ROBERTO
Derivado
de Hrod-berht, es decir, famoso por la gloria. Goza de gran
popularidad en los países germánicos, en los que ha sido nombre de reyes y
santos, prestigio que se ha ido extendiendo hacia el sur, por lo que es
también apreciado entre nosotros. Su momento de mayor prestigio fue la Edad
Media. Siguió su popularidad hasta el siglo XVII, en que, sin embargo, se
mantuvo en el Reino Unido. Pero, en el siglo XX, volvió a resurgir con
fuerza en toda Europa, en particular a través de varias formas familiares
anglosajonas, tales como Rob, Bob, Bobby y Robin (aunque éste ya nos suena
de tiempos ingleses medievales, como en el caso de Robin Hood). Contamos con
las variantes Rodoberto y Ruperto; y como ocurre con los nombres de gran
prestigio, ha desarrollado su forma femenina en Roberta.
San
Roberto de
Molesmes debe su celebridad a la fundación de la orden cisterciense. Nació
en la región de Campaña, hacia el año 1030. A los quince años fue admitido
como novicio en el monasterio de Montiers-la-Celle, en Treyes. En el año
1068, cuando contaba él cerca de los cuarenta, fue elegido abad de san
Miguel de Tonnerre, en Langres. Pero era aquel un monasterio difícil de
gobernar, dominado por las intrigas, por lo que Roberto, que no ambicionaba
poderes ni dignidades, después de haber intentado durante tres años
pacificar a la comunidad, no habiéndolo conseguido renunció a su cargo y se
retiró a Montier, desde donde el abad lo envió de prior al monasterio de San
Ayoul de Provins. Unos ermitaños que vivían en el bosque de Collan, cerca de
Langres, conocedores de la virtud y prudencia de Roberto en el gobierno de
su monasterio, pidieron al papa que se lo asignase como superior. Y
habiéndoselo concedido el sumo pontífice, fundó para ellos Roberto un
monasterio en el valle de Molesmes. Allí hizo su aprendizaje san Bruno,
fundador de los cartujos. Fue extraordinario el prestigio de este
monasterio, por lo que atrajo importantes donaciones que proporcionaron un
exceso de comodidad y molicie a los monjes. Viendo Roberto que no podía
dominar la situación, salió de allí en 1095 con 35 monjes para fundar el
Císter. Los monjes de Molesmes, arrepentidos, pidieron al papa que hiciera
volver al santo abad. Volvió pues, y allí transcurrieron los quince últimos
años de su vida, consolidando su fundación. Murió el año 1111.
Celebran
los Robertos su onomástica el día 7 de junio, en que se
conmemora a san Roberto de Molesmes. Pero tienen otros grandes santos bajo
cuya protección ponerse, como san Roberto de Casa Dei (su fiesta el 24 de
abril), que fundó el monasterio de este nombre, en el que dejaba a su muerte
900 monjes; o san Roberto Belarmino, cardenal y teólogo, de la Compañía de
Jesús, cuya fiesta se celebra el 17 de septiembre.
Roberto el
Valiente, Roberto el Noble, Roberto el Prudente, Roberto el
Piadoso, Roberto el Magnánimo, Roberto el Diablo y así
hasta una veintena, que ofrecen una variadísima humanidad, con grandes hitos
de nobleza, han alimentado la historia y la leyenda. Los grandes Robertos
forman todo un mundo. ¡Felicidades!