AMBROSIO
Es
un nombre griego, AmbrosioV (Ambrósios) que significa
"divino", "inmortal" (ver explicación más extensa en la sección NÓMINA
RERUM).
San Ambrosio (340-397), obispo de Milán, llena con su figura y
con su obra mucho más que el medio siglo en que vivió. En medio de
las enconadas luchas entre el catolicismo y el arrianismo, tomó
partido por el primero, siendo su lucha brillante y heroica.
Para evitar ceder a los arrianos la basílica porciana, que la madre
del emperador les había concedido, Ambrosio se plantó y junto con
los soldados imperiales que habían ido a desalojarle, se encerró día
y noche en el templo, hasta que consiguió la revocación de la orden
imperial. Durante el encierro cantaron himnos religiosos (práctica
que se conocía en la iglesia griega, pero no en la latina),
empezando ahí la gran labor de Ambrosio de introducción en la
liturgia del canto (llamado justamente Ambrosiano) y que abrió paso
al canto Gregoriano. Tal fue el impacto de esta innovación que el
gran San Agustín, que profesaba una gran veneración por Ambrosio,
declara que fueron los cantos litúrgicos que oyera en la basílica de
Milán, el determinante último de su conversión.
Fue
Ambrosio firme en el camino que se había trazado, pero huyendo de la
intransigencia, puesto que proclamaba que la primera y principal de
todas las virtudes era la caridad cristiana. Así, impidió por todos
los medios a su alcance la persecución sangrienta de los herejes; y
sin embargo fue intransigente con el emperador Teodosio, su amigo y
protector, y no dudó en excomulgarle y someterle a humillación
pública por haber ordenado ejecutar a varios miles de habitantes de
Tesalónica, como represalia por haber matado en una revuelta a un
general del ejército. No perdió por ello su amistad (tal era su
firmeza y su fuerza de convicción), que duró hasta la muerte de
Teodosio, al que sobrevivió dos años.
San
Ambrosio dejó a la posteridad una obra ingente: era un gran
predicador, por lo que son numerosísimos los sermones y homilías que
se conservan. Escribió asimismo varios tratados teológicos. Pero su
memoria quedó perpetuada en la Iglesia especialmente por los Himnos
Ambrosianos, que todavía hoy siguen formando parte de la
liturgia diaria, y por el Rito Ambrosiano, uno de los ritos
galicanos, propio de la Iglesia de Milán, que (íntimamente
emparentado con los ritos orientales sirios y griegos) se propagó
por la Galia, España y las Islas Británicas. Enriqueció, en fin, la
liturgia romana, excesivamente austera, con elementos de las
liturgias orientales, mucho más brillantes, en los que el canto
jugaba un papel primordial.
Legítimamente orgullosos pueden sentirse los que llevan este nombre
lleno de gracia y de virtud. ¡Felicidades!