SOCIEDAD CÉLIBE

Nos empeñamos en leer la realidad como si estuviera escrita en caracteres chinos o marcianos, cuando la cosa es bien simple: son caracteres y palabras y razonamientos latinos; son historias que se repiten con los mismos contenidos pero con diferentes formatos. Es el caso del celibato. Se inventó su contrario, el matrimonio, para crear el mejor marco posible a la reproducción y a la sucesión en la propiedad de las tierras y demás bienes, de modo que quien estaba en condiciones económicas de reproducirse, y por tanto tenía bienes que dejar en herencia, se casaba con el beneplácito de toda la sociedad. En cambio quien no reunía estas condiciones, se quedaba célibe o soltero, que es lo mismo. A lo largo del recorrido de la historia que tiene que ver con nosotros, hemos visto que se atendía a la mayor parte de la reproducción a través de la institución familiar, construida sobre el matrimonio; y que por tanto aquellos que habían decidido reproducirse, se casaban; mientras que permanecían solteros quienes no tenían intención alguna de tener hijos. Tenía tan poco sentido someterse a las limitaciones del matrimonio cuando únicamente se buscaba la satisfacción de los apetitos sexuales, que la gente que no tenía intención de tener hijos, no se casaba. El resultado fue que obviamente el número de matrimonios influía de forma decisiva en el número de nacimientos. Insisto: de matrimonios, no de emparejamientos. Mientras no hubo instancias capaces de velar por estas cosas, se producían así por inercia. Hoy mismo, a pesar de que los poderes públicos estén seriamente preocupados por la natalidad, no aciertan ni a legislar ni a orientar las conductas en esa dirección. Estamos en la más baja tasa de natalidad porque cada vez es menos la gente que contempla en el programa de su vida la posibilidad de tener hijos. A partir de esa previsión, se reduce drásticamente la tasa de casamientos. La mayoría se plantean qué sentido puede tener el matrimonio estando excluidos de él los hijos. Y como la mayoría llegan a la conclusión de que no tiene demasiado sentido, pues no se casan. Se quedan célibes. Eso no significa, ni mucho menos, que renuncien a la actividad sexual. Se forman parejas (las llamadas "de hecho") una de cuyas características diferenciales respecto al matrimonio es su interinidad. Muchas de éstas llegan a convertirse en numerarias de facto y tal como ha previsto la legislación, demostrado este extremo pasan a serlo ipso facto, también de jure. ¿Y por qué hay que leer estas realidades como sustancialmente distintas de las que se daban en la Edad Media para resolver el mismo problema de reducción de natalidad? La diferencia con respecto a la cuestión demográfica es tan sólo accidental. Entonces se casaba poquísima gente, y ahora también. Entonces el anticonceptivo más eficaz era la abstinencia, y la practicaban retirándose a los monasterios todos los que no tenían medios para proveer a su reproducción: los hombres en unos, y las mujeres en otros. Era la solución del celibato. Ahora los que no pueden proveer a su reproducción no necesitan renunciar a las relaciones sexuales, pero la conciencia colectiva dominante les impone no sólo el celibato, sino incluso el aborto si se da el caso. No deben reproducirse, eso es todo.

EL ALMANAQUE repasa hoy la palabra celibato y los conceptos que tras ella se esconden.

CELIBATO

Lo más importante de esta palabra son los elementos externos de su definición; el celibato no se define por lo que es, sino por lo que no es. El caso es que se trata de una palabra muy antigua: su forma latina es caelebs, caelibis. La usan los autores clásicos con el mismo valor que le damos ahora: célibe, no casado. Al usarse también para los animales, los diccionarios añaden el valor de "no emparejado"; pero creo que no es aplicable este valor al hombre. El sustantivo caelibatus lo usan ya Séneca y su coetáneo Suetonio, gramático. Se sospecha la relación entre caélibis y kolobhV (kólobes). En torno a esta raíz tenemos los significados de mutilado, cortado, truncado. Si fue kolobh (kólobe) = especie de túnica corta y sin mangas, la palabra a partir de la que se formó caelebs sería por ser el vestido propio de las célibes. Otra etimología que circula por los diccionarios, muy del estilo de las de san Isidoro, es la que interpreta la palabra caelibatus como resultado de la fusión de koith (kóite) y leipw (léipo), abandono del coito. La definición más depurada de celibato es la de "estado opuesto al del matrimonio"; no comprende por tanto la viudez. Celibato es soltería. Este es su mejor sinónimo. Es evidentemente un cultismo, que se usa en contexto más bien jurídico.

Si atendemos al uso de la palabra celibato, no es preciso fatigarnos para llegar a la conclusión de que su sustancia no es la abstención de relaciones sexuales, sino la ausencia de matrimonio, es decir de unión legítima, con los derechos que de ello se derivan, muy en especial el de descendencia. Ahí estamos. El hecho de que una sociedad defienda la soltería de una parte considerable de sus miembros, no puede interpretarse exclusivamente en clave religiosa; sólo con que hubiese sido necesaria la acción reproductora de todos los miembros de la sociedad, la opción del celibato hubiese sido inconcebible. La historia nos ofrece ejemplos abundantes de que ni siquiera el celibato eclesiástico consistió esencialmente en la renuncia a las relaciones sexuales (ahí tenemos a nuestro Arcipreste de Hita ocupado mucho más en el amor de las mujeres que en el amor de Dios). La prohibición importante era la de casarse, y sobre todo la de tener descendencia. Garantizado esto, la conducta de los clérigos, empezando por el mismo papa, tuvo épocas nada edificantes. Lo sustancial, que era frenar la reproducción, y preservar los bienes del colectivo de célibes para el sostén de ese mismo colectivo, quedó siempre a salvo. El aspecto doctrinal del celibato, el que se refiere a la abstinencia sexual, tiene su fundamento, muy débil ciertamente, en san Pablo. Digo débil porque siendo algo deseable, fue practicado por muy pocos miembros de la jerarquía apostólica, y tardó bastantes siglos en abrirse camino la idea de que debía extenderse a toda la iglesia. Como dice el mismo san Pablo en la carta a los Corintios, "más vale casarse que quemarse"; el mantenerse célibe renunciando además a toda actividad sexual para estar siempre ardiendo y alimentando el fuego, no es precisamente la solución en la que pensó san Pablo. Eso da pie a pensar que cuando por fin se extendió el celibato a todos los clérigos (en la iglesia de oriente, a partir de los obispos), y además se añadieron legiones de monjes y monjas, la principal motivación no fue la castidad (que no forma parte estricta del concepto de celibato), sino la soltería y la renuncia a reproducirse.

LA FRASE

Las más de las mujeres seducidas por los hombres aspiran a casarse con ellos. Es una cruel venganza verdaderamente femenina. 
Señor de Beaumanoir

Hoy diríamos formar pareja estable. Es que la tendencia a la estabilidad es bastante más acusada en la mujer que en el hombre.

EL REFRÁN

DE QUINCE A VEINTE, QUE VENGA, TENGA Y CONVENGA; DE VEINTE A VEINTICINCO, QUE VENGA Y TENGA, AUNQUE NO CONVENGA; DE VEINTICINCO A TREINTA, QUE VENGA, TENGA O NO TENGA, Y CONVENGA O NO CONVENGA

Larga retahíla, bastante antigua, pero que no ha variado en lo sustancial. Cuando se está en el flor de la edad, venga requisitos; pero tal como van pasando los años, hay que conformarse cada vez con menos.

CUÑAS PARA EL DEBATE

El mayor problema que atenaza a la humanidad es el crecimiento indefinido de la población. Vamos siempre hacia arriba. Nunca ha dejado de crecer el hombre aun en épocas de hambre. Los pueblos sí que decrecen, pero el conjunto de la humanidad, no. Funcionamos como vasos comunicantes.

Es impensable que los gobiernos normales puedan hacer algo en relación con este problema. Son de muy corta duración: sólo pueden plantearse políticas a corto plazo, y la demográfica no lo es en absoluto. Para tomar medidas en ese ámbito hay que tener una filosofía muy clara, y es precisamente en la filosofía del problema donde no hay manera de poner de acuerdo a las derechas y las izquierdas.

Es precisamente por esto por lo que siempre son regímenes totalitarios, en los que no hay derechas ni izquierdas, y además de marcado signo nacionalista, los que se plantean políticas demográficas; de crecimiento, por supuesto, para engrandecer la patria con sangre propia. Aunque tradicionalmente ha sido la religión, que opera en plazos inmensamente largos, la que se ha ocupado de estos temas.

En nuestra cultura la religión ha actuado en dos frentes complementarios: por una parte ha fomentado el celibato de un sector considerable de la población; y por otra la rendición de cuentas por parte de los que han recibido el privilegio de constituirse en matrimonio. La posibilidad de llenar una exclusa con las aguas almacenadas de la otra, permitió regular la vida durante siglos.

FRASES SOBRE EL AMOR

"Ahora que estas lejos de mi, ¡¡ no sabes cuanto te extraño !! ......¡¡ pero cuantoooooo me divieerrrtoo !! "
Pintada

"Si te casas lo lamentarás. Si no te casas, también lo lamentarás."
Soren Kierkegaard.

"El secreto de un matrimonio feliz es perdonarse mutuamente el haberse casado".
Sacha Gvitry.

"Si te gusta una chica y tú a ella no, ánimo: Hay muchas más chicas con las
que podrás estar en la misma situación en el futuro."
Pintada.

"Ten tus ojos bién abiertos antes del matrimonio; y medio cerrados después de él".
Benjamín Flanklín.

"El amor y la tos no pueden ocultarse."
Proverbio italiano

"La luna y el amor, cuando no crecen, disminuyen."
Proverbio portugués

"El mejor matrimonio sería aquel que reuniese a una mujer ciega con un marido sordo."
Michel de Montaigne.

"El amor es como la salsa mayonesa: cuando se corta , hay que tirarlo y
empezar otro nuevo."
Enrique Jardiel Poncela.

"Cualquier hombre puede llegar a ser feliz con una mujer, con tal de que no la ame."
Oscar Wilde