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SANTORAL-ONOMÁSTICA - ENERO

Santos del día 3 de enero

Antero, Florencio, Fulgencio, Gordio, Daniel, José María Tomasi , Bertila, Genoveva.


GENOVEVA

Santa Genoveva, patrona de París. Hay que decir de este nombre que es sumamente singular. Se desconoce su origen, y se ha prodigado poco tanto en los santorales como en las enciclopedias, y sin embargo es un nombre de una gran solera y prestigio, que se lleva muy bien, porque detrás de él hay una gran mujer que lo fue no por su origen ni por sus recursos o por su poder, sino por su valor.

Nació Santa Genoveva el año 422, cuando tocaba ya a su fin el Imperio romano de Occidente. Parisina castiza, fue dada a luz en el arrabal de Saint-Denis, antiguamente Nemetodurum (Nanterre) y murió también en París, el 3 de enero del 512. Hacía ya medio milenio que habían cesado las conquistas, por lo que al no incrementarse las tierras disponibles, la vida monástica era una gran solución demográfica, pues retiraba de la reproducción importantes contingentes de población que de lo contrario hubiesen generado fuertes tensiones en el tejido social. En este contexto la virginidad fue una virtud en alza, que representaba un sacrificio de la mujer no sólo en beneficio de su santificación personal, sino en beneficio de toda la sociedad. Dejóse convencer Genoveva del valor santificante de esta virtud por San Germán, apóstol de Inglaterra, a su paso por París. Ligóse, pues, con voto de virginidad siendo aún adolescente. A los veinte años se presentó al obispo acompañada de otras dos doncellas a ratificar su voto e iniciar la vida monástica.

Tuvo Genoveva la desgracia de caer postrada, víctima de una parálisis. Pero no perdió por ello el ánimo, sino que concentró toda su fuerza espiritual y convencida de que la fe mueve montañas, removió la montaña de su parálisis de forma instantánea, cuando los médicos, después de hacer todo lo que pudieron, la declararon incurable. Este hecho y la curación de otros enfermos, especialmente cuando peregrinó a Tours para orar ante la tumba de San Martín, hizo que se extendiese por todo París su fama de santidad. Otro prodigio en sentido contrario hizo que además acudiesen a ella a pedirle consejo: realizó Genoveva cuantos esfuerzos pudo para convencer a un hombre de que perdonase a un enemigo; pero éste se empecinó en no renunciar a la venganza, y he aquí que antes de que tuviese tiempo de ejecutarla, enfermó de repente.

Pero el suceso que más conmovió a París fue la valentía y la fe de Genoveva, que no cejó en sus esfuerzos por convencer a los parisinos de que organizaran la resistencia de la ciudad contra Atila, que avanzando con un ejército de 700.000 hombres ávidos de sangre y botín estaban desolando Europa. Lo consiguió por fin, y París resistió la presión de Atila, al que llamaban el Azote de Dios, y cuyo principal objetivo era la capital del imperio. A partir de ese suceso, tanto en lo que le quedaba de vida como después de su muerte, París se encomendó a Santa Genoveva, que en 834 libró a la ciudad de una inundación del Sena y en 1129, de una grave epidemia; por lo que la consideraron y nombraron su Patrona.

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