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REPORTAJES : Ferran Martínez
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“Prefiero que seamos amigos”: De casta le viene a Lolita Flores

Por Ferrran Martínez-Aira

Al finalizar el estreno de “Prefiero que seamos amigos” en el Teatre Goya, se le notaba a la hija mayor de Lola Flores que lleva a Barcelona en su corazón. De casta le vienen a Lolita sus dotes de artista, que ya demostró el año pasado inmersa en el nada fácil monólogo de “La Plaça del Diamant” que interpretó con éxito en el mismo escenario. Ayer, durante esta deliciosa comedia que borda con desparpajo junto al brillante actor argentino Luis Mottola durante una hora y cuarenta minutos, Lolita González Flores tuvo un par guiños: Uno para su progenitor “El Pescailla” nacido en el número 8 de la calle Fraternitat de Gràcia y otro para su primo: Quique Sánchez Flores, actual entrenador del Espanyol, cuando le pega un patadón al móvil de su compañero de reparto. Huelga escribir que el texto original de Laurent Ruquier salta por los aires en esta delirante versión de Chema Rodríguez-Calderón y que a buen seguro llenará las butacas del Goya hasta después de Navidades.

Ha sabido Lolita cambiar de registro. Del drama a la comedia, con la misma naturalidad con la que pisa el escenario. ¿Quién no ha escuchado en algún momento de su vida esta terrible frase?: Prefiero que seamos amigos. Una sentencia que condena cualquier expectativa hacia la persona amada, que te destruye la ilusión de ser objeto de deseo, de pasión, de formar una pareja, de ser la media naranja de tu amor. El ‘happy ending’ de tu historia se desvanece y tu amante deseado se convierte en amigo…

En esta entrañable comedia francesa vemos a dos amigos, tan cercanos y tan cómodos en la compañía del otro, que cuando uno quiere cambiar las reglas de la amistad, el otro está totalmente cegado y es incapaz de ver más allá. Aquí está servida la comedia. Uno busca algo más pasional que el sofá, la peli y una pizza en compañía de su amigo charlando e intercambiando historias de conquistas.

Reinan las frustraciones y las palabras están llenas de sentimientos no comprendidos, y las insinuaciones y mensajes sutiles no son captados.
La obra también plantea otro tema universal en el mundo femenino; el abrupto cambio de estatus cuando pasas de una cierta edad. La sensación de ser repentinamente invisible para el sexo contrario.

Como dice la antigua canción inglesa: “No one loves a Fairy when she’s forty” (Nadie quiere un hada cuando tiene cuarenta años).
La lucha interna de la mujer segura de sí misma, hecha y derecha, con toda una vida a sus espaldas, independiente y satisfecha consigo misma, que se enfrenta a la terrible inseguridad y al miedo de no ser nunca más deseada ni dichosa en el terreno del amor. Estás caducada. ¡Se te ha pasado el arroz! Hay que actuar ya o aceptar tu destino de ‘nunca más’.

Esta comedia de aroma fresco y ágil nos lleva en un viaje divertido con giros inesperados, conversaciones salpicadas de ironía, frustraciones y deseo sexual no correspondido. Vemos a nuestros dos protagonistas bailar un tango pero ni con la misma canción ni con el mismo paso.

Las relaciones y la búsqueda del amor nunca son fáciles y aquí disfrutamos de la odisea que es para Claudia y Valentín aprender a quererse.
Lolita y Luis garantizan una noche repleta de flores, deseos, carcajadas y sonrisas.

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