Florencio, Rufo, Herculano, Prosdócimo, Engelberto y Restituto obispos;
Aquiles, Agomar, Ernesto y Lázaro confesores; Amarando, Leopardo,
Melasipo, Antonio, Casina, Taurión y Tesalónica mártires; Gertrudis abadesa;
Severino monje.
La cultura gótica dejó en toda
Europa, y muy significativamente en España, un rastro esplendoroso. Pensemos
en la arquitectura gótica, inimaginable desde el arte clásico.
Los nombres godos pasaron
a formar parte del santoral español en plano de igualdad con los nombres de
procedencia latina y los de procedencia bíblica (hebrea). Llevar un nombre
godo fue durante siglos una señal de distinción.
Ernesto es uno de esos
nombres. Procede del teutón ernest, que significa "excelente". La
Enciclopedia Espasa hace una reseña de 37 príncipes, casi todos alemanes,
que llevaron el nombre de Ernesto.
San Ernesto fue un abad
benedictino alemán, que en una peregrinación que hizo a Tierra Santa para
visitar los Santos Lugares cayó cautivo en manos de
los musulmanes, que le condujeron a la Meca donde después de haber sufrido
innumerables penalidades y torturas, murió el 7 de noviembre de 1148.
Los ducados de Alsacia y
Suabia, de Austria y de Carintia, de Baviera, de Brunswiek-Grubenhagen y
Brunswiek-Luneburgo, de Cumberland, de Sajonia, de Coburgo y Gotha y tantos
más que se iban formando y transformando mediante las fusiones y divisiones
de los herederos, fueron los territorios de los que fue naciendo muy
lentamente lo que hoy conocemos como Alemania. Entre los príncipes de estos
territorios el nombre de Ernesto ocupa un lugar muy destacado.
Ernesto es sin duda un
nombre de príncipe, que evoca la idea de valor, junto con una gran calidad
humana (no todos los príncipes así llamados consiguieron estar a la altura
de su nombre). Pero es un buen acicate el llevar este nombre para aspirar
siempre a ser "excelente". En la familia, en el trabajo, con los
amigos... Y más resistente que un roble, si es eficaz la influencia del
santo varón que tan dignamente llevó este nombre.