Logo
  PORTAL  - DIARIO   REVISTA  -  MÓVIL -  VIDEOS   Facebook      Google Plus     Email
 

REPORTAJES -TURISMO - GASTRONOMIA -  HOTELES - RESTAURANTES

Oporto, mística y hospitalaria, a una hora y media de Barcelona

Oporto, mística y hospitalaria la descubrimos a sólo hora y media de Barcelona, utilizando las Líneas Aéreas Portuguesas. Un taxi o el metro te transportan en media hora al centro de la segunda ciudad más importante del país vecino, habitada por 1,7 millones de portenses.

Oporto es de esas ciudades que te atrapan cuando tus ojos la ven por primera vez. Sus puentes sobre el río Duero, que desemboca en Foz, son la primera referencia de los turistas, por suerte no demasiados, que visitan Oporto durante todo el año gracias a su excelente metereología, aunque es aconsejable llevar el paraguas.

Gentes amables y guías como Alfredo Santos y Marta Quintas (www.tourvent.com) nos hicieron disfrutar aún más de nuestra estancia durante un par de días. Eso sí, con el privilegio añadido, de pernoctar en el Hotel Infante Sagres, el segundo cinco estrellas que se inaguró en Portugal y que mantiene aquel entorno añejo de los grandes hoteles europeos (infantesagres@themahotels.pt) sito en la Plaça D.Filipa de Lencastre y junto a una de las zonas de marcha pijilla, pero para todos los públicos.

Las más de cien iglesias, repartidas por todos los rincones de la urbe, hablan en silencio de la importancia religiosa de Oporto y de uno de sus hijos más ilustres Don Antonio Ferreira Gómes, todo un héroe y ejemplo para las generaciones portenses.

A pesar de sus calles inclinadas, Oporto se visita cómodamente paseando por sus pintorescas callejuelas, declaradas Patrimonio de la Humanidad.

Todos los edificios con identidad están en el centro, como La Catedral, San Francisco, La Estación de San Bento, el Parque de “los hombres sonrientes”, la Plaza de la Libertad, la Torre de los Clérigos. la Rua de Santa Caterina, la Librería Lello o de Harry Potter porqué allí se rodaron algunas de las secuencias del pequeño mago.

La Ribeira es la zona del puerto, donde decenas de terrazas y bares pequeñitos pero con encanto, ofrecen menús baratos y sabrosos.

A escasos metros, también podemos visitar la Bolsa, el Mercado o la Iglesia de San Nicolás junto a la estatua del infante Don Henrique.

Algunos palacetes están abiertos al público. En su interior, además de escuchar a las tunas universitarias, se puede degustar gratuitamente cerveza dorada.

No podemos abandonar Oporto sin haber navegado por el Duero. Hay cruceros para todos los gustos, pero con el básico por 12 euros (los menores de 10 años no pagan) recorreremos en 50 minutos los seis puentes que atraviesan la ciudad: el más importante es el de Luís I, el Mosteiro da Serra do Pilar, el puente do Infante Henrique, puente Doña María Pía, puente de San Juan y puente do Freixo.

En la noche de San Juan, Oporto resplandece con el castillo de fuegos artificiales más famoso de Portugal.

Si nos queda un poquito de tiempo, el eléctrico o tranvía (nº28) más viejo de Oporto, nos llevará desde la Iglesia de San Nicolás hasta Foz, donde podremos tomar un baño en las tranquilas playas del Atlántico y acercarnos hasta alguna de las marisquerías de Matosinhos, donde degustararemos uno de los platos más típicos: el bacalao a la brasa.

Algunas empresas de Matosinhos apuestan desde hace poco tiempo por cocinar en casas privadas para pequeños grupos los exquisitos pescados de la zona.

De regreso, nos paramos en alguna de las bodegas de la Vila Nova de Gaia. Un oporto es como el cava: apetece a cualquier hora. Un áreo comunica las dos partes de la ciudad, además de los tranvías que hacen tambalear los puentes de hierro y acero.

Para despedirnos de la mística y hospitalaria Oporto, recomedamos tomar la última copa (6 euros) en la terraza del hotel Don Henrique. Desde el piso 17 disfrutaremos de una panorámica inolvidable con la ciudad a nuestros pies.

Obrigados.
 

Texto Ferran Martínez   Fotos: Lola Rojas

PORTAL EL ALMANAQUE DIARIO   REVISTA - REPORTAJES