Por Ferran Martínez Aira con fotos de Lola Rojas
Como barceloneses, a Lolita y a mí, siempre nos ha gustado presumir de nuestro centenario “Parc d’Atraccions” del Tibidabo, el segundo más antiguo de Europa. Un Parque mágico que ha cumplido 116 años y que pudimos disfrutar durante nuestra infancia en los sesenta y también en los ochenta junto a nuestros hijos Lluís, Àlex, Eva, Bibiana y Lluís Maria.
Cincuenta años después hemos repetido aquella aventura tomando el Tranvía Azul en la Plaça Kennedy con trasbordo al Funicular que nos situa en la gran esplanada del Parque, desde donde se divisa Barcelona con todo su esplendor. En los días de más luminosidad nuestros ojos pueden atisbar hasta la costa mallorquina. En la Oficina de Atención al Cliente despejamos todos los interrogantes para no perdernos detalle. Facilitan un mapa muy completo de las actividades distribuidas en seis niveles, aunque el tercero no se visita.
Tibidabo significa en latín te daré. Todo el recinto es un regalo para los cinco sentidos. Los responsables municipales del “Parc d’Atraccions” han sabido combinar con notable pulso la tradición con la modernidad. Todo el personal está formado para atender con amabilidad a los visitantes. A 500 metros sobre el nivel del mar la vida se paladea de otra manera. Experimentas sensaciones que rompen la rutina cotidiana. En el Tibidabo se iluminan las caras, especialmente las de los niños. Los papis se contagian. Los abuelos regresan por unas horas al mundo feliz de la infancia. El Tibidabo atrapa a todos.
En los tiempos que corren no es fácil mantener las atracciones que hicieron felices a nuestros padres. Sin embargo, el Tibibidabo sigue fiel a su histórico avión, una reproducción del primer vuelo en 1928 Madrid-Barcelona, que para muchos, como la que retrata o el que escribe, fue nuestro bautizo aéreo. Emblemáticos siguen siendo: la Atalaya (550 metros), la Noria, la Sala de los Espejos, el Carroussel, el Diávolo, los Autos de choque o el Museo de Autómatas, con personajes como la entrañable Moños de la Barcelona de hace un siglo, que cobran vida cuando pulsamos el botón verde.
Entre atracciones y espectáculos se impone una pausa para reponer fuerzas. Los servicios de restauración como El Aeroport sorprenden a los clientes con la deliciosa y variada dieta mediterránea, cumpliendo el slogan: Come sano. En el Tibiñam ofrecen sabrosos bocadillos. El “Club dels Aventurers está especializado en tapas y en la Terraza del Aeroport se saborean las cocas y los humos.
Las cuatro mascotas del Parque: El Pajarito (si mides de 0 a 90 cm), la Salamandra (de 90 a 120 cm), el Zorro (de 120 a 130 cm) y el Jabalí (más de 130 cm.) son nuestras mejores referencias para saber a qué atracciones tenemos acceso según nuestra altura. En unas podremos acceder solos y en otras acompañados por nuestros mayores.
En el “Parc de Atraccions” del Tibidabo hay dos espectáculos que baten récords todos los días en que el Parque abre sus puertas: Hotel Krüeger propone una magnífica representación del arte del terror, sin recurrir a la sangre. Durante el recorrido, de unos doce minutos, diecisiete actores consiguen transportar al caminante-espectador hasta el mundo más siniestro de la gran pantalla. Un espectáculo con mayúsculas, plagado de efectos, de sobresaltos y de misterio. Si te atreves a traspasar la recepción del Krüeger automáticamente te conviertes en protagonista. Una puesta en escena, digna de los mejores especialistas del género. La caracterización de los personajes supera todas las previsiones de los atónitos huéspedes de la posada más terrorífica del planeta. Un promedio de un millar de personas visitan a diario Hotel Krüeger.
La otra joya de la corona es el Marionetarium. Herta Frankel, la reina de las marionetas de los años cincuenta, quiso dejar su imborrable huella en el Tibidabo. La compañía, que lleva el nombre de la gran artista vienesa, representa desde hace 30 años un espectáculo que va cambiando a lo largo del año. Ahora tocan las fiestas navideñas. Sus tres marionetistas manejan con clamorosa habilidad los cientos de hilos de sus simpáticos muñecos.
Además, el Parc d’Atraccions presenta según las estaciones del año distintos espectáculos itinerantes. Durantes estas fechas navideñas se rinde homenaje a los 100 años de la primera representación de “Els Pastorets”. El público participa activamente en el montaje.
Otra de las novedades que triunfa en el Parque es el Giradbao. Una fantástica rueda panorámica que permite disfrutar de unas increíbles vistas de la ciudad. Durante estos días y gracias a su iluminación led, los visitantes se quedan boquiabiertos con los juegos de luces con motivos navideños.
“L”Embruixabruixes” o Embrujabrujas es un monorail aéreo que nos descubre la otra parte de la montaña del Tibidabo. Nuestra vista se recrea de magia entre túnel y túnel. Soñar, divertirse y aprender. Si optamos por esta última propuesta, los más pequeños encontraran su espacio: Creatibi. Miles de piezas de Lego permiten a los reyes de la casa construir su propia arquitectura en forma de casas, aviones, trenes, barcos, personas…la inspiración de la creatividad no tiene límites en esta acogedora sala del Parque.
Este año, el Parc d’Atracciones ha presentado su nuevo juego interactivo InteracTIBI, un simulador que entrelaza la tecnología con la habilidad y el ingenio de los usuarios.
Detallando el Parque por niveles, en el 01 se ubica: El Castillo Misterioso, Los Globos, El Huracán, El Tren Tibidabo Express, La Rana, El Pirata, El Vikingo, La Montaña Rusa, El Tchu Tchu Tren, la Mina de Oro, las Carreras de Caballos y el Tibi City. En el nivel 02 encontramos: Alaska, Camas elásticas, Diavolo y el Dididado. En el nivel 04: Zoochok, Autos de choque y Hotel Krüeger. En el nivel 05: Museo de Autómatas, Espejos, Teatro de Marionetas, Creatibi, InteracTibi y Embrujabrujas y en el nivel 06: Giradabo, Carrousel, Atalaya, Avión, Río Grande, Edificio Cielo, Las Latas y el Pony Rodeo.
Corre Lola. Sólo una foto más porfa. Nuestro avión rojo sale del Parque a la hora prevista. En invierno el sueño comienza a las once de la mañana y acaba a las seis de la tarde. Una máxima siempre permanece en nuestra mente: Seas de donde seas y con el paso de los años siempre te acordarás del Tibidabo.
