SANTORAL-ONOMÁSTICA

Santos del día 28 de Octubre

Firmiliano, obispo; Anastasia, virgen; Cirilo y Fidel, mártires.


LETICIA

Entre los nombres de la alegría es éste el más exquisito, con resonancias agrestes de origen inmemorial. Los romanos, que fueron quienes nos legaron esta bellísima palabra, tenían un concepto de la felicidad y de la alegría muy agarrado a la tierra. Para ellos la alegría colgaba de los árboles en forma de fruto o cubría la tierra cual manto verde que el sol iba dorando y granando; y la felicidad nacía del vientre y se mantenía a los pechos. Ager laetus = campo alegre (fértil); colles fróndibus laeti = colinas alegres (exuberantes) de vegetación; laeta armenta = rebaños alegres (es decir, fecundos). He ahí las primeras alegrías de nuestros antepasados. Las que vinieron luego fueron hijas de éstas. Del adjetivo se pasó al nombre laetitia (que los italorromanos pronunciaban letizia (he ahí la forma italiana), y los hispanorromanos leticia (he ahí la forma española). Y con ella denominaban, empezando por las de la naturaleza, todas las demás alegrías que conocemos. Convertir esta maravilla en nombre de mujer, es lo menos que debíamos hacer para mantenerla en todo su esplendor. Hemos retirado la palabra leticia del uso ordinario, por reservarla en exclusiva para la poesía y para la mujer.

Leticia es uno de los nombres más antiguos y más persistentes de que gozó la diosa Ceres. Su efigie y su nombre se perpetuaron en las monedas hasta el siglo IV. En una moneda de oro de Antonino Pío se la representa con los atributos de Ceres, con dos espigas en la mano y a su lado Proserpina con una granada, y la inscripción Laetitia. En otras representaciones aparece además con un pie sobre la proa de una nave, y el timón y un áncora, con la inscripción Laet Fundata porque en naves llegaba a Roma el trigo de las provincias, y en su protección confiaban no sólo los agricultores, sino también los marinos que lo transportaban a la capital. El desembarco del trigo era en Roma toda una fiesta que se celebraba solemnemente en honor de la diosa Leticia. También los generales que volvían victoriosos de Oriente acuñaron monedas conmemorativas en su honor y celebraron grandes fiestas de triunfo presididas por su imagen. Por eso no faltan entre los atributos de Leticia el cetro, la corona y la rama de laurel propia de los vencedores. Y volviendo al origen mismo del nombre, no le faltó tampoco a la diosa entre sus atributos el cuerno de la abundancia y un niño a su lado.

El nombre de Leticia ha dejado huella en la geografía colombiana y en la historia de las relaciones colombiano-peruanas. Es una ciudad ribereña del Amazonas, limítrofe entre Colombia y Perú, en torno a la que se produjo el conocido como Litigio de Leticia, que se resolvió pacíficamente en 1934, en favor de la soberanía de Colombia sobre ese territorio. La ciudad había sido fundada en 1867 con el nombre de San Antonio. Es importante su puerto fluvial. El territorio tiene 15.000 habitantes, de los cuales la mitad viven en la capital. Leticia es sin lugar a dudas un nombre repleto de significado, abundante en símbolos, evocador de toda clase de bienes. Un nombre que promete y que da alegría a raudales, que recrea los oídos y el alma y que enamora. Y un lugar selvático en el que caben fantásticos sueños amazónicos. Es una auténtica delicia de nombre. ¡Felicidades, Leticia!

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