Juegos Olímpicos : Léxico  

EL ESPÍRITU OLÍMPICO 

EL ALMANAQUE quiere estar presente en los juegos olímpicos del 2004 que se celebrarán en la cuna del olimpismo. Además de la aportación estrictamente deportiva que correrá a cargo de nuestros especialistas, queremos ofrecer a nuestros lectores la singular visión que de la cosa olímpica nos hemos formado a través de los nombres con que la hemos tejido: es nuestro peculiar estilo. Dedicaremos los sábados al tema olímpico desde su vertiente histórica y deportiva, y los domingos a configurar una visión del primitivo espíritu griego a través de su MITOLOGÍA. Es una tarea ardua para la que nos tomamos los meses que quedan de aquí a la celebración de los juegos. 

Confiamos en que el material que aportamos sea útil para todos los que han de informar sobre este gran acontecimiento cultural y deportivo (destaco en negrita toda palabra y concepto que será objeto de estudio y comentario en esta sección). A menudo los informadores minusvaloran a sus lectores u oyentes y rehúsan los temas de más enjundia cultural por temor a aburrirlos. Es evidente que si no se les ofrece cultura estructural no la consumirán; pero eso es una forma artera de devaluar la demanda. Queda pues ahí nuestra oferta y nuestra apuesta por añadirle a lo deportivo todo el lustre cultural que sea posible. Estamos seguros de que la audiencia lo agradecerá.  

Lo primero que nos hemos de plantear al enfrentarnos al colosal fenómeno del olimpismo es el espíritu que lo mueve. En 1896 se celebran en Atenas los primeros juegos olímpicos de la era moderna, gracias al impulso del barón Pedro de Coubertin, que empleó más de 10 años en la preparación de este acontecimiento político-deportivo. Podríamos decir que los juegos olímpicos fueron la más espléndida plasmación de la elevación del deporte a interés político de primer orden. Esta magna exhibición cuatrienal del vigor físico de la juventud de los distintos países que participaban en las competiciones, fue el desencadenante de que un país tras otro introdujeran en la escuela (desde la primaria a la universitaria) la educación física como actividad formativa de primer orden. En efecto, el barón de Coubertin fue miembro vitalicio del comité para la propaganda de la educación física en los colegios y liceos. De hecho su idea de promocionar los juegos olímpicos estuvo al servicio de este objetivo; es decir que se concibieron éstos como una fórmula de propaganda para una finalidad educativa. 

Estamos en las postrimerías del siglo XIX, que ha entendido que la prosperidad y la seguridad del estado dependen no sólo de la calidad intelectual de sus habitantes, sino también de su calidad física. Y del mismo modo que los griegos entendieron que los juegos atléticos eran una excelente preparación para la guerra, los estados del XIX (tanto los ya configurados como los emergentes) entendieron que la forma física de su juventud era un valor indispensable para la defensa. Por eso se introduce la formación física en las escuelas. El barón de Coubertin, responsable de esta actividad y de su promoción, para estimular a los miles de jóvenes franceses que se ejercitaban en ella, inventó la competición internacional de los juegos olímpicos. Todos los estados que seguían esta misma política, aceptaron entusiasmados.

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