Santos del día 3 de
Septiembre
Gregorio Magno, Dorotea, Eufemia, Basilisa, Sándalo.
GREGORIO
Del verbo griego grhgorew (gregoréo),
que significa velar, vigilar, estar despierto, hacerse responsable de
algo, procede el adjetivo grhgoroV (grégoros), atento,
vigilante, que primero fue un sobrenombre, muy elogioso por cierto, para
convertirse luego en el nombre propio GRHGORIOS / GrhgorioV (Gregórios), que
ya desde los primeros siglos del cristianismo se extendió
considerablemente, debido sin duda a los hombres extraordinarios que
llevaron este nombre.
San Gregorio Nacianceno abre
la lista de una serie interminable de santos. Nació el 363. Fue obispo
de Constantinopla, y se distinguió por su brillante oratoria, por su
capacidad de convicción, por el orden que consiguió poner en las ideas
en un tiempo de convulsiones ideológicas, por las grandes conversiones.
Tal era su fama de orador, que muchas personas, entre ellas San Jerónimo
(el autor de la primera traducción latina de la Biblia), acudían de
lugares remotos a oír sus sermones.
Digno de especial mención
también San Gregorio de Tours, obispo (siglo VI), que gobernó
excelentemente la diócesis y dejó abundantes obras Entre ellas los 10
libros de la historia de los Francos, San Gregorio Taumaturgo y
otros ocho santos con el mismo nombre.
Pero el que destaca por
encima de todos, por el lugar que ocupó en la Iglesia y en el mundo, fue
el que encabeza la larga lista de los Gregorios papas, San Gregorio I
El Magno (siglo VI). Hijo de una noble familia romana, optó por la
carrera política, llegando a ser pretor a los treinta años. Desengañado
de las vanidades del mundo, fundó un monasterio en Roma, en el que él
mismo ingresó como monje. Se distinguió de tal manera, que pronto fue
nombrado abad. Enviado como nuncio del Papa a Constantinopla, salió con
bien de su dificilísima misión. A la muerte del Papa, fue elegido para
ocupar el solio pontificio. En los tiempos difíciles que le tocó vivir,
supo sortear los peligros de cisma que asediaban a la Iglesia. Vivió
santamente, se distinguió por su mansedumbre y humildad, él que era
realmente grande y nos dejó una obra abundante, recogida en la
patrística. Otros 15 papas adoptaron este nombre, cada vez más lleno de
fuerza y prestigio.
La fuerza de este nombre,
que arranca desde su propio significado y se acrecienta con cada Santo y
cada Papa de enorme talla que le han dado un gran esplendor, es como
para sentirse reconfortado con él. ¡Felicidades!