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Unas palabras de estímulo

A mis alumnos de mis cursos de Crecimiento Personal siempre les digo que nadie hay tan desgraciado que no tenga alguna gracia. Es decir, todos tienen algo que podamos elogiar sinceramente. Y el elogio ilumina el día del agraciado. Muchas veces llega en el momento preciso en que necesita tener un poco de más fe en sí mismo. Muchas veces unas palabras de estímulo pueden cambiar positivamente para siempre la vida de alguien. Y muy especialmente, cambiará favorablemente la vida de quien elogia. No de quien adula, sino de quien elogia sinceramente.

A propósito de este tema, adjunto una colaboración de Carlos Martínez de México que, si mal no recuerdo, cita también Dale Carnegie en su libro "Cómo Ganar Amigos".

A principios del siglo diecinueve un joven en Londres aspiraba a ser escritor. Pero todo parecía estar en su contra. Sólo pudo ir a la escuela cuatro años. Su padre había sido encerrado en la cárcel por no poder pagar sus deudas, y este joven con frecuencia sintió el hambre.

Finalmente consiguió un trabajo pegando etiquetas a las botellas en un depósito infestado de ratas. Por la noche dormía en una escuálida habitación en un ático con otros dos muchachos, hijos de los barrios bajos de Londres.

Tenía tan poca confianza en su capacidad para escribir que escondió y luego envió por correo su primer manuscrito en la oscuridad de la noche de modo que nadie pudiera reírse de él. Cuento tras cuento fueron rechazados. Finalmente llegó el gran día en que uno de ellos fue aceptado.

Es verdad que no le pagaron por él, pero un editor lo había elogiado. Un editor le había brindado su reconocimiento. Estaba tan emocionado que caminó sin rumbo por la ciudad con lágrimas cayéndoles por las mejillas.

El elogio, el reconocimiento que había recibido al lograr que se imprimiera uno de sus cuentos le cambiaron la vida. Si no hubiera sido por aquel aliento, podría haber pasado toda su vida trabajando en lugares infestados de ratas. Tal vez usted conozca el nombre de aquel joven. Se llamaba Charles Dickens.

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