ETIMOLOGÍA

EL QUÉ Y EL POR QUÉ DE LAS COSAS Y SUS NOMBRES

Me place empezar con las mismas palabras de san Isidoro de Sevilla. He procurado la máxima fidelidad en la traducción, a fin de que quien quiera cotejarla con el texto latino pueda hacerlo fácilmente. Entiendo que no debemos ahorrarnos este gesto de fidelidad al autor y de respeto a nuestros lectores, por poco que podamos. Asimismo, para facilitar la lectura del texto latino, persisto en mi costumbre de acentuar las esdrújulas. 

XXIX. DE ETYMOLOGIA. [1] Etymologia est origo vocabulorum, cum vis verbi vel nóminis per interpretationem collígitur. Hanc Aristóteles SUMBOLON (sýmbolon), Cícero adnotationem nominavit, quia nómina et verba rerum nota facit exemplo pósito; utputa "flumen" quia fluendo crevit, a fluendo dictum. [2] Cuius cognitio saepe usum necessarium habet  in interpretatione sua. Nam dum videris unde ortum est nomen, citius vim eius intéllegis. Omnis enim rei inspectio etymologia cógnita planior est. Non autem omnia nómina a vetéribus secundum naturam inpósita sunt, sed quaedam et secundum plácitum, sicut et nos servis et possessiónibus interdum secundum quod placet nostrae voluntati nómina damus. [3] Hinc est quod omnium nóminum etymologiae non reperiuntur, quia quaedam non secundum qualitatem, qua génita sunt, sed iuxta arbitrium humanae voluntatis vocábula acceperunt. Sunt autem etymologiae nóminum aut ex causa datae, ut "reges” a regendo et recte agendo, aut ex orígine, ut "homo" quia sit ex humo, aut ex contráriis ut a lavando "lutum" dum lutum non sit mundum, et "lucus" quia umbra opacus parum lúceat. [4] Quaedam etiam facta sunt ex nóminum derivatione, ut a prudentia "prudens”; quaedam etiam ex vócibus, ut a garrulitate "garrulus”; quaedam ex Graeca etymologia orta et declinata sunt in Latinum, ut "silva" "domus" [5] Alia quoque ex nomínibus locorum, urbium, [vel] flúminum traxerunt vocábula. Multa etiam ex diversarum gentium sermone vocantur. Vnde et origo eorum vix cérnitur. Sunt enim pleraque bárbara nómina et incógnita Latinis et Graecis.  

XXIX DE LA ETIMOLOGÍA. (1) Etimología es el origen de los vocablos cuando la fuerza del verbo o del nombre se deduce por su interpretación. Aristóteles la llamó sumbolon (sýmbolon); Cicerón, notación porque puesto un ejemplo, hace evidentes los nombres y los verbos de las cosas; por ejemplo “flumen” (río) se llama así porque se formó de fluere (fluir). (2) A menudo este conocimiento es necesario emplearlo para la interpretación de la palabra. Pues tan pronto como adivinas de dónde procede el nombre, entiendes cuál es su fuerza. En efecto, es más fácil la averiguación de cualquier cosa en cuanto conoces la etimología. Pero no todos los nombres fueron puestos por los antiguos conforme a la naturaleza de las cosas, sino que unos los pusieron a tenor de su capricho, del mismo modo que nosotros a veces damos los nombres a nuestros siervos y posesiones según le apetece a nuestra voluntad. (3) De aquí viene que no se encuentren las etimologías de todos los nombres, porque algunas cosas recibieron los nombres no conforme a la cualidad con la que se formaron, sino según el arbitrio de la voluntad humana. Así hay etimologías de nombres dadas o por la causa, como “reges” (reyes) de “regendo” rigiendo) y de “recte agendo” (haciendo rectamente); o por el origen, como “homo” (hombre) porque viene de “humo” (de tierra); o de los contrarios, como de “luere” (lavar) “lutum” (lodo), cuando el lodo no es limpio, y lucus (bosque, derivado de lux, luz), que opaco por la sombra, poco luce. (4) Otros también se han formado por la derivación de los nombres, como de prudencia prudente; y otros de las voces, como de garrulidad garrulo; otros, procedentes de una etimología griega, fueron declinados en latín, como “silva”, “domus”. (5) Otras cosas obtuvieron sus nombres de los de lugares, ciudades o ríos. Y muchas cosas traen sus nombres de las lenguas de distintos pueblos; de ahí que a malas penas se puede adivinar su origen: hay en efecto muchos nombres bárbaros desconocidos para los latinos y los griegos.

 Indice