Slow,
un movimiento interesante : Por un lento comer y
beber y vivir
Entrevista
a Carl Honoré
Por Darío Wainer
DW- ¿En qué tendencias actuales se reconoce más
y de cuáles y en qué se diferencia el movimiento
Slow: ecologismo, buen vivir, new age?
CH- Yo creo que hay elementos de todas estas
tendencias (ecologismo, buen vivir, new age) en la
filosofía Slow. La filosofía Slow busca crear un
mundo mejor, donde la gente vive mas sano y mas
plenamente. En vez de pasar por la vida corriendo,
vivirla con calma para poder disfrutar más. Otra
consecuencia es que uno se vuelve más productivo
también: el empleado sano, tranquilo, feliz y
pausado, el empleado que sabe elegir la velocidad
apropiada para cada momento, es un empleado más
productivo, sobretodo en el largo plazo. No nos
olvidemos de quien ganó la carrera entre la tortuga
y la liebre...
La filosofía Slow consiste en un principio muy
sencillo: que hay que darle a cada
cosa/momento/tarea el tiempo y la concentración que
necesita y merece. Se trata de hacer las cosas bien,
en vez de siempre hacerlas rápido. De favorecer la
calidad antes de la cantidad un todo -comida, sexo,
trabajo, relaciones humanas, ejercicio, deportes,
paternidad, etc. Buscamos un punto intermedio, un
equilibrio entre la rapidez y la lentitud. No se
trata de hacerlo todo a paso de tortuga. Eso sería
una pesadilla tan fea como la de hacerlo todo a paso
de liebre. Se trata de reaprender el arte de cambar
de marchas, de hacer cada cosa a su "tempo
giusto".
De cierto modo, el movimiento Slow reúne varias
tendencias que ya existen (por ejemplo: ecologismo,
buen vivir, new age) desde hace tiempo. Lo nuevo es
que se mira, y se replantea, todo por la óptica del
tiempo. Y también el lenguaje de la lentitud es
nuevo, o por lo menos más fresco. No se cae en los
viejos debates estériles de izquierda y derecha.
Slow no es anti-capitalismo se busca un capitalismo
mas equilibrado y menos destructivo. La filosofía
Slow tiene algo para todo el mundo, por que ahora
todos somos victimas del culto a la velocidad. Si
este libro hubiera salido hace 20 años, no hubiese
tenido el impacto que está teniendo. No estaría
saliendo en 25 idiomas. Yo no estaría viajando por
todo el mundo explicando el mensaje de la lentitud.
Hace 20 años el libro hubiese sido un éxito entre
grupos muy limitados -gente alternativa y quizás
algunos empresarios pos-infarto. Pero ahora tiene
eco con todo el mundo -desde los empresarios
exitosos hasta los religiosos y la gente New Age.
Muchas empresas me invitan para armar talleres sobre
los beneficios de la lentitud. Y el libro ha sido
muy elogiado en la prensa de negocios. Pero por otro
lado, le encanta también a la gente de yoga y
meditación. Y además, conozco a por lo menos una
docena de sacerdotes que citan al libro en la misa.
Y lo compran todos -jóvenes (incluso adolescentes),
padres, jubilados. El virus de la prisa ha
contagiado todo, y todos sufrimos.
DW- Vivimos, desde hace más de 30 años, una
aceleración del capitalismo que nos ha mostrado a
nivel social diferentes "estilos de vida":
en ese espectro podemos ir desde la última rebeldía
contestataria de los 80 -punk- a la adicción al
trabajo en los 90 - workaholics o yuppies-. ¿Es el
Equilibrio la premisa que puede unirnos en esta década
2000-2010?
CH- Sin ninguna duda. De hecho, vivimos 150 años de
aceleración del capitalismo. Pero durante el grueso
de este tiempo, el sistema nos traía más
beneficios que perjuicios. Lo que cambió es que en
los últimos años, el llamado
"turbo-capitalismo" ha revertido la ecuación
-ahora la velocidad del sistema económico nos hace
mas mal que bien. Pero la solución no es abandonar
el capitalismo -es de reinventarlo para el siglo 21.
A mi me parece bien que la gente tenga la
posibilidad de ser ambiciosa, de trabajar, de montar
empresas, de disfrutar del consumo. El problema es
que hacemos estas cosas de forma exagerada, y nos
hace mal. Entonces, sí, yo veo el
"equilibrio", que es el eje o el corazón
del mensaje Slow, como la premisa que nos puede
sacar de este brete cultural. Hasta se puede decir
que la filosofía Slow puede llegar a ser la salvación
del capitalismo. En el fondo, se está hablando de
una revolución cultural. Un cambio profundo en
nuestra manera de relacionarnos con el tiempo, y
también en nuestras prioridades.
Pero es importante aclarar que el capitalismo no
tiene toda la culpa de haber creado este culto a la
velocidad. Esto viene de lejos. Aunque cuando
estamos lejos del trabajo y de la oficina nos cuesta
bajar el ritmo. Los alemanes inventaron hace poco
una nueva palabra: freizeitstress. Significa el estrés
en el tiempo libre. ¡En estos días, los alemanes
asisten a cursos y talleres donde aprenden como
tomarse las vacaciones con calma! Es un problema
cultural.
¡Lo irónico es que nuestra impaciencia es tan
implacable que hasta queremos ralentizar rápidamente!
Pero no puede ser así. La revolución Slow llevará
tiempo.
Pero yo creo que dentro de 20 años el mundo será
muy distinto.
DW- En varios pasajes del libro se hace alusión a
diversas expresiones de disconformismo del Siglo
XIX, en las que se comprueba cierto rechazo al
incipiente consumismo o visión del tiempo como
ganancia o pérdida. Vistas desde el presente,
parecería que estas expresiones fueron derrotadas
por las tendencias que denunciaban. Hoy que el
movimiento Slow se globaliza, ¿cómo imagina un
escenario en el cual los adeptos a dicho movimiento
crecen y dejan una impronta duradera y decisiva en
nuestra cultura?
CH- Estas expresiones fueron derrotadas porque,
durante más de un siglo, la cultura de la velocidad
nos traía más beneficios que perjuicios. Pero la
aceleración siempre tenía un limite intrínsico -
un punto donde no se podría acelerar mas sin dañarnos
demasiado. Lo que pasa es que hemos llegado, o
estamos llegando, a ese punto de inflexión. Por
eso, creo que la tendencia histórica está ahora
con los adeptos del movimiento Slow. Quizás no
parece así, porque la cultura dominante, y nuestro
impulso internos, transmiten otro mensaje. Pero los
platos tectónicos culturales empiezan a moverse
bajo la superficie (y también se ven cada vez más
indicios en la vida cotidiana de que la filosofía
Slow está ganando terreno).
Un ejemplo paralelo: En los años 60, cuando las
feministas empezaron a desafiar de verdad la cultura
de desigualdad entre el hombre y la mujer, parecía
una revolución sin futuro. La respuesta de la
cultura dominante era: El mundo siempre fue así,
ustedes no pueden cambiar nada, entonces cállense y
vuelvan a la cocina.
Pero mire el mundo de hoy. Claro que falta mucho que
hacer para que las mujeres tengan las mismas
posibilidades que los hombres, pero a una chica de
hoy le cuesta imaginar como era la vida hace solo 30
o 40 años. El mundo ha cambiado en ese sentido.
Para que una revolución cultural ocurra, se
necesitan tres factores: una necesidad de cambio,
una toma de conciencia, y gente que pone en práctica
el nuevo credo. El movimiento Slow reúne todos los
tres. A mi juicio, solo le falta tiempo para
imponerse. La verdad es que yo mi siento cada vez
mas optimista.
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