CARMEN
Nombre antiquísimo, que
hunde sus raíces en los mismos orígenes de nuestra cultura. Procede del
monte Carmelo (en hebreo Carmel), monte sagrado para los sirios,
que lo ocuparon mucho antes de que saliera Israel de Egipto a fundar su
Estado en la Tierra Prometida. Carmel es el nombre de la divinidad
animista a la que los sirios rendían culto en esta montaña antes de que
pasara a manos de los Israelitas, que conservaron su nombre y su carácter
de montaña sagrada. La palabra Carmel está formada por kerem,
que en hebreo significa viña, y por extensión jardín; y El, apócope
de Eloím, que significa Dios o Señor y que formaba parte del
nombre de muchos dioses de aquella región. Carmelo significaba por tanto
"Viña del Señor" en versión hebrea; y en versión siria,
"Paraíso de los dioses". De aquí nos viene la palabra española
"carmen" con el significado de "jardín" (recordemos
el campo de Los Cármenes) legado de la larga estancia de los árabes en
Andalucía. Pero también en latín tenemos la palabra carmen (plural
carmina). Significa nada menos que poema, música, canto, hechizo,
conjuro. En general llamaban los romanos carmen a todo aquello cuya
forma ideal es la recitación poética o el canto. Carmina vel caelo
possunt deducere lunam, decían los romanos: "la poesía
puede hacer bajar del cielo a la luna." Los primitivos "carmina"
romanos eran una fórmula cadenciosa hecha para ser cantada o
recitada, a la que se atribuía una virtud activa. Se les atribuía fuerza
propia, igual que a las invocaciones litúrgicas y a los conjuros. No se
le puede pedir mucho más a un nombre de mujer, y sin embargo aún hay más,
mucho más. Por eso ha hecho tanta fortuna en España e Hispanoamérica,
por eso pueden legítimamente sentirse afortunadas las que llevan este
nombre.
La Virgen del Carmen
es una manifestación más de la especie de monoteísmo femenino que
implantó el cristianismo, ocupando la Madre de Dios, nuestra gran
divinidad femenina, el espacio que habían ocupado las divinidades
paganas. El Monte Carmelo, que desde el principio de los tiempos fue una
montaña sagrada habitada por los dioses sirios primero y luego por el
Dios de Israel, la montaña desde la que fue arrebatado Elías por el
carro de fuego, no podía ser una excepción. Tan pronto como se inició
el culto cristiano a la Virgen, los primeros ermitaños de esta santa
montaña iniciaron en ella el culto a la Virgen del Monte Carmelo, que
continuó la Orden religiosa de los Carmelitas, extendiéndolo por todo el
orbe cristiano. Fruto de la fe que encendieron en esta advocación de la
Virgen fue que la gente de mar se encomendaran a ella y se pusieran bajo
su protección con no poco consuelo, por lo que la elevaron a la categoría
de Stella Maris, Estrella del Mar que vela por los pescadores y
navegantes. El 16 de julio, fecha en que las Cármenes celebran su onomástica,
el mar es una fiesta de luz y de flores para honrar la gente de mar a su
santa patrona.
También
la geografía se ha apuntado a engrandecer y perpetuar este bello nombre.
México y Argentina (con más de una treintena cada una), Venezuela,
Colombia, Chile, Filipinas, Costa Rica, Nicaragua, Perú, Ecuador,
Bolivia, El Salvador, Cuba, Guatemala, Uruguay, España, tienen pueblos y
ciudades y ríos y montes con el nombre de Carmen o El Carmen. Es que un
nombre tan grande es imparable. Las Cármenes saben que el mundo es suyo.
Tienen en su nombre el paraíso, la poesía, la música... lo tienen todo.
¡Felicidades!