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INDICE
- LÉXICO - ETIMOLOGIAS - ORIGEN DE LAS PALABRAS
EL ALMANAQUE
&
LA CASA
DEL LIBRO
EL
ALMANAQUE
dedica sus afanes a poner a tu alcance UNA PALABRA CADA DÍA
NIÑO
Es ésta una palabra
difícil, de las que rehúye el lexicólogo. Aparece aislada
en el diccionario, sin campo léxico con que relacionarla.
Es que de hecho se trata de una anomalía que se ha colado
en el léxico por la puerta falsa. Lo más probable es que
haya ocupado durante mucho tiempo en la lengua infantil el
lugar que ocupan hoy nene y nena, a la
manera como papá y mamá están invadiendo el
campo que correspondió en exclusiva a padre y madre. Pudo
ser pues, la forma familiar infantilizante de puer,
puella o infans (gen. infantis).
Si partimos, en
efecto, de que en latín tenemos las palabras infans
(in- fans es el que no habla) para el que hoy
llamamos bebé, neonatus para el recién
nacido, y puer para el niño en general, está
claro que no es en latín donde hemos de buscar el origen
de esta palabra. Si exploramos ese campo léxico en el
diccionario latino, encontraremos la forma ninus
únicamente en la onomástica. Ninos y Ninus
es como llamaban a Nínive los romanos, transcribiendo los
respectivos nombres griegos. Ninus es asimismo el
nombre del fundador de Nínive, esposo de Semíramis. Y se
encuentra como nombre de varón a partir del siglo II, con
toda probabilidad siguiendo este calco. Eso es todo lo que
hay. Está claro por tanto que no es en el latín donde
hemos de buscar el origen de nuestra palabra.
Pero ocurre que la
raíz nin la encontramos también en las
familias lingüísticas del catalán, el gallego (menino)
y el italiano; por eso los lexicólogos quieren creer
en un ninus o ninnus del bajo latín como
origen común de esta palabra, que tardó en pasar de la
lengua hablada a la escrita. Pero aun con esto, queda por
explicar la procedencia o las conexiones de ese hipotético
ninus o más probablemente ninnus, porque no
hay campo léxico al que asignarlo. Las formas niño
y niña testifican la doble nn (observemos
cómo de annus hemos pasado a año). La única
explicación que nos queda es asignarle a esta palabra un
origen infantil imitado por los adultos, que ayer más que
hoy se caracterizó por la tan plásticamente llamada
ñoñería. Corominas ha rastreado la presencia de
palabras análogas en otras lenguas: en ruso, njanja
es teta y biberón; en vasco aña es la niñera; en
gallego nana o nanai es mamá; en el alemán
del Tirol nene es el abuelo; en servio y en otros
idiomas, nana es la hermana mayor; en húngaro dan
ese mismo significado a nene; en turco nené
es la abuela; en búlgaro neni es el viejo.
Aparte de la
tendencia a extender esta denominación a personas cada vez
menos niños (obsérvese el mismo fenómeno en
infante, mozo, criado, chico o chica que se usan sin
límite de edad), llama especialmente la atención el uso de
niña con el significado de pupila. El hecho de que
no sea exclusiva de nuestras lenguas esta polisemia,
puesto que se da en muchas otras la coincidencia de nombre
para la pupila y la niña o la chica joven, hace pensar que
la asignación de este nombre a la pupila le viene del
reflejo en ella de la imagen del que mira a otra persona
de muy cerca a los ojos. La uniformación idealizada de
esta imagen parece ser que es la responsable de que a las
pupilas las llamemos las niñas de los ojos.
Mariano Arnal
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