Santos del día 30
de Julio
Pedro Crisólogo, Abdón, Senén, Rufino, Julita, Donatila,
Máxima.
ÁLVARO
Por el momento
histórico en que este nombre aparece en España, se cree que es de la
remesa de nombres germánicos que nos trajeron los godos. Posiblemente
sea una variante de Alberico o Albérigo, en cuyo caso sería un compuesto
de Alb, personaje mitológico, más el sufijo ric, del que
procede nuestra palabra "rico"; o podría estar formado por los
elementos Athal (noble) más Bera (oso), con lo que el
significado del nombre que dio origen al de Álvaro sería "Oso noble".
Otra posibilidad sería
que el nombre originario fuese Al-wars, con el significado de
"Absolutamente atento" o "Atentísimo". Y queda finalmente una
posibilidad más, y es que el nombre a partir del cual evolucionó Álvaro
sea Athal-ward (del segundo elemento procede el español
"guardia") y el significado de este nombre sería por tanto "Guardia o
guardián noble". La oscuridad de su origen permite elegir el significado
que mejor va con las aspiraciones de cada uno. Fue evidentemente un
nombre muy común en la Edad Media. Prueba de ello son la gran cantidad
de ramas de Álvarez (hijo de Álvaro) que se originaron en España y que
siguen en pleno vigor. Últimamente se ha revalorizado este nombre, que
se tiene por original, distinguido y de rancio abolengo.
San Álvaro de
Córdoba fue un dominico nacido en Córdoba a principios del siglo XV y
muerto en la misma ciudad en 1430. Siendo su oficio el de predicador
(los frailes dominicos eran conocidos también como la orden de
Predicadores), ejerció este ministerio en España y en Italia. Su
prestigio tanto de buen orador como de fraile de intensa espiritualidad,
hizo que la reina Catalina de Lancaster, esposa de Enrique III de
Castilla, lo eligiese como confesor y director espiritual, y le nombrase
preceptor del infante don Juan. Cuando Juan II fundó el convento de Scala
Dei quiso confiarle la dignidad de prior del mismo, pero Álvaro
rehusó, prefiriendo dedicar el resto de su vida a cultivar el espíritu.
Los Álvaros celebran su onomástica el 19 de febrero.
El primer Álvaro del que
tenemos noticia es Álvar Fáñez, sobrino del Cid y capitán de la corte de
Alfonso VI de Castilla. Participó en la conquista de Toledo y fue
enviado repetidamente por el rey a los reinos de taifas a cobrar los
tributos. Fue lugarteniente de Alfonso VI en Valencia, llegando a ser el
verdadero dueño de la ciudad. Murió en combate en defensa de Urraca
contra las milicias de Segovia, partidarias de Alfonso I el Batallador.
Hicieron también historia Álvaro Cordobés, escritor mozárabe (murió en
Córdoba en 861). Tuvo una formación clásica y eclesiástica exquisita, lo
que se refleja en sus obras, deliciosamente escritas, que constituyen
una fuente informativa de gran valor para el estudio del bajo latín.
Resistió a la persecución de Abderramán II y defendió sus creencias
religiosas junto con san Eulogio. Álvaro Zapata, nacido en Calatayud,
que fue abad del monasterio cisterciense de Veruela y obispo de Solsona.
Murió en 1623.
También la geografía nos
recuerda este nombre en el municipio de Álvaro de Obregón, México. Ahí
se encuentra la laguna de Cuitzeo. Nombre recio, el de Álvaro,
santificado por hombres piadosos y glorificado por valientes guerreros.
Virtud a raudales aportan el propio nombre y los que lo llevaron.
¡Felicidades! |