SANTORAL-ONOMÁSTICA

Santos del día 3 de Octubre

Francisco de Borja apóstol de la India; Edmundo y Esiquio confesores; Cándida, Dionisio, Fausto, Cayo, Heraclio, Diodoro y Ewaldo mártires; Antonio, Benito, Cipriano, Maximiano, Patusio y Ursicino obispos; Gerardo, Vidrado y Uto abades; Juvenio eremita.


BORJA

Es éste un nombre toponímico, aunque no ha sido el prestigio del territorio de Borja y su ciudad, sino la grandeza del cuarto duque de Gandía, que como toda la casa de los Borjas (italianizado, Borgia), traía su nobleza y su apellido de la ilustre y siempre fidelísima ciudad y señorío de Borja. Éste fue san Francisco de Borja, que al ser tantos los santos con este mágico nombre,han de llevar cada uno su apellido o su lugar de origen. En cuanto al lugar, corresponde su territorio al partido judicial del mismo nombre, en la provincia de Zaragoza, confinando al norte con Tudela (Navarra); al E con el Ebro, en el partido judicial de la Almunia de doña Godina; al S con los partidos judiciales de Ateca y Calatayud, y al O con el de Tarazona y la provincia de Soria. Su extensión es de casi 1000 km2. La ciudad de Borja está situada a 14 km del Ebro y a 17 del Moncayo, cerca de los confines de Navarra y Castilla, al pie de una colina en cuya cumbre estuvo edificado un castillo. El lugar es delicioso, regado por multitud de riachuelos. El nombre romano de Borja fue Bursada o Bursao; de ella hacen mención Tolomeo, Plinio y Tito Livio. Los árabes le cambiaron el nombre por Borjia o Borja. Fue en 1121 cuando tras conquistarla Alfonso el Batallador la cedió a Pedro de Atarés, fundador del apellido de los Borjas.

San Francisco de Borja (1510-1572) fue duque de Gandía, marqués de Lombay, virrey de Cataluña y tercer general de la Compañía de Jesús. Siendo un miembro de la nobleza, su padre le envió a la corte de Carlos V después de darle una exquisita educación. El emperador y toda la corte estaban prendados del joven Francisco, que casó con la dama también de la corte doña Leonor de Castro. Tuvo con ella dos hijos. El emperador le nombró virrey de Cataluña; y al morir su esposa Isabel, la emperatriz, a la que el joven Francisco de Borja tenía gran afecto y devoción, le encargó que cuidase del traslado del cadáver de Toledo a Granada. Al hacer Francisco, como responsable de la comitiva, el preceptivo reconocimiento del cadáver antes de enterrarlo, quedó el joven tan hondamente impresionado al ver cómo se había descompuesto éste, que tomó la determinación de renunciar a las vanidades del mundo y ocuparse en las cosas de su alma. Cuando murió su esposa, muerto también su padre y habiendo renunciado en su primogénito los honores y los títulos nobiliarios, tomó el hábito de la Compañía de Jesús, a la que le vino de maravilla contar en sus inicios con un colaborador de la talla de Francisco de Borja. Consolidó las fundaciones que ya existían, construyó otras nuevas y dio a los estudios de la Compañía de Jesús un sello característico. Fue un luchador incansable y eficaz.

Pero no se agota el nombre en este coloso. Los Borjas (llamados también Borgias) hicieron historia con sus luces y sombras; el más célebre el papa Borja. El cardenal Gaspar de Borja también duque de Gandía, hijo de san Francisco de Borja, siguió los pasos de su padre, pero desde la corte y la política. Carlos de Borja y Aragón, el primogénito de san Francisco de Borja, capitán general de España en Portugal, un apellido tan glorioso que acabó convirtiéndose en nombre. ¡Felicidades!

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