PSICOÁNALISIS
Invasión de la Tristeza
“Fue por una
lluvia que REALMENTE moje,
que pusiera
fin a su aventura”.
Patricio Rey.
El tema que hoy
nos con-voca es un sentimiento al que dan por llamar tristeza. Para
algunas personas, la cercanía de las fiestas de “FIN” de año, suele
traer aparejado ese sentimiento. Pensé que la mejor forma de
abordarla, (sin repetir lo tan trillado de las definiciones teóricas
de enciclopedia que nada enuncian del sujeto que las propone), es
dejándonos llevar por algún sentimiento, o por algún recuerdo.
Propongo entonces que nos dejemos llevar, afectar libremente por una
serie de reflexiones que me parecieron oportunas:
El hastío es un
estado común de los tiempos que corren. La monotonía del tic-tac
relojero repite incansablemente que nada es para siempre.
Distancia, extrañeza, desconfianza y fuga parecen ofrecerse como la
modalidad de vinculo afectivo entre los seres que pueblan esta
pequeña esfera celeste que flota en una finitud imposible.
Nostalgias esperanzadas que esperan, tal vez
preguntándole al corazón: ¿cuánto mas faltara para el amanecer?.
Momentos de noche cerrada, de almas a oscuras, sin destellos de
nuevas estrellas, de deseos aprisionados en la cárcel de lo oficial.
Es la hora de las siestas con sueño pero sin sueños, de besos a la
distancia y por celular.
Penas conservadoras que arden pero que no se animan, a dejar la
garganta, a zambullirse en el mar del lenguaje, a expresarse, a
decirse.
Reunión de concurridas soledades,
seres a solas con sus corazones, que conviven y “¿viven?” la vida
sin VIVIR. Vacíos del ser convertidos en atrapantes agujeros negros
que comunican lo real con la realidad.
Partidas inesperadas de seres entrañables de la niñez
de aquellos tiempos “de paz sin paz”.
Porque no somos
momias sentimos a pesar de las distancias, a pesar del pesar. Que
difícil se hace remontar el barrilete en esta tempestad monótona y
conformista del “no te metas”, del “quevachacher”, del “dale que
va”.
Hoy todo, tal vez, se halla en penumbra, pero algún
resplandor liberador podría convertirse en nuestro “barredor de
tristezas”. Somos responsables de despertar a lo REAL de la vida, o
de seguir durmiendo en nuestra realidad.