Santos del día 14 de
Septiembre
Fiesta de la exaltación de la Santa Cruz. Crescensio, Imelda, Rósula,
Salustía.
CRUZ
Procede del latín crux,
crucis, con el mismo significado que en español, incluidos los
metafóricos y simbólicos. Desde que el emperador romano Constantino el
Grande prohibió a principios del siglo IV el suplicio de la cruz,
para que ésta fuese en exclusiva el símbolo de la Redención de la
humanidad, se desbordó su prestigio sin experimentar nunca el menor
retroceso. Desde entonces la Cruz ha pasado a formar parte de nuestras
vidas como el mayor símbolo de bien; de ahí que se haya instalado en
nuestra cultura de forma indeleble. Entre los adornos que se llevan al
cuello, casi siempre de oro, la cruz ocupa el primerísimo lugar,
preferida además por los hombres. Últimamente su uso ha experimentado un
incremento enorme como signo de personalidad recia. Es que además desde
el primer momento la cruz de Cristo se asimiló al símbolo del Sol, cuya
representación más antigua nos viene del remoto Oriente en diferentes
formas, la más simple de las cuales es la de los dos brazos iguales,
vertical el uno y horizontal el otro, cruzándose por su centro, como la
más esquemática representación de los rayos del Sol. Al tratarse de un
símbolo netamente masculino, se extendió su uso como nombre propio de
varón, que tuvo un momento de considerable expansión, a juzgar por lo
numeroso del apellido Cruz, procedente del respectivo nombre. En la
actualidad el nombre de Cruz abunda bastante más en los países
hispanoamericanos que en España. Es por tanto un nombre singular, con
una extraordinaria carga histórica y simbólica.
Los Cruz celebran su onomástica el
14 de septiembre, fiesta de la exaltación de la santa Cruz. Aunque
algunos, por tradición familiar, la celebran el 3 de mayo, en que se
conmemora el hallazgo de la Santa Cruz, con el que experimentó un gran
auge el culto a esta reliquia. Fue santa Elena, la madre de Constantino,
la que se ocupó ella misma de dirigir las excavaciones para encontrar la
Cruz en la que murió Jesús. Una vez hallada, mandó hacer de ella tres
partes: una para Roma, otra para Jerusalén y otra para Constantinopla,
los tres grandes centros religiosos de la cristiandad. Esto ocurría el
año 326. A partir de entonces la Cruz formó parte del escudo imperial
(el lábaro), de las monedas, de las condecoraciones, de los escudos
nobiliarios, de algunas banderas, de los inicios de casi todo (las
cartas, por ejemplo), de las divisiones territoriales (cruz de término).
Muchas iglesias se construyeron con planta de cruz; se instituyó la
señal de la cruz como signo de bendición y como salvaguarda ante
cualquier peligro o para atraer la prosperidad en cualquier empresa. La
cruz se convirtió en el distintivo del mundo cristiano, como la media
luna lo fue del islámico.
Pueden sentirse orgullosos
los que llevan en su nombre el antiquísimo símbolo del Sol, recuerdo del
más antiguo culto de la humanidad; los que en su nombre llevan el signo
de la Redención, como exponente máximo de una cultura que se distingue
por el cultivo de la bondad y la generosidad también cuando exige
esfuerzo y sacrificio. Nombre recio en el que se simboliza la gran
fuerza capaz de convertir el mal en bien, la ignominia en gloria. In
hoc signo vinces, "con este signo vencerás", que vio escrito
Constantino en el cielo junto a la Cruz. Es en verdad el de Cruz un
nombre para vencer. ¡Felicidades!