SANTORAL-ONOMÁSTICA

Santos del día 8 de Octubre

Nuestra Señora de los Remedios; Susana de Blois mártir; el anciano Simeón; Artemón presbítero; Reparada y Benedicta vírgenes; Néstor, Demetrio, Hugo, Valeria y Polena, Paladia, Porcaria, Palaciata y Lorenza mártires; Evodio obispo; Pelagia, Tais penitente;  Badilón abad; Eusebia abadesa; Pedro de Sevilla mártir, Beatos Ambrosio Sansedoni Mateo Carreri, presbíteros; Artoldo, obispo; Juan de Jesús, religioso; 


BRÍGIDA

¿A quién no se le ha quedado grabada en la memoria la canción de Brigitte Bardot, y con ella la figura de la gran actriz? Ella ha sido la responsable de que este nombre haya recuperado prestigio y glamour, hasta el punto que entre nosotros abunda ya más la forma francesa Brigitte, que la española Brígida. Nombre que ya por sí mismo tenía una enorme fuerza y virtud, gracias a santa Brígida, la santa más venerada en los países escandinavos. Este nombre es, pues, muy común en estos países. Procede muy probablemente del celta bridget, que significa "fuerza"; pondera, por tanto, la fortaleza, tanto más apreciada en la mujer cuanto más se cuenta con su debilidad. Mulierem fortem, ¿quis inveniet?, dice el libro de la sabiduría: ¿Quién encontrará una mujer fuerte? Habrá que ir muy lejos a buscarla, continúa el texto sagrado. Y precisamente de los países donde empieza el mundo, desciende santa Brígida.

Santa Brígida de Suecia nació en Uppland, en 1302. Su padre, gobernador y juez de la ciudad, era descendiente de los reyes de Suecia; y su madre descendía de los reyes de la Gotia. Siendo muy niña quedó huérfana de madre, y cuidó de su educación una tía suya que le dio la gran fuerza de voluntad que la caracterizó. A los trece años fue casada con el príncipe de Nericia, que tenía 18. Tuvieron ocho hijos (uno de ellos, santa Catalina de Suecia). La piedad que caracterizaba a entrambos esposos les indujo a emprender una peregrinación hacia Santiago de Compostela. A la vuelta enfermó su esposo, que murió al poco tiempo. Desde que enviudó, Brígida renunció a la corte y a sus riquezas, y vistiendo una humilde saya se entregó a la austeridad y a la oración. Fundó el monasterio de Vadstena, para el que escribió unas constituciones. En 1349 se fue en peregrinación a Roma donde se dedicó a continuar su vida piadosa y caritativa. Fijó allí su residencia, y desde allí peregrinó varias veces a Tierra Santa. Empleó sus dotes persuasorias para convencer al papa que dejase su residencia de Aviñón y volvise a Roma. Después de haber llevado una santa vida y de haber repartido bienes y santidad a manos llenas, entregó su alma a Dios en 1373. Santa Brígida nos dejó diversos escritos piadosos, entre ellos varias oraciones y un discurso de alabanza a la Virgen. Su iconografía es muy abundante. Se la representa orando ante el crucifijo, protegiendo bajo su manto varias figuras de religiosos y religiosas de su orden, teniendo una imagen de la Virgen María o una cruz y un libro. Su fiesta es el 8 de octubre, día en que celebran las Brígidas su onomástica.

Ante nombres como el de Brígida uno se inclina a pensar que efectivamente tienen una fuerza y una virtud que se transmite a quienes lo llevan. En efecto, no sólo lleva el nombre la fuerza en su significado, sino que además resulta que su más insigne representante se distingue por la extraordinaria fortaleza de carácter y por el gran temple que le permitió afrontar y coronar con éxito cuanto se propuso. Y aunque a mucha distancia y en otro orden de valores, la gran Brigitte Bardot es un referente muy estimulante. Buen presagio para las Brígidas, que pueden confiar legítimamente que tan gran nombre opere su virtud en ellas. ¡Felicidades!

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