Juegos Olímpicos : MITOLOGIA  

Zeus

Afrodita

Crono

MITO 

Si fuésemos fieles al origen griego de la palabra la escribiríamos con y, como los ingleses; y si como ellos intentásemos ofrecer una grafía lo más próxima al sonido de la palabra, en vez de la t emplearíamos la z. En efecto, en inglés escriben myth. La palabra griega es muqoV (mýzos). Significa palabra, cosa que se dice o se cuenta; se emplea junto con otros sinónimos de palabra, y en oposición a acción o hecho, de donde se desarrolló la idea de fábula, de cosa que se distancia de la realidad. Ésta ha sido una palabra que los griegos han empleado profusamente, formando a partir de ella cerca de medio centenar de términos, y le han asignado una amplia gama de significados: desde simple palabra, conversación, recitación, mensaje, rumor; hasta proyecto, decisión, resolución (se supone siempre que son cosas dichas); pasando por sus valores negativos como fábula, cuento, hecho no histórico, mentira. Indico como curiosidad que en Siracusa hubo un jardín tan fabuloso y tan increíble, que le dieron el nombre de Mito. 

Al permitir la etnología agrupar, clasificar y comparar las leyendas de cada pueblo (analizarlas en fin de cuentas), les dio a todas ellas por igual carta de nobleza y forjó para las más nobles, especialmente las de carácter religioso, el dignísimo nombre de mitos. Vemos que en griego no es ese el principal valor de esta palabra, pero se trataba de crear un cultismo con fuerza suficiente para expresar esa idea; y el de mito cumplió y sigue cumpliendo a la perfección ese cometido. Incluso la palabra muqologia (myzologuía), además del significado que nosotros le asignamos, tenía los de estudio de cosas fabulosas, narración fabulosa, conversación de pasatiempo, cuento. Es que los griegos realmente tenían de los contenidos de la mitología una idea bastante aproximada a estos conceptos. Nada que se parezca a la forma dogmática en que nos gusta estructurar cualquier religión, a imagen y semejanza de la nuestra. 

Por eso sobre un mismo dios se amontonan los mitos y por lo general se contradicen; porque no pretenden ser vehículo de contenidos doctrinales, sino simple narración recopilada por la literatura. No sólo eso, sino que empieza la confusión en los mismos nombres, que van de cultura en cultura y de mito en mito, de manera que es imposible y absurdo pontificar sobre mitología como si de teología se tratase. Cada dios tiene distintas leyendas, personalidades, nombres distintos, según cuál sea el origen geográfico y temporal del mito. 

De ahí que tenga bastante más sentido ofrecer los mitos de cada pueblo (Grecia, por su naturaleza geográfica, era un enjambre de pueblos), que los de cada personaje mitológico. Sin embargo las mitologías y los diccionarios mitológicos prefieren este último formato, al que no nos queda más remedio que acomodarnos tratándose de trabajos de divulgación. 

El concepto de mito ha descendido desde los dioses a los mortales (eso ya ocurrió en los tiempos míticos que nos dibuja Homero) y se ha extendido acertadamente a un uso moderno del término: hoy llamamos mitos o estrellas del fútbol, del cine, de la canción, a los que más brillan en esos campos.

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