patrones de conducta muy afines, que entre las exhibiciones que han de hacer las aves para atraerse la voluntad de la pareja, estén las habilidades en la construcción del nido, en la elección del lugar y de los materiales, y la habilidad en encontrar y aportar comida; todo ello, por supuesto, con anterioridad al apareamiento y como condición sine qua non para el mismo. Todo esto nos suena como muy familiar: los mal pensados le llaman a esto casarse por el interés. Pero escapan a nuestra comprensión las misteriosas llamadas que deben recibir las anguilas que viven en los ríos del occidente de Europa, por citar uno de los casos más singulares. Estos peces, al alcanzar la madurez reproductora emprenden una larga travesía en la que acabarán la vida. Atraviesan el Atlántico (¡miles de kilómetros!) hasta cerca de las islas Bermudas. Y allí mueren tras el desove y la fecundación. Las larvas que nacen, emprenden el viaje hacia los ríos de Europa, en el que emplean dos años. En seis años más llegan a su pleno desarrollo, en el que las gónadas les empujan hacia el Atlántico, en un viaje de eterno retorno de la especie, en el que los individuos emprenden la ida en estado larvario, y la vuelta siendo ya adultos. No podemos sino admirar estas maravillas de la naturaleza. Quizá no lleguemos nunca a conocer las razones de la conducta de las anguilas, como tampoco es fácil que lleguemos nunca a explicarnos con seguridad la razón de ser de la que en el título llamo "tracción delantera", que es esa fascinación del hombre (ciertamente no en todas las culturas) por los pechos femeninos. La "tracción trasera" se explica sola. Al fin y al cabo se trata de la zona erógena por excelencia: ahí están los órganos sexuales y es obvio que la naturaleza haya hecho por enmarcarlos lo más dignamente posible, atrayendo hacia ellos la vista y el tacto con fuerza difícil de resistir, sobre todo bajo el imperativo de las hormonas. Pero la tracción delantera queda en el misterio. La naturaleza, al dotar de mamas a las hembras de los mamíferos no tuvo en cuenta la atracción del macho, sino la alimentación de las crías. Y fue en esa función donde centró la gratificación placentera para los pechos. Queda como hipótesis razonable, que el instinto de conservación haya empujado al macho humano tras la hembra más capaz de garantizar la supervivencia de las crías, de manera que fuese la mejor dotada para esa función la que mayor atracción ejerciese en el macho, de manera que éste acabase convirtiendo los pechos en una fijación erótica, tanto más reforzada cuanto mayor ha sido su inactividad biológica.

EL ALMANAQUE se centra hoy en el atractivo.

ATRACTIVO

Transcribo del María Moliner: "atractivo, -a (aplicado a personas, a su aspecto físico, trato, etc.) 1. Tal que despierta simpatía o afecto y hace buscar su trato a otros. 2. (n., en masc.; "Ejercer, Poseer, Tener"). "Encanto". Belleza u otra cualidad o conjunto de cualidades por las que alguien atrae la simpatía, el amor o el afecto de otros, o hace deseable su trato, o una cosa resulta agradable." Bajo atraer, destaco: "provocar una cosa o una persona en alguien afecto, cariño o deseo de trato, proximidad o posesión. Hacer una persona o una cosa que se dirijan a ella las miradas, la atención, etc. de los demás o de alguien determinado." Y finalmente de atracción destaco: "Fenómeno de atraerse los cuerpos entre sí" (se refiere obviamente al magnetismo). Es el Diccionario de uso del español. En efecto, por ahí van los usos. En cuanto al atractivo sexual se lleva muchísimo su nombre inglés: sex appeal (pronunciado "sexapíl"), que definen los ingleses como la cualidad de atraer a miembros del sexo opuesto. En una de sus varias acepciones, appeal se traduce bien por "atractivo" y sus sinónimos. Y para cerrar el círculo es de destacar el acierto del nombre de las "atracciones", que cada vez más se concentran en parques temáticos ad hoc; ejercen en efecto un atractivo irresistible especialmente en los niños.

En cuanto a su origen hay que observar que nos sitúa ante nuestra diferencia entre "llevar" (de aquí para allá; en origen era de abajo arriba, levare) y "traer" (de allá hacia acá; de la familia de trahere son tractor y tracción, que son fuerzas de arrastre, es decir hacia uno mismo, yendo uno delante; en dirección contraria, yendo uno detrás de aquello que mueve, son fuerzas de empuje). Es, pues, el verbo traho, trahere, tractum, con los significados de traer hacia sí, arrastrar, llevar arrastrando, el que marca el significado del atractivo y de la atracción. Trahimur omnes studio laudis, dice Cicerón: todos somos arrastrados por el afán de la alabanza. Trahit sua quemque voluptas, a cada uno le atrae su propio deseo de placer, dice Virgilio. Trahere in se crimen era atraer hacia sí la acusación. En todas las acepciones de este verbo, que son muchas, subyace la idea de arrastrar, de tirar de las cosas. La sustantivación tractio, tractionis es la acción de atraer con fuerza, de tirar, de arrastrar también el tiro, el arrastre; el prefijo ad (por atracción de la t que sigue, at) tanto en el verbo (attrahere) como en el nombre (attractio) tan sólo explicita y refuerza el significado de la forma simple: atraer hacia sí, acción de tirar hacia sí. La forma adjetiva attractivus, a, um, significa que tiene la propiedad de atraer, que atrae, atractivo, atrayente.

Las palabras que usa nuestra lengua para designar la atracción sexual están en línea con su propio valor intrínseco y con la realidad que denominan. En razón de su origen latino es evidente que en ellas se contiene la fuerza de arrastre, perfectamente ejemplificada en el refrán "Tiran más dos tetas que dos carretas"; pero el uso exquisito que de estas palabras se ha hecho, las ha convertido en las expresiones más nobles y humanizadas de algo para lo que nuestra lengua tiene una amplia variedad de recursos, que reservamos para cuando nos interesa resaltar el aspecto más animal y primario de la relación entre hombre y mujer.

LA FRASE

La belleza que atrae rara vez coincide con la belleza que enamora. 
José Ortega y Gasset

He ahí la diferencia entre la especie humana y las demás: es que no puede uno enamorarse propiamente de un objeto (que a por eso vamos cuando sólo nos mueve el sexo). El amor surge entre personas completas, uno de cuyos grandes atractivos, que no el único, es el sexo.

EL REFRÁN

TIRAN MÁS DOS TETAS QUE DOS CARRETAS

Tracción y atracción se mezclan y se confunden. No deja de ser un misterio eso de la tracción delantera.

CUÑAS PARA EL DEBATE

1. Ya es penoso que en la especie humana la actividad sexual pueda ser ofensa, abuso y delito. Resulta que no nos podemos dejar llevar por los instintos como los demás animales, sino que hemos de someternos a normas que los contrarían a veces gravemente. La violencia que representa ir contra los instintos provoca como contrapartida la transgresión frecuente y a menudo grave de esas normas.    
 

2. Es evidente que estamos en un momento de transición, en un salto importante de una forma de sexualidad orientada primariamente a la procreación, a otras formas en las que ésta apenas tiene cabida. Es probable que en las nuevas formas de sexualidad queden arrinconados valores que hoy se consideran aún intocables como reflejo de las formas y valores anteriores.    
 

 3. Como decía Jacinto Benavente, de los intereses nacen los amores, y al desaparecer aquellos, desaparecen también estos. Hemos de ver cambiar (ya lo empezamos a vislumbrar) el amor a la pareja (ahora se llama así; es que ya no es para siempre, y eso cambia hasta el nombre); veremos cambiar el amor a los hijos, que ya no son lo que eran (¡si apenas queda tiempo para estar con ellos!); y el amor a los padres ya ancianos. Hemos de ver crecer aún nuestro amor por la patria por encima de todos los demás amores.    
 

 4. Si, como dice aquel, el cerebro es la zona más erógena del cuerpo, todavía nos quedan muchos cambios que ver en la expresión sexual. Los experimentos están casi todos en marcha: hay movimientos entusiastas de experimentadores que están soltando la fantasía para encontrar más y más formas de erotismo. La simple copulación (a la pobre naturaleza no se le ocurrió nada más) ha quedado en un primitivismo vergonzante.

HUMOR

Las dos estatuas.

En una plaza habia dos estatuas, de dos jovenes, uno de cada sexo...

Estaban muy cerca, y pareciera como si estuviesen extendiendo las manos uno al otro, como queriendo acariciarse...

Un angel que pasaba por ahi sintio pena, al ver esas dos figuras condenadas eternamente a mirarse sin poder tocarse.

Con sus poderes, les dio vida, y les dijo:

"Les doy vida humana por media hora... Por esa media hora, podran hacer aquello que siempre quisieron hacer y nunca pudieron..."

Acto seguido, los ahora muchacho y muchacha se van a unos arbustos...

Pasa un rato, se sienten gemidos y suspiros por la zona...

A los 15 minutos salen...

El angel les dice:

- Solo 15 minutos?? Vamos!! Tienen mas tiempo, vuelvan a hacerlo de vuelta!! Estuvieron toda la vida esperando hacerlo!!

Y el chico mira a la chica y dice:

- Está bien... Pero esta vez vos agarrás a la paloma y yo le cago encima!!