ASUNCIÓN
La teología es una
disciplina de altísima precisión léxica, donde cada cosa tiene su
nombre bien medido y bien preciso. Para explicarlo fácil diríamos que la
Asunción de María al cielo es lo mismo que la Ascensión de
Jesús a los cielos (esta palabra nos suena porque sabemos que el
"ascensor" se inventó para subir). Pero como en teología las
jerarquías son muy importantes, resulta que Jesús al ser Dios podía subir
él mismo al cielo, por serle una facultad propia; en cambio María al no
gozar del atributo de la divinidad, tampoco tenía por sí misma la
facultad de subir al cielo, sino que tuvo que "ser llevada" (en
latín, assumpta), subida por los ángeles al cielo, y así
es como nos la ilustran los pintores. Entre la amplísima variedad de
nombres de mujer, de los grandes momentos de la vida de María se han
hecho también grandes nombres. Recordemos la Concepción, la Visitación,
la Asunción.
La Asunción de María
a los cielos era una necesidad del sistema cristiano de valores, y por eso
aunque no estuviese escrito en las Sagradas Escrituras se dio siempre como
un hecho incuestionable; porque tenía que ser así, porque no podía ser
de otra manera, porque si "el Hijo del Hombre" había subido a
los cielos, no podía quedarse en tierra "la Madre del hombre",
que era al mismo tiempo "la Madre de Dios", dejando sin
representación en el cielo a la Mujer y a la Madre. Por eso desde los
primeros tiempos del cristianismo se instituyó la fiesta de la Asunción
de María. La fecha de esta fiesta fue oscilando entre el 1 y el 18 de
enero, hasta que el emperador Mauricio (582-602) la fijó en el 15 de
agosto. Esta fiesta ha sido desde siempre una de las más importantes del
año y la más importante dedicada a la Virgen María; por este motivo es
éste el día en que las Marías (además de las que se llaman Asunción)
celebran su onomástica. Cuenta la tradición que cuando a María,
le llegó el momento del "Tránsito", es decir cuando
agotó su vida terrenal, Dios no la dejó morir, sino que envió a sus ángeles
para que la subieran en cuerpo y alma al cielo. Sostiene la tradición que
esto ocurría en Jerusalén, teniendo María la edad de 63 años. A la
Asunción de María se han dedicado innumerables lienzos, esculturas,
representaciones religiosas (misterios; sigue representándose cada año
el de Elche), iglesias (célebre entre ellas la catedral de la Asunción
en Moscú), y muchas y hermosas ciudades, entre ellas la capital del
Paraguay, llamada Asunción porque se fundó un 15 de agosto (1536), junto
al río del mismo nombre; la isla de La Asunción en el arcchipiélago de
las Marianas; un río y un condado en Quebec (Canadá) y un rosario de
Asunciones por la geografía de habla hispana.
Es un nombre, el de Asunción,
que lleva en sí una fuerza ascendente. Evoca la glorificación de María,
el reconocimiento a sus méritos de Mujer y de Madre, y alumbra la
esperanza de que tarde o temprano la mujer representada en ella y las que
se honran con este glorioso nombre, cosecharán los frutos a que les da
derecho el haber luchado por colocarse en cada momento en el más alto
nivel al que la mujer se ha empeñado en subir. ¡Felicidades, Asunción,
felicidades, María, y a seguir subiendo, cada vez más arriba!