Santos del día 5 de febrero
Águeda (Gadea) virgen; Pedro
bautista y martín de la Ascensión monje franciscano;
Gonzalo García e Isidooi (mártires); Avito, Ingenuino y
Albuino obispos¸ Agripono y Agrícol confesores;
Alicia (Adelaida Adela) abadesa; Felicia niña
mártir; Bertolfo abad;
ÁGUEDA
Este nombre
tiene también la forma de Ágata, que coincide con el
de una piedra preciosa. Procede del griego
agaqh
(Agazé): "buena, noble, bondadosa".
Santa Águeda
(forma hispana) o Santa Ágata (forma latina) nació en
Italia el año 230. (Las ciudades de Palermo y Catania se
disputan el honor de ser la cuna de la santa.) Era hija de
una noble familia cristiana (en un entorno pagano) y como
tal fue educada por sus padres, y ya desde niña tomó la
resolución de renunciar al matrimonio y dedicar su vida a
Dios. Su posición social y su hermosura hacía que los
jóvenes de las más encumbradas familias se fijaran en ella y
la pretendieran. Pero eso no hacía cambiar su determinación.
Mas he aquí que vino a enamorarse perdidamente de ella
Quinciano, el gobernador de Sicilia, quien despechado porque
no conseguía plegarla a sus deseos, ordenó que fuese llevada
a una casa de prostitución, para ver si viviendo en ese
ambiente conseguía inclinarla a los placeres de la carne.
Pero no hubo manera, así que el libidinoso gobernador ideó
una estratagema: le propuso que si no le aceptaba, tendría
que renunciar a su religión. Y ägueda le contestó
valientemente que ni una cosa, ni otra. La sometió a toda
clase de torturas: la pusieron en el potro del tormento, la
apalearon, rasgaron sus carnes con garfios de hierro,
quemaron sus costados con planchas de metal candentes, y por
fin le arrancaron los pechos. Encerrada en el calabozo, se
le apareció el apóstol San Pedro, que la curó totalmente..
Volvió el gobernador a martirizarla, esta vez tendiéndola
sobre carbones encendidos. Mientras esto ocurría, tembló
violentamente la tierra, muriendo entre las víctimas del
terremoto Silvino y Falcón, acusadores de Águeda; pero la
santa, no murió. Temeroso Quinciano por el prodigio, no
quiso seguir torturándola, por lo que la devolvió a la
cárcel, donde murió el 5 de febrero del 251. La iconografía
y la literatura se han ocupado asiduamente de ella. Su culto
se extendió por toda la cristiandad.
Águeda.
Así se llamaba, a decir de algunos historiadores, la esposa
de Alfonso VI de Castilla, supuestamente inglesa e hija de
Guillermo I el Normando y de Matilde de Flandes.
Parece que Águeda no llegó a vivir en compañía de Alfonso VI
porque, aunque el matrimonio se celebró por poderes en 1067,
a la princesa Águeda le repugnó siempre ese enlace; tanto
que murió en el camino que había emprendido hacia España
para unirse con su esposo. Murió del vacío tan hondo de amor
que aquella unión forzada le produjo.
Ágata,
nombre de una piedra preciosa, llamada también sardónica,
fue muy estimada por los antiguos. Era la segunda piedra
preciosa del tercer orden de las que decoraban el racional
del sumo sacerdote hebreo. La Apoteosis de Napoleón I
y el Sello de Miguel Ángel son dos muestras de
trabajos finísimos realizados en ágatas. Los antiguos
atribuían a esta piedra la virtud de fortificar el corazón,
preservar de la peste y curar las mordeduras del escorpión y
de la víbora. ¿Qué más se le puede pedir a un nombre?
¡Felicidades! |