ETIMOLOGÍA

DE GENTIUM VOCÁBULIS

DE LOS NOMBRES DE LOS PUEBLOS 

Hay que entender las ETIMOLOGÍAS como un libro de consulta, igual que cualquier diccionario, con el valor añadido, por supuesto, de su antigüedad, que le aporta un gran encanto y que ofrece continuas sorpresas. Este capítulo está dedicado al recorrido sistemático por los nombres de todos los pueblos que se conocían entonces, no sólo los contemporáneos, sino también y especialmente los que dejaron su huella en la historia. 

Es digno de mención que este capítulo es lo más parecido a lo que hoy sería la parte nominal de un atlas, es decir su índice. Pero he aquí la gran diferencia: En tiempos de san Isidoro, y en el latín que entonces se hablaba, los pueblos eran la sustancia, y los territorios que ocupaban no eran más que un accidente. Eso es así porque todavía no se había puesto freno al natural nomadismo de los pueblos, que a veces era puramente migratorio, casi pacífico, y a veces se desarrollaba mediante una fuerte presión militar. Por eso no se vio la necesidad de nombrar a los territorios como si fuesen la materia prima de los reinos, sino que los nombres correspondían a los pueblos. 

Fue mucho más adelante cuando se produjo la equiparación entre el nombre del pueblo y el del territorio que ocupaba; y luego, yendo más allá, se pasó a la superación de los hombres por el territorio, de manera que acabaron quedando aquellos bajo la dominación de éste. La primera sorpresa que nos llevamos por tanto con la lectura de este capítulo, es la de constatar que en ese momento de nuestra historia, los pueblos no están sometidos todavía a los territorios. Sólo por quedarse con esta idea totalmente clara, vale la pena leerse las 8 espesas páginas dedicadas por san Isidoro a hacer un amplísimo recorrido por los nombres de los pueblos. 

Otra de las singularidades de este capítulo que llama poderosamente la atención, es que san Isidoro se empeña en encontrarles a todos los nombres una explicación etimológica: en su naturaleza, en sus fundadores y reyes o en los nombres de los lugares de que proceden; y eso a pesar de que se cura en salud confesando que no siempre es posible dar con el origen de los nombres.  

Otra característica propia de san Isidoro y de su época, es el teocentrismo que pone la Biblia, la palabra de Dios, como única fuente de información segura. A partir de esa concepción procura por tanto presentarnos una visión completa y bien estructurada de los pueblos de la tierra partiendo de las genealogías, la cronología y la geografía bíblicas. 

Como botón de muestra de la enorme utilidad que tiene leerse incluso este arduo capítulo de las etimologías, remito al lector al párrafo 58 en que explica de una forma muy singular el significado de “Palestino”. En él se refleja el cultivo sistemático de las hostilidades entre los palestinos y los judíos. No es tanto el valor de la etimología, que siempre es discutible, sino el de la idea que se intenta transmitir a través de ella, como si fuese propia de la palabra.

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