EL SANTORAL DEL ALMANAQUE
- AGOSTO
Santos del día 2 de
Agosto
Nuestra Señora de los Ángeles, Eusebio, Esteban, Teodota, Pedro, Sofía,
Alfreda, María de los Ángeles de la Porciúncula.
ANGEL
La palabra griega (aggeloV /ángelos)
significa "mensajero", "enviado". Así se llaman en la Biblia los "enviados
de Dios". La categoría de Arcángel (arcoV /arjós = primer; más aggeloV /ángelos =
ángel) corresponde a los ángeles principales, los que están más cerca de
Dios. Además de los arcángeles nos habla la Biblia de siete órdenes o
categorías de ángeles: querubines, serafines, principados, potestades,
dominaciones, virtudes y tronos. Los tres únicos nombres de ángeles que nos
da la Biblia son el de Gabriel, Miguel y Rafael. Los tres han pasado a
nombres propios muy apreciados, además del de Serafín, menos frecuente, y el
de Ángel. La prueba de su valoración social está en que todos ellos han
desarrollado nombres femeninos: Gabriela, Micaela, Rafaela, Ángela, Ángeles,
Maria Ángeles, Angelina, Angélica.
El santoral ofrece hasta diez
oportunidades para celebrar la onomástica; pero las fechas
más tradicionales son la fiesta de los Ángeles custodios,
el 2 de octubre, o la de Nuestra Señora de los Ángeles,
el 2 de agosto.
Los ángeles son en el cristianismo una
herencia del judaísmo, que a su vez fue una adaptación del animismo del
hombre primitivo, que creía que el sol, la luna, las estrellas, las
montañas, los vientos, los ríos, los mares, los bosques, los árboles... que
todo tenía alma y que existía, por tanto, además del mundo real, otro mundo
superpuesto en el que vivía el espíritu de todas las cosas. Un mundo poblado
de ángeles, que decimos en términos cristianos. De ahí nace la idea de que
junto a cada persona hay un Ángel de la Guarda velando por
ella.
El doble bondadoso de cada uno de
nosotros, que está atento a que nos comportemos de tal manera que todo nos
vaya derecho. El primer Ángel de la Guarda es el arcángel San Rafael. De él
nace la doctrina de que Dios nos asigna a cada uno un Ángel de la Guarda. La
situación envidiable de Tobías y su familia, a quienes Dios les envía un
ángel que les resuelve absolutamente todos los problemas que tienen, sin
pedirles nada a cambio, se convierte en paradigma de lo que desea para sí
cada cristiano como primera recompensa en esta vida. De ahí que se
desarrolle y se fomente la fe en el Ángel de la Guarda, muy entrañable
especialmente en la infancia (en el mismo orden de valores infantiles del
Nacimiento de Jesús y de los Reyes Magos). La tradición popular nos ha
dejado unas oraciones bellísimas, como la que dice: "Ángel de la Guarda,
dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día..." Y esta otra,
también preciosa: "Cuatro esquinitas tiene mi cama, cuatro angelitos que
me la guardan..."
Tener ángel, llamarse Ángel,
tener siempre al lado el Ángel de la Guarda, ser para los demás un ángel...
todo eso va con el nombre. Es imposible llamar a alguien Ángel y no pensar
en todo ello. Y es muy difícil que a un Ángel no se le peguen estas
maravillas. El propio nombre empuja: un nombre que nos hermana con las más
nobles creencias de nuestros remotos antepasados y que nos induce a la
bondad, un nombre con ángel. ¡Felicidades!
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