Aprendiendo
a perdonar
"El que te hayan agraviado, no es
importante... a menos que insistas en recordarlo"
Confucio
Posiblemente es difícil encontrar en la historia de
la humanidad a alguna persona que no haya
experimentado sentirse herida por otra o por un
suceso. Todos, en algún momento, han experimentado,
en mayor o menor medida un resentimiento, que puede
venir acompañado de tristeza, ira y hasta de
venganza.
Se suele decir que una persona está resentida cuando
se encuentra internamente dolida y retiene para sí el
agravio. Este resentimiento puede desaparecer con el
tiempo o por el contrario, acentuarlo, pudiendo
transformar a una persona en un ser resentido.
La única forma de olvidar y dejar a un lado
sentimientos negativos que afectan, principalmente a
la persona herida, es aprendiendo a perdonar.
Cuando se habla de perdón se le suele asociar con una
virtud de carácter religioso que denota
principalmente caridad al prójimo, sin embargo, el
beneficio del perdón no es únicamente para los demás,
sino para la persona que perdona.
Te perdono, no te perdono...
Hace unos meses, dos señores que habían sido
infieles a sus esposas regresaron en busca de perdón
y con la promesa de no incurrir nuevamente en el mismo
error.
Ante la noticia, ambas mujeres reaccionaron con
tristeza, enojo y frustración. La primera optó por
perdonar a su esposo. Acudieron a una terapia de
pareja, analizaron qué había fallado en su relación
y acordaron iniciar una nueva vida.
La segunda señora en cambio decidió tomar venganza
sobre su esposo y así poder “castigarlo” por su
error. Lo recriminaba a cada momento, lo chantajeaba,
lo culpaba del comportamiento de los hijos. Como es lógico
la pareja acabó por acentuar sus diferencias y terminó
su relación matrimonial en medio de un conflicto que
finalmente perjudicó en mayor medida fue a los
propios hijos.
Aunque no es fácil perdonar a alguien que ha herido
tan sensiblemente la propia autoestima, la primera señora
optó por trabajar responsablemente en la reconstrucción
de su relación, mientras que la segunda tomó el
camino del odio y la venganza.
Es
frecuente que no se tenga el control de lo que se
siente, pero siempre es posible hacerlo sobre lo que
se piensa. Si una persona o evento del pasado provoca
en otra un mal recuerdo, es conveniente recordar en su
lugar eventos positivos.
Controlar los pensamientos es un buen antídoto si se
tiene la intención de olvidar algo. Hay que recordar
el dicho popular que dice “recordar es volver a
vivir”. ¿Quién que haya sufrido un daño quiere
repetirlo? Esto sólo pasa si se recuerda el hecho
constantemente.
Analizar detenidamente la ofensa
Partiendo de la base de que nadie es perfecto, es
conveniente analizar si la ofensa recibida fue
intencional o accidental.
Una pequeña ofensa puede hacer sentir a algunos como
una agresión, esto se debe en la mayoría de los
casos a una incorrecta utilización de la imaginación
que en vez de favorecer la creatividad propia y la
solución de problemas, se sale de control para
inventar o exagerar ofensas donde ni siquiera las hay.
Aclarar en caso de duda
Es importante no tomar en cuenta las habladurías
o los chismes, ya que estos tienden a malinterpretar o
dar un significado equivocado de lo que se dijo o
aconteció. Si se tiene duda lo mejor es acudir a la
persona en cuestión y aclarar el asunto.
Comprensión
Otra forma de aprender a perdonar es ponerse en el
lugar del otro y tratar de entender las razones que lo
llevaron a cometer determinada acción.
Al descubrir que uno pudo incurrir en el mismo error
si se encontrara en igualdad de circunstancias,
perdona más fácilmente a la otra persona.
El rencor
La venganza es un sentimiento destructivo que
busca obtener la reparación de un daño, pero que
lejos de saciar una necesidad, contribuye a generar más
resentimiento entre las partes.
Las desavenencias pueden perdurar toda una vida y en
casos extremos pasar de una generación a otra.
Ninguna persona puede hacer olvidar a otra un agravio
si ésta no lo permite.
El perdón es una opción personal como lo es seguir
amarrado a un sentimiento de venganza que lo único
que genera es un desgaste físico y emocional.
Olvido
El escritor alemán Johann W. Goethe decía que:
“Donde se pierde el interés, también se pierde la
memoria”. Darle vueltas a un asunto puede plasmarlo
más fijamente en la memoria y hará más difícil el
tratar de olvidarlo.
Es imposible cambiar el pasado y el futuro es siempre
incierto, lo único que tenemos es el presente y es
elección personal de cada uno elegir qué rumbo
quiere seguir. El optar por una vida llena de
resentimientos de ninguna manera conduce a la
felicidad.
Aunque parece imposible, cualquier persona tiene la
facultad de perdonar, el secreto está en tener la
voluntad de querer hacerlo.
El hombre que no sabe perdonar tiene atado su destino
a los demás. En cambio la persona que sabe hacerlo
tendrá un mejor control de sí mismo, le dará
sentido a su existencia y en consecuencia contará con
una vida más plena y feliz.
Maru Sweeney
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