SANTORAL - ONOMÁSTICA

ONOMÁSTICA

Santos del día 1 de Junio

Nuestra Señora de la Luz Patrona de los empleados del gas i la electricidad; Justino, Simeon, Esteban, Benito, Juvéncio, Felino, Gratiniano, Tespesio y Firmo mártires; Gerardo, Conrado y Gaudéncio obispos; Floro, Cándida, Claudio y Zenón confesores;Iñigo abad; Juan soldado. Laura, Jeremías,  Segismundo,  Oroncio


LAURA

Laurus es la palabra latina de la que procede el nombre de Laura. Es el laurel, es la corona del triunfo, es la victoria y... desde Petrarca es la pasión. Laura es el nombre femenino del laurel, que de este modo incorpora la gracia y la belleza femenina a su altísimo valor simbólico. El laurel es un árbol sagrado procedente de la India, que mantiene su prestigio desde la antigua Grecia, hasta nuestros días. Su verdor perenne, su elegancia, su perfume y las virtudes que le acompañan, han hecho del laurel el símbolo de la inspiración y de la victoria. Por eso se han coronado con él los poetas y los vencedores. Con ser el de Laura un nombre bellísimo, nunca se ha prodigado en exceso, por lo que mantiene esa aura de nombre selecto que contribuye a ennoblecerlo. Celebran su onomástica las Lauras el 1 de junio, pero pueden optar también por el 18 de agosto, el 19 de octubre o el 22 de enero.

Laura de Noves (1308-1348) fue la musa de Petrarca, el aliento de su poesía, la inspiración de su vida. Conoció Petrarca a Laura en Aviñón, donde vivían ambos, un viernes santo. Fue verla y enamorarse. El nombre tuvo también su parte en el enamoramiento.Petrarca soñaba con la gloria, amaba los laureles. El Senado de Roma y la universidad de París le coronaron con el laurel de los poetas. Pero su auténtica corona de laurel, su inspiración, su pasión única e inextinguible era Laura. Fue el de Petrarca un amor romántico, apasionado, inspirado. Era Laura una mujer casada, y Petrarca un hombre de recta conciencia, por lo que siempre le atormentaron los escrúpulos sobre su relación con su amada, que no fue tan solo espiritual y poética. Pero sus versos nunca fueron profanados por nada que no fuerse la llama misteriosa de su pasión, la gentileza, el éxtasis intelectual, el deseo sofocado apenas nacido. Fue el carácter de amor imposible lo que hizo que se transformase su amor por Laura en amor poético, amor cortés. Gustaba hablar de la esclavitud a que le tenía sometido Laura. Era recibido Petrarca en casa de ésta, pues al marido le halagaba sobremanera ser el anfitrión de tan ilustre visitante, que en una inspiración inagotable dedicaba a Laura sus bellos homenajes literarios. Pero cuando la pasión de Petrarca arreció tanto que temió Laura caer en la infidelidad, lo rechazó y lo alejó de su casa, sin que por ello se apagase el amor mutuo que se profesaban. Murió Laura víctima de la peste que asoló Aviñón, y fue enterrada en la iglesia de los frailes menores de esta ciudad. Cuando se enteró Patrarca de la muerte de su amada, su alma cambió desde lo más hondo. Su poesía mudó la alegría por la gravedad, la profundidad, la religiosidad. Petrarca siguió cosechando los laureles de la gloria, pero sin Laura no tenían el mismo perfume ni el mismo valor.

Es el de Laura un nombre de por sí bellísimo y evocador. En él están las virtudes del laurel: su fuerza inspiradora, su perennidad, su capacidad de ahuyentar los rayos, su fuerza curativa. Y en él están también la nobleza que le han añadido siglos de historia representando el triunfo. Y por si algo le faltaba, el nombre de Laura encierra todo el amor de uno de los mayores poetas. ¡Felicidades!

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