ROSA
El nombre de Rosa es
inagotable. De él han salido todo un rosario de nombres de mujer que quieren recordar a
la reina de las flores, la flor que enamora por su belleza perfumada. Rosa, Rosario,
Rosalía, Rósula, Rosalina, Rosina, Rosamunda, Rosalba, Rosana o Rosanna... todos hablan
de la rosa, que la tenemos adornando nuestra cultura desde su mismo nacimiento. Los
griegos nos transmitieron no sólo el nombre, (rodon
/ ródon), sino también la admiración y
el culto a esta flor. Ellos mismos tenían una cincuentena de palabras en las que estaba
presente el elemento "rosa", y ellos fueron los que fundaron la ciudad con el
evocador nombre de Rosas mirando al Mediterráneo y al Oriente.
El culto a la rosa inunda nuestra cultura. En la
mitología de Lituania la aurora es representada per una guirnalda de rosas que atrae el
amor del sol. En la Roma antigua la rosa era un símbolo capital especialmente en el culto
de Júpiter, y en la región de Pangea se daba el nombre de rosalias a las fiestas
dionisíacas; en esta región colocaba la leyenda los famosos jardines de rosas del rey
Midas, aquel que convertía en oro todo lo que tocaba. La rosa era para los griegos y
romanos el símbolo de la luz, del amor i del placer; en los grandes banquetes los
convidados se coronaban de roses porque creían que los inmunizaban contra la embriaguez.
Por este mismo motivo se decoraba con rosas la copa en que se bebía. En náutica se llama
rosa de los vientos, rosa náutica o rosa de la aguja el principal
instrumento de navegación. En música se llamaba rosa instrumental el motivo
ornamental que se solía colocar en la apertura circular practicada en la caja de algunos
instrumentos de cuerda (laúd, salterio, tiorba, clave, mandolina, guitarra, etc). En
arquitectura se llama rosetón la gran vidriera redonda de la fachada principal de las
iglesias. En cosmética i medicina tenemos el aceite de rosas, la esencia de rosas, el
agua de rosas. Diversas variedades de rosas son empleadas tradicionalmente en medicina
desde hace milenios. Incluso la Iglesia, desde el siglo XII concede la Rosa áurea
a quienes se han distinguido por su dedicación al bien común. Es la madre de todas las
condecoraciones: una rosa de oro que el papa bendice y consagra con un ritual
solemnísimo.
Las Rosas celebran su onomástica el 23 de agosto, fiesta
de santa Rosa de Lima, una mujer extraordinaria, que llamándose de nombre de pila Isabel,
todos la llamaban Rosa por su vitalidad jovial, que contagiaba una serena alegría a
cuantos la trataban. Era, como san Francisco de Asís, una enamorada de la naturaleza, a
la que cantaba en sus poemas. Murió en 1616 a los 27 años. Otra fecha, si no para
celebrar, sí para recordar esta onomástica es el 7 de octubre, fiesta de la Virgen del
Rosario, sólidamente implantada en todo el mundo de habla hispana. Especialmente en mayo,
el mes de las flores, y el primer domingo de octubre, se celebran bellas fiestas en torno
a la rosa.
Está claro que la humanidad está fascinada por la rosa, que se
ha dejado llevar por su perfume y su belleza, que quiere tener presente por doquier: en
las fiestas, en la más noble construcción, en la navegación, en la geografía, en la
música, en el color... y sobre todo en los nombres de niñas y mujeres, para
embellecerlas aún más. Belleza sobre belleza. ¡Felicidades, Rosa!
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