En los registros romanos, de forma muy
parecida a los nuestros, se inscribía a los hijos en orden de nacimiento. Así, el
primero iba precedido del adjetivo ordinal "Primus" o también "Máximus",
que significa "el Primero" o "el Mayor". El segundo iba precedido
del ordinal "Secundus", es decir "Segundo" y así
sucesivamente. Es normal que esta característica se utilizase a menudo como apodo, y que
de ahí acabase convirtiéndose en nombre propio, que a su vez dio lugar al gentilicio "Secundinus",
con el valor de "Hijo de Segundo". Por su propia naturaleza fueron muy
abundantes en Roma estos nombres, por lo que se han ido manteniendo hasta hoy como
distintivos antiquísimos de familia.
San Secundino mártir nació en Córdoba, en la segunda
mitad del siglo III. Abrazó el cristianismo a muy temprana edad, atraído especialmente
por la caridad que los cristianos practicaban no sólo entre ellos, sino también con sus
enemigos los romanos. No tardó Secundino en convertirse en un promotor entusiasta de la
nueva religión, que predicaba no sólo con el ejemplo, sino también con la palabra. A
decir de los hagiógrafos, Córdoba hubiese llegado a ser uno de los principales focos de
difusión del cristianismo en la península, de no haberse desencadenado la persecución
de Diocleciano. A raíz de la publicación de los edictos del emperador, fueron enviados a
las provincias jueces fanáticos y crueles, que participaban de la idea de que las graves
dificultades por las que atravesaba el imperio eran debidas a los cristianos. El prefecto
de Córdoba empezó la limpieza por los líderes, por lo que le llegó muy temprano su
turno a Secundino. El método que siguieron con él fue el habitual: intentaron
convencerle por todos los medios de que abjurase de sus doctrinas, pues sabían que si
cedían los líderes, cedería todo el pueblo. Al no conseguirlo por las buenas,
recurrieron a toda clase de tormentos, hasta que cuando lo tenían hecho ya un ecce
homo, lo remataron cortándole la cabeza. Esto ocurrió el año 306.
San Secundino, llamado en Irlanda Sechnall, nació
el año 372. Era sobrino de san Patricio, el apóstol de Irlanda. Fue uno de los nueve
hijos del matrimonio formado por Restituto y Liamain, ocho de los cuales fueron obispos.
Estudió en las Galias y en 432 acompañó a su tío a Irlanda. Al año siguiente fue
nombrado y consagrado obispo de Dunshauglin, en el condado de Meath, donde se distinguió
por su sabiduría y buen gobierno, por lo que se le confió la diócesis de Armagh, mucho
más populosa, en la que empleó toda su virtud y su saber hasta su muerte en 434. Era san
Secundino un buen poeta. A él se deben una colección de himnos, entre los que destacan
el dedicado a san Patricio, que empieza: Audite omnes amantes Deum sancta mérita...
(Oíd todos los amantes de Dios los santos méritos) compuesto de 23 estancias del mismo
metro; y el himno de comunión Sancti venite Christi corpus súmite (Venid, santos,
tomad el cuerpo de Cristo).
Celebran los Secundinos su onomástica el 21 de mayo, el
18 de febrero, el 1 de julio o el 1 de septiembre. ¡Felicidades!