NICANOR

Compuesto de las palabras griegas nikh (níke), que significa victoria, y androV (andrós), que significa hombre libre, guerrero. El nombre completo significa, pues, hombre victorioso (equivalente a las formas latinas Vicente y Víctor). Su forma primitiva es Nicandro, que permanece también como nombre propio, en que son más evidentes los dos elementos que lo componen. Pero en aras de la sonoridad se formó a partir de él Nicanor, que tiene una bella musicalidad. No ha llegado nunca a ser un nombre corriente en exceso, por lo que mantiene su carácter de distinción.

San Nicanor debe su prestigio en el santoral, al hecho de que fue uno de los siete primeros diáconos de la Iglesia de Jerusalén, que nombraron los apóstoles para atender a la multitud de pobres y enfermos que acudían a ellos en busca de auxilio. Ésta fue precisamente la actividad de los cristianos que más los distinguió de los paganos y de los judíos, y que fue el mayor argumento de convicción para cuantos lo veían. Nicanor, bajo la dirección de san Esteban protodiácono y protomártir, tenía que distribuir entre los pobres los bienes y el dinero que tan generosamente aportaban sin cesar las familias más acomodadas que se iban convirtiendo ante aquel inaudito espectáculo de caridad cristiana. Cuenta la tradición que tan pronto como pudo dejar su labor de diaconado en buenas manos, fue enviado por los apóstoles a evangelizar Chipre. Continuó en la isla predicando y practicando la caridad, por lo que las conversiones eran incontables. Dicen los hagiógrafos que hacía cundir milagrosamente los recursos que le confiaban. Murió el año 76, víctima de las primeras persecuciones. Su fiesta se celebra el 10 de enero. Se puede celebrar también esta onomástica el 4 de junio, en que se conmemora san Nicanor mártir.

Es un nombre realmente bello de pronunciar y con una carga significativa muy valiosa. El nombre de Nicanor encierra dos claves de gran potencia: NIKH (NIKE), la victoria, en su forma más bella y prestigiosa, que ha acabado de mitificar la marca NIKE; y ANDROS (ANDROS), el hombre libre, mitificado también en una marca de colonia. No es poca cosa sentirte marcado por la victoria, llevarla en el nombre, tener un nombre que te recuerda constantemente que tu destino y tu objetivo es vencer. La segunda clave, androV, evoca el recuerdo de una forma de ser hombre que se perdió en la historia. AndreV (Ándres) eran en la Grecia antigua los hombres libres, en oposición a anqrwpoi (ánzropoi), que eran los que de una forma u otra estaban al servicio de los hombres libres. El hombre actual es un híbrido de los dos, con el nombre y con el alma del segundo. Es importante llevar en el nombre el recuerdo del antiguo hombre libre para recuperar sus virtudes, que buena falta nos hacen.

He ahí un gran nombre que se debe llevar con la profunda convicción de que la ingente carga positiva de que está dotado, tiene que transmitirse de una u otra forma a quienes lo llevan. ¡Felicidades!

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