SANTORAL - ONOMÁSTICA

(EL) SANTO

Para definir y entender lo que es la celebración del santo, y lo que representa en consecuencia disponer de un santoral en el que sostener mínimamente esta celebración, vale la pena partir de algunos hechos objetivos y contables: el listado de santos con que cuenta la Iglesia católica es en números redondos de cuarenta mil. Esa fue la cifra que resultó después de la eliminación, tras el concilio Vaticano II, de los nombres que no se pudieron relacionar con ningún santo real históricamente identificable. Entre esos 40.000 hay muchos miles de los que sólo consta el nombre hallado en la respectiva lápida sepulcral y alguna leyenda piadosa. Esta circunstancia afecta a la mayoría de los grandes santos de la Iglesia primitiva, empezando por los mismos apóstoles. Podemos decir que esa fue la tónica dominante hasta bien entrada la edad media. El caso es que al acabar esa depuración del santoral católico, quedaron sólo 148 santos que gozaban de culto en toda la Iglesia. A estos había que añadir los propios de las iglesias locales y los de las congregaciones religiosas. Con la nueva dinámica de las canonizaciones, han crecido considerablemente estas cifras. Pero se trata en cualquier caso de unos pocos centenares de nombres frente a muchísimos miles que no gozan de ningún culto. Esta invasión del santoral por esa gran multitud de santos casi anónimos (aunque más propiamente se trata de nombres sin santo, o mejor dicho sin biografía) obedeció justamente a la necesidad de salvar del "anonimato" (es decir de llevar un nombre sin valor religioso) a enormes colectivos que de otro modo hubiesen quedado fuera de la normalidad religiosa en un momento en que ése era el valor vigente.

Se convirtió en norma y necesidad que todo cristiano, desde el momento en que se bautizaba, contase con un santo que hiciese de mediador entre él y Dios, que intercediese y que velase por él. Y la forma de comprometer al santo con el nuevo bautizado, era que éste llevase su nombre. Ahora bien, como esta práctica y esta fe ya existían en las religiones anteriores y estaban ligadas íntimamente con la fe en los dioses y espíritus familiares (que se suponía que después de irse de este mundo seguían velando por los que eran su perpetuación), y con el culto que se les tributaba a través de diversos ritos y a través de los nombres, no fue posible imponer nombres ajenos a la familia y a sus antepasados; así que la solución fue dar entrada en el santoral a estos "santos" tan necesarios. De este modo se pudo seguir celebrando el nombre, que se convirtió en celebrar el santo.

Es notoria, aunque no sorprendente, la falta de documentación escrita sobre esta celebración. Se vistiese como se vistiese, era una celebración profana (anteriormente inseparable de la fiesta natalicia y del culto a los antepasados). Incluso falta la más elemental documentación de diccionario. La mayoría de éstos se limitan a dar entre las definiciones de santo, estas palabras textuales: "Respecto a una persona, festividad o celebración del santo cuyo nombre lleva", sin extenderse, ni siquiera las enciclopedias, en desarrollar nada más a este respecto. Los más explícitos remiten a día y a onomástica. Dar los días, dice Domínguez, es felicitar a alguien, manifestar verbalmente o por escrito, que se congratula uno por el día de su santo o el de su cumpleaños. En cuanto a la onomástica, es evidentemente la forma culta de santo.

 

Puedes navegar por los almanaques del mes y por el santo del dia

Búsqueda de santos por Nombres:

A

B- C D - F G - I J - M N - P Q - S T - Z

Búsqueda de santos por meses:

Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre Octubre Noviembre Diciembre

Portada | Indice