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FINANZAS

Es éste un término de naturaleza plural como las tijeras, las gafas, las pinzas, etc. Se trata de un galicismo (finance, de finir) que hemos copiado tal y cual; lo usamos por tanto igual que en francés, únicamente en plural, y le asignamos los significados de hacienda pública; situación del dinero de un país o de una entidad menor; fortuna de una empresa o de una persona. Se usó en tiempos en singular como sinónimo de rescate y de fianza. Y precisamente porque pasó por este significado, al final se perfiló la disciplina y la filosofía de las finanzas como la ciencia que trataba del crédito público: en fin de cuentas, del grado de confianza que inspira un estado o su gobierno.

En efecto, si buscamos esta palabra en un diccionario francés, encontraremos que el término finanzas lo refieren en especial al sector público. Del francés nos viene el concepto de "ministro de Finanzas", equivalente a nuestro ministro de Hacienda. Luego, por extensión, se usa el término para designar a la banca y al alto comercio.

Vale la pena que nos fijemos precisamente en ese doble aspecto de las finanzas: que se refieren al sector público, y que el término está de tal modo contaminado por su casi homófono fianza, que mientras se usó en singular funcionó como sinónimo de éste. Y el hecho último es que las finanzas sólo pueden funcionar sobre la base de la fianza, que en último término no es más que confianza. Si fallan las fianzas, fallan las finanzas.

Es conveniente recordar la historia, porque sigue repitiéndose. Resulta que el principal cliente del sistema financiero, es decir el principal tomador de dinero de los banqueros, ha sido siempre el estado; y tanto más, cuanto más quebrado ha andado. Los reyes y los estados aprendieron a vivir endeudados no sólo con los banqueros del propio país, sino también con los extranjeros. Poco vieron los reyes de España el oro y la plata que venía de América en los primeros tiempos del descubrimiento y la conquista, porque se lo llevaban los banqueros extranjeros con quienes estaban endeudados.

Y eso vuelve a ocurrir ahora: cuando el gobierno español (por poner un ejemplo casero y reciente) se empeñó en una política de gasto sin tener en cuenta los ingresos, tuvo que echar mano del sistema financiero. Pero como éste no podía trabajar en el vacío, el gobierno pagaba a la banca reduciéndole el coeficiente de caja (en fin de cuentas, parte del dinero que garantiza la posibilidad de devolución de los depósitos a los clientes) y consintiéndole que les cobrase a los ciudadanos unos intereses de usura.

Cuando el principal y más poderoso cliente del sistema financiero es un manirroto, los demás usuarios del sistema pierden la confianza en él. Y si ese cliente de la banca está en quiebra, todo el mundo sabe que ha dejado un agujero tan grande en el sistema, que los demás usuarios pierden la confianza en él y se produce la desbandada. Es que las finanzas descansan en las fianzas, o más concretamente en la fianza. Y cuando el principal cliente "no es de fiar", lleva el sistema a la quiebra, porque ya nadie se fía de nadie.

Mariano Arnal

 


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