SANTORAL-ONOMÁSTICA

Santos del día 22 de Octubre

María Salomé virgen; Marcos, Alejandro, Felipe, Abercio, Melanio, Donato, Valerio, Símaco y Verecundo obispos; Eusebio, Hermetes, Heraclio, Novila (= Nunnilona), Alodia y Córdula mártires; Severo presbítero.


SALOMÉ

Nombre bíblico que tiene en el Nuevo Testamento dos representantes antagónicas igual de atractivas ambas, pero desde perspectivas totalmente opuestas: la sobrina de Herodes Antipas y la madre de los apóstoles Santiago y Juan. Salom, salem está en el origen del nombre: en él se encierra el significado de salud, armonía, paz. En el pueblo de Israel ha sido siempre un nombre muy apreciado. Hoy vuelve a apreciarse también en el mundo cristiano, porque es un nombre especialmente bello tanto por su significado como por su historia.

Santa Salomé, más comúnmente conocida como María Salomé (una de las Tres Marías) era esposa de un pescador de Galilea. Tanto ella como sus dos hijos Juan y Jacob (que en español acaba llamándose Santiago) estaban hechizados por la predicación de Jesús. El caso es que los tres le siguieron. La madre atendía a las necesidades de intendencia: se preocupaba generosamente del sustento de Jesús y de los apóstoles. Nos la presenta el Evangelio como una mujer sencilla, sin doblez, que le plantea a Jesús sus ambiciones de madre para los dos hijos cuando Jesús tuviese instalado en su reino. Pero no se desencantó al darse cuenta por fin de que el reino de Jesús no se iba a construir sobre el poder, sino que le siguió en el último viaje desde Galilea hasta Jerusalén, que acabaría en el Calvario. No se desalentó por ello María Salomé, ni se apagó su fe en Jesús a pesar de verle en las últimas. Ella fue de las primeras que acudió al sepulcro y comprobó que estaba vacío. La tradición cristiana se ha empeñado en determinar el parentesco entre María Salomé y Jesús. Las hipótesis mejor argumentadas la hacen hermana de la Virgen María. Cosa bastante razonable si tenemos en cuenta que varias veces nos la presenta con ella el Evangelio. La iglesia celebra su fiesta el 22 de octubre, fecha en que suelen celebrar su onomástica las Salomé. Tienen, no obstante, otras dos fechas para esta celebración: el 29 de julio (santa Salomé monja) y el 18 de noviembre (santa Salomé Virgen).

La otra gran Salomé de que nos habla la Biblia era una mujer de extremada belleza y atractivo, que tenía cautivo el corazón del rey Herodes. Pero resulta que era la hija que de un matrimonio anterior había tenido Herodías, que en aquel momento era la mujer legítima de Herodes. Eran de dominio público las relaciones del rey con la madre y con la hija, cosa que prohibía la ley de Moisés, que por otra parte era inequívocamente poligámica. San Juan Bautista no se cortó lo más mínimo en condenar públicamente esta conducta, por lo que Herodes lo quitó de en medio encerrándolo en la prisión. Y ocurrió que en un festín que celebraban en palacio quedó Herodes tan prendado de la danza de Salomé, que le ofreció hasta la mitad de su reino porque aceptase ser su esposa. Lo consultó Salomé con su madre, y ésta le dijo que el mejor premio era la cabeza de san Juan Bautista en una bandeja y ese fue el premio, mal que le pesó a Herodes. Este argumento pasó con fuerza a la literatura y a la pintura. La figura de Salomé sale bien parada a pesar de estar en el ojo del huracán. Es quizá la fuerza del nombre, que a pesar de todo ofrece salvación. Ambos espejos de Salomé son apasionantes. ¡Felicidades!

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