LÉXICO DE RELIGIÓN

MIEDO

El sustantivo miedo no tiene verbo, así que cuando queremos formarlo con él, recurrimos a la circunlocución "tener miedo"; la forma culta del verbo es temer, y el correspondiente sustantivo, temor. Del latín metus hemos sacado nuestro miedo (por diptongación de la vocal tónica, como en segar: siego/segamos, y en dormir: duermo/dormimos), del que se forma el verbo metuo, metuere, que no ha sido capaz de asimilar nuestra lengua. En cuanto a los significados, hay que señalar que además de los que asignamos nosotros a este nombre, está el que podría ser su origen, el temor religioso, escasamente documentado: laurus... multos metu servata per annos, que decía Virgilio: "el laurel, durante muchos años preservado por el miedo (=por la religiosidad)". Otro significado que da que pensar es el de "entusiasmo poético", algo muy parecido al divino y misterioso enqousiasmoV enzusiasmós) de los griegos: ¡Evoe!, recenti mens trepidat metu, dice Horacio refiriéndose a la inspiración poética: "¡Evoé!, está estremecida aún mi mente por el reciente ‘miedo’ (la agitación del espíritu poseído por un dios)". De todos modos, un examen de las construcciones con el verbo metuo lleva a la impresión de que en muchas de sus situaciones el miedo es un mecanismo al que está sujeto el hombre para hacer lo que debe, sobre todo en las construcciones finales negativas: metuo ne, metuo ne non, metuo quin... incluso metuo ut: "temo no vaya a ser que, no vaya a ocurrir, temo para que no..."

De miedo hemos formado miedoso y de temor, temeroso, tímido y temible.

Está claro el carácter peyorativo de miedoso, plenamente sinónimo de cobarde, mientras en la línea culta tenemos términos que rezuman comprensión. El miedo se define como un sentimiento, estado afectivo o sensación que provoca una perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o un mal que realmente amenaza, o incluso por males y riesgos sospechados o imaginados. El temor, en cambio, tiende a definirse como miedo moderado, recelo de un daño futuro. Desde el momento en que los teólogos respecto al temor de Dios distinguen entre temor filial y temor servil, es que estamos hablando de algo que aunque tiene mucho de común con el miedo, tiene zonas que funcionan de forma muy distinta de éste, que al fin y al cabo es un mecanismo de defensa inventado por la naturaleza para alejar a los animales del peligro cuando éste no puede ser superado. Volviendo a los aspectos léxicos, los etimólogos están de acuerdo en considerar el latín tímeo, timere (temer) como procedente de deima (déima) y deimainw (deimáino) que significan igualmente miedo y tener miedo, y cuya evolución fonética a tímeo se explica fácilmente. Ambos están relacionados con deinoV (deinós), que significa terrible, espantoso, funesto.Obsérvese que el verbo deinazw (deinátzo) significa irritarse, indignarse, es decir que en este grupo de palabras el significado lo aporta el causante del miedo, es decir el sujeto agente del mismo. Es bastante llamativo que ni el timor latino ni el deima (déima) griego presenten los caracteres peculiares de temor religioso que presenta la palabra metus. Queda en pie que, como corresponde a todo sentimiento humano, sus clases y niveles son muy variados, tanto como lo son sus sinónimos (espanto, terror, angustia, pánico..., además de miedo y temor.)

EL ALMANAQUE dedica hoy sus meditaciones a los miedos y temores.

Mariano Arnal

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